Yo pago, tu manipulas y el calla

Franc T. Ruiz
3 May 2018 lectura de 11 minutos
Yo pago, tu manipulas y el calla

No existe peor mentira que aquella que se toma como una verdad irrevocable, algo que durante años llevan haciendo la industria farmacéutica, llenándonos la cabeza de grandes mentiras disfrazadas de grandes verdades científicas.

Aun conociendo que estas "verdades científicas", en la práctica, solo se exige demostrar que el fármaco es mejor que nada, pese a que existan tratamientos eficaces, muchos profesionales de la medicina convencional, apuestan por la "medicina basada en la evidencia", rechazando medicamentos por falta de "evidencias", y en cierta forma "la evidencia científica" es la gran excusa de la medicina convencional y el caballo de Troya para la Industria Farmacéutica, que ha visto en esta posición médica una oportunidad más que una amenaza.

Evidencia científica... ¿objetiva e imparcial?

La tan conocida frase "medicina basada en la evidencia científica" podemos decir que es la gran muralla impenetrable de los productos naturales, que sin "evidencias" no hay sitio para ellos en las Guías de Práctica Clínica.

No es ningún secreto que los fondos de la Industria Farmacéutica controlan y financian la mayoría de las investigaciones, además de pagar cantidades ingentes por publicarlas en revistas prestigiosas.

Tampoco es ningún secreto, que algunos estudios han sido manipulados y falseados, debido a que esas pruebas no son independientes, ya que son llevadas a cabo por los que fabrican el medicamento. Son ensayos diseñados para que salgan bien. El número de participantes es reducido y poco representativo.

Sin contar que estos estudios de investigación, no se llevan a cabo en las universidades, se realizan en pequeñas empresas privadas, subcontratadas por las farmacéuticas, que solo busca ahorrar costes. Existen cientos de estas empresas en países como Rumania, China, la India y otros países emergentes.

Es fácil de entender que si un estudio clínico está financiado por la industria farmacéutica, lo más probable es que se obtengan resultados positivos, pero nadie se pregunta por la "evidencia y rigor científico de los estudios" ¿Cuántos se preocupan por si la investigación está contaminada con el fraude, el falso diagnóstico, los datos de corto plazo, los efectos secundarios, la mala regulación?

De este modo, la industria farmacéutica legitima diagnósticos ilegítimos y amplía la utilización de los medicamentos. Ahora los médicos tienen vía libre pueden recetar un medicamento para cada ciudadano.

Una investigación, publicada en una revista prestigiosa cumple la misión de la industria farmacéutica, "hacernos a todos enfermos, independientemente de los resultados". Al mismo tiempo descargan al médico de responsabilidad, como siempre, por la " evidencia no demostrada ".

¿Cómplices del engaño?

Un engaño consentido por médicos, académicos y agencias gubernamentales encargadas de supervisar el lanzamiento de los nuevos fármacos. Nos gusta creer que la medicina está basada en evidencias científicas, objetivas e imparciales. Pero no siempre es así. A veces, esas pruebas están manipuladas.

La investigación clínica corrupta es difundida a través de miles de millones de dólares en comercialización y promoción. Pareciera que los expertos médicos que deben supervisar la veracidad de los estudios, forman parte de la trama corrupta que exhiben impúdicamente su lealtad a los negocios de dueños de los laboratorios. Los fundamentos de la "medicina basada en la experiencia" están dañados sin que exista ningún movimiento por parte de académicos ni de las entidades reguladoras.

Ejemplos de esta manipulación que podríamos calificar como "crímenes contra la sociedad" lo encontramos en la revisión de los estudios sobre las estatinas, fármacos reductores del colesterol, donde se encontró que los estudios clínicos financiados por la industria farmacéutica arrojaban una probabilidad veinte veces mayor de dar resultados favorables al fármaco, o la reboxetina un antidepresivo que tras reunir los ensayos clínicos del fármaco por un grupo de investigadores en 2010 comprobaron que estos consistían en comparar la reboxetina con un placebo. De siete ensayos, solo uno daba un resultado positivo. Fue el que se publicó.

Otro de los ejemplos de manipulación y corrupción lo encontramos en el Flúor, un residuo provocado por la industria del aluminio que nos meten como medicamento contra la caries. Pero la caries no es una enfermedad provocada por la falta de flúor, sino por la falta de higiene bucal y la mala alimentación.

El fluor, ¿previene las caries?

Considerado como un excelente bloqueador de caries, además de contar con un supuesto poder anti-caries y mejorar la salud oral. Una investigación ha revelado que el flúor, en realidad no hace nada para prevenir las caries. De hecho, la vitamina D ha demostrado ser significativamente más eficaz en la prevención de caries sin los efectos secundarios extremos.

Según nos han hecho creer, el fluoruro se agrega a la pasta de dientes y enjuagues bucales para ayudarnos a tener unos dientes fuertes y sanos. Pues NO!, el fluoruro es un veneno. El Dr. Judd describe en su libro Good Teeth, Birth to Death, una abrumadora cantidad de investigación dental que demuestra lo siguiente:

La eliminación de flúor del dentífricos cuida la enzima adenosina difosfatasa (ADP) por lo que puede proporcionar fosfato de calcio en la superficie del diente, dando como resultado un buen esmalte.
Dr. Judd (libro: Good Teeth, Birth to Death)

También el flúor es usado en farmacia para antiansiolíticos y antidepresivos tan conocidos como el diazepam o el prozac donde aparece como fluoxetina un compuesto del flúor, inhibidor de la seretonina.

