La diafreoterapia: otra forma de ver el cuerpo

28 Dic 2018 lectura de 5 minutos
La diafreoterapia: otra forma de ver el cuerpo

La diafreoterapia es una técnica de trabajo somato-psico-emocional creada por Linda Jent y Malen Cirerol a partir de su trabajo en París con Francoise Mezieres (creadora del concepto de cadena muscular), y con Therese Bertherat (creadora de la antigimnasia y escritora, entre otros muchos, del libro “El cuerpo tiene sus razones”).

La diafreoterapia considera al ser humano como un todo en el que el cuerpo, el pensamiento y la emoción cambian conjuntamente y a la vez.

Podemos de esta forma decir que cada individuo tiene un patrón de funcionamiento psico-físico-emocional, (o uso de sí mismo) por un lado genético y por otro adquirido, que le predispone a tener un comportamiento psíquico, una actitud o postura corporal y un manejo de sus emociones concretos.

Los patrones o polos entre los que los seres humanos nos movemos son básicamente cuatro. Los propios de la extroversión (o movimiento hacia fuera) alegría y rabia (agresividad) y los de la introversión (o movimiento hacia adentro) tristeza y miedo, y cada individuo, con independencia de que tenga la capacidad de desplazarse a otros patrones en momentos puntuales presentan un hábito de uso de sí mismo, más o menos desplazado hacia la extroversión o introversión y dentro de cada una de estas a una de sus dos posibilidades.

Veamos dos casos extremos que nos permitirán entender estas cuestiones.

La niña tímida con sus pies planos rodillas valgas la cifosis dorsal, los hombros y la cabeza encorvados hacia delante, representaría el extremo de introversión-miedo-huida.

El “chulo de discoteca”, con sus pies cavos, rodillas varas, el pecho saliente, las cinturas escapulares en retropulsión y el dorso plano nos da una idea del extremo extraversión, rabia-agresión.

Podríamos hacer lo mismo con los patrones extraversión-alegría e introversión-tristeza. Para cada individuo su estado más habitual de funcionamiento, más o menos desplazado hacia uno de estos polos, representa su punto cero, neutro o de reposo, de forma que el movimiento hacia el contrario o siquiera hacia un punto de mayor equilibrio está dificultado y supone una tensión que solo disminuye con la vuelta a este punto cero.

Esta tensión está representada a nivel físico por la que todos podemos percibir cuando haciendo caso a lo que “nos decía mamá” tratamos de obligarnos a ir más derechos.

En diafreoterapia tratamos como punto de partida, de ayudar a la persona a tomar conciencia de toda su realidad, tanto de sus sensaciones físicas (donde percibe las tensiones en su cuerpo) como del status psico-emocional que acompaña a estas sensaciones (Si no sabe dónde está no podrá ir a ningún lugar).

A partir de esta conciencia y mediante el trabajo, tratamos de realizar un “movimiento” que equilibre su postura, su estado emocional y su pensamiento.

No podremos entonces conseguir que la postura global de un individuo varié si no le ayudamos a tomar conciencia, vivir e integrar los cambios que esto supone a nivel de su actividad emocional y psicológica.

No podemos por ejemplo conseguir que una persona fijada en una postura de introversión-miedo, (valgo, hombros y cabeza adelantados. etc) alcance una postura más equilibrada si no le ayudamos a vivenciar e integrar el movimiento emocional contrario, es decir su capacidad agresiva.(entendiendo la agresividad en su faceta positiva tal y como se usaba en el latín “agrédere-ir hacia”).

En diafreoterapia trabajamos desde las técnicas mezieristas de postulación en estiramiento global, corrección de las compensaciones y masaje de los músculos acortados, para flexibilizar las cadenas musculares que fijan al individuo en una postura. Podemos incluir además técnicas miofasciales, de contracción-relajación, dígito-presión etc.., que nos ayuden en esta tarea.

Pero sobre todo, trabajamos sobre la respiración (el diafragma) como centro físico y emocional de la movilidad o fijación de toda persona, ayudándole a “desbloquear” las tensiones por medio del suspiro, la realización de sonidos, la palabra e incluso el grito, la risa o el llanto.

Liberadas las cadenas musculares, relajadas las tensiones internas, nace una nueva realidad corporal, una nueva postura que además conlleva nuevas posibilidades y actitudes psicológicas y emocionales de las que la persona a de ser consciente para poder asumirlas y utilizarlas.

En la medida que el paciente integre en su realidad este cambio psico-físico-emocional y lo ponga en uso en su vida diaria, su postura corporal ahora más equilibrada, se mantendrá.

Esta integración se facilita en las sesiones por medio de movimientos y ejercicios expresivos, baile, cartas de Osho, pinturas... y la verbalización de los cambios en la sensación corporal y emocional que la persona percibe así como la unión de todo esto con su vida diaria.

Así mismo, tiene una gran importancia la forma en que se cierre el circulo de manera que la persona pueda sentir y entender como de la misma forma que su anterior realidad era la expresión de su actitud ante la vida, esta nueva, le ofrece múltiples posibilidades que explorar.