Coaching y niveles neurológicos, la importancia del entorno

Josep Guasch Gómez
30 Dic 2018 lectura de 5 minutos
Coaching y niveles neurológicos, la importancia del entorno

Hemos visto en anteriores artículos el esquema de los 7 planos del modelo de los niveles neurológicos. Hacer distinciones en cada uno de las categorías permite trabajar más minuciosa y selectivamente en las zonas susceptibles de mejora. Por ejemplo, es absurdo intentar que una persona cambie su conducta  tímida si su creencia es la de que “todo el mundo me mira, observa y audita mi conducta”, en este caso se impone un trabajo sobre el nivel de las creencias.

Examinemos a continuación cada uno de los niveles y algunas de sus implicaciones, empezaremos en el entorno para ir ascendiendo hasta finalizar en la categoría de lo transpersonal.

Ambiente/entorno

El entorno contiene las variables de tiempo, lugar y compañía;  cuándo, dónde y con quién se manifiesta el comportamiento objeto de estudio y mejora. Constituye el contexto espacial, temporal y social,  los elementos exógenos que influyen en la conducta y actitud.  

El niño nace y crece en un entorno concreto que modela gran parte de sus creencias acerca de él mismo y sus posibilidades; en este sentido el ambiente puede ser entendido como la familia, el clan, la ciudad o pueblo, escuela, lugar de trabajo, compañías y amistades, organizaciones religiosas, instituciones y todo aquello que “fuera” de nosotros, nos influye e incluso construye nuestra primera identidad.

Si bien es posible que en la infancia nuestras posibilidades de seleccionar el entorno fueran remotas, en la edad adulta podemos elegir cuidar  o desatender el ambiente en el que acontece nuestra experiencia vital. La calidad de nuestro entorno influye decisivamente en nuestro rendimiento y bienestar emocional,  es uno de los primeros niveles de intervención. 

A continuación, unas cuantas preguntas para que reflexiones, muchas de ellas son obviedades, pero precisamente por esto es por lo que a menudo no les prestamos mucha atención: 

  • ¿Qué compañías frecuentas?; las personas o grupos sociales con los que te relacionas te influye siempre, más o menos, explícita o sutilmente, pero siempre. ¿Qué compañías de las que frecuentas te nutren y cuáles te absorben tiempo y energía? ¿Qué compañías te gustaría incorporar en tu vida? ¿Qué te dice todo esto de ti?  ¿Qué intereses tienes y te gustaría compartir? ¿Con quién podrías hacerlo? ¿Qué personas de tu vida son importantes? ¿Cómo te relacionas con ellas? 
  • ¿En qué ambiente se desarrolla tu actividad? Elementos como la sonoridad, el orden en la mesa, la luz, los colores de la decoración, la mayor o menor comodidad y funcionalidad de los muebles, la ropa que vistes y en general todo aquello que “entra por los cinco sentidos”. Recuerdo que cuando estudiaba, me enseñaron a cuidar especialmente el entorno,  mi afición a la música me obligaba a mantener fuera de mi zona de estudio cualquier instrumento o reproductor de  música para evitar distracciones. ¿Qué objetos de los que te rodean, te ayudan para concentrarte, cuáles te dispersan? ¿Algunos te generan serenidad, estrés? ¿Escuchas música trabajando? ¿Qué tipo de música? ¿Tu vista está expuesta a colores o luminosidad deficiente?  
  • ¿En qué momentos  del día te sientes más ligero y enérgico y en qué momentos más perezoso y disperso?. Si bien algunas franjas horarias generan experiencias bastante comunes (por ejemplo la típica modorra de después de comer), los biorritmos personales son diferentes; hay personas que se sienten mejor trabajando a primera hora de la mañana, y otros que son más “de tarde”. Descubrir esos momentos de mayor eficacia te puede ayudar a planificar las tareas más delicadas o que requieran mayor concentración.  Un cliente mío con serios problemas para mantenerse despierto después de comer, decidió dedicar esa peligrosa media hora a tareas de archivo que le obligaban a mantenerse en pie y a mover el trasero, todo ello sin perjuicio de otro tipo de consideraciones sobre su dieta, lo cual ya formaría parte del siguiente nivel, el  comportamiento. 
  • ¿Conoces tus propios biorritmos? ¿Qué plazos y tiempos estableces para cumplir un plan de acción?; en función del tipo de tareas y funciones que realices, ¿te permites breves descansos para respirar y hacer acopio de energía?    

Las preguntas y reflexiones expuestas no son más que algunas sugerencias.... ¿Qué otras preguntas se te pueden ocurrir en cada uno de los tres apartados anteriores? 

El tiempo que inviertas en reflexionar y mejorar tu entorno con todas sus variables, delimitará las oportunidades y restricciones para tu eficiencia y bienestar personal. 

¿Qué conclusiones y aprendizajes puedes extraer de estas reflexiones? - A la vista de todo ello... ¿Qué estás dispuesto a hacer para que tu entorno colabore en tu bienestar y eficiencia personal?