Más de 24 estudios han concluido por unanimidad que el flúor tiene un impacto negativo en la función cognitiva. Independientemente, más de 100 estudios en animales han relacionado el fluoruro a un aumento en la infertilidad masculina, la diabetes, y de otros problemas de salud.

En España, ciertas aguas embotelladas con gas, introducen una cantidad elevada de flúor mas de 7 mg/l. Arvid Carlsson, el premio Nobel de Medicina 2000, está convencido de que la fluoración del agua pasará a la historia de la medicina por la magnitud del crimen contra la salud que conlleva.

Otro producto declarado en 1969 por la OMS, totalmente inocuo, por lo que se permite su uso en cualquier ambiente sin restricciones es el dióxido de titanio, producto que está siendo utilizado en champúes, bálsamos, lociones hidratantes, cremas de belleza, jabones, filtros solares, lápices labiales, pastas dentales, agua oxigenada, tintes de cabello, tratamientos anti-arrugas, crema protectora de bebé, base de maquillaje, aceites corporales, exfoliantes, tratamientos de estrías y celulitis, productos herbalife, cremas de caracol, tratamientos capilares, etc. Cuando se utiliza TiO2 en alimentación, viene nombrado como E-171 y E-771, mientras que en cosmética su nomenclatura es CI 77891.

Sorprendentemente un estudio realizado por científicos del Centro Jonsson Comprehensive Cancer de la UCLA (EEUU), demostró que las nanopartículas de TiO2 presentes en los productos antes mencionados causan daño genético sistémico en ratones, induciendo roturas en las cepas del ADN y causando daño cromosómico e inflamación e incremento del riesgo de cáncer en los animales.

El dióxido de titanio incrementa el riesgo de cáncer

Otra investigación llevada a cabo por la Escuela Superior de Medicina en el Instituto Politécnico Nacional en encontró que el dióxido de titanio tenía un efecto tóxico sobre las células gliales en el cerebro, lo que sugiere que la exposición al dióxido de titanio puede causar lesión cerebral y ser un peligro para la salud.

La Sociedad Americana del Cáncer ha clasificado al Dióxido de Titanio entre las cinco sustancias más cancerígenas en el planeta. Se considera una causa de asma, cáncer, enfermedad renal, Alzheimer y la pérdida de fertilidad.

En Marzo del 2013 Amigos de la Tierra de EE.UU. y Australia revelaron nuevos resultados de las pruebas del Instituto Nacional de Medición del Gobierno de Australia, el cual encontró que muchos productos solares y productos cosméticos están utilizando una forma potencialmente peligrosa de un ingrediente común – el dióxido de titanio anatasa. Seis de los ocho productos probados, incluyendo marcas súper conocidas, contenían este ingrediente.

Pese a toda la información científica, inexplicablemente desde 1969 las cosas no han cambiado con respecto a Dióxido de Titanio

Pero el ejemplo más indignante lo encontramos en la rosiglitazona un fármaco comercializado en 1999 para la diabetes. Tras un largo camino de intimidaciones, polémicas y efectos secundarios del riesgo de afecciones cardiacas, fue retirado en 2010. Más de 10 años después de conocerse que causaba problemas.

El negocio de los laboratorios farmacológicos siguen acumulando asombrosos beneficios. Sabemos que las corporaciones de fabricantes de medicamentos son dueñas de la salud de millones de personas. Impera el silencio y el cinismo. La crisis sanitaria expresa la irracionalidad capitalista. La monopolizadora industria farmacéutica imponen sus negocios como si fuesen políticas de salud imponiendo condiciones de mercado para especular con medicamentos y precios.

La falta de escrúpulos y la "filosofía de la industria de salud" ha creado un monstruo insaciable enredado con las más deplorables anécdotas de corrupción e impunidad. La erradicación de las enfermedades no les importa en absoluto porque ello supone disminuir los ingresos farmacéuticos. No importa que muchos de los productos "médicos" no tengan eficacia probada... lo importante es cubrir las metas mensuales en materia de ventas y cobros.

Como he indicado anteriormente invierten cantidades ingentes de dinero como "filosofía", para esconder bajo la alfombra, planes de negocios relativos a la investigación que cínicamente llaman "científica". No es el bien social lo que determina las inversiones ni lo que determina las políticas sanitarias... es descarnadamente, la búsqueda de beneficios privados para un puñado de monopolios en connivencia con los gobiernos serviles. Si para eso hay que manipular y falsificar datos, si para eso hay que publicar revistas, organizar congresos y entregar "premios nobel"... no se detendrá una industria tan poderosa. No existe humanidad ni moral, una industria deshonesta que se disfraza con la palabra Ciencia para esconder su "filosofía" de negocios.

En el lado opuesto, los críticos, están desorganizados y no tienen más que pancartas y un bolígrafo para dar a conocer y trasmitir su mensaje; de todas formas, nadie quiere escuchar ni saber.

¿Cómo afrontar el problema?

Para poder solucionar el problema debemos reconocer primero que existe. La investigación debe centrarse en lo que desconocemos. Se debe estudiar la historia natural de las enfermedades, investigar terapias no farmacológicas, cuestionar los criterios de diagnósticos, ajustar la definición de conflictos de interés e investigar los beneficios reales a largo plazo de los medicamentos. Si no hacemos frente a los fallos de la medicina basada en la evidencia habrá un desastre, pero me temo que es un desastre que desgraciadamente nadie quiere ver.

Vivimos infestados de negligencia. Los más pobres son los más desprotegidos, no están bien alimentados, no pueden pagar medicamentos y en general no tienen posibilidad de atender su salud.

Mientras las enfermedades sean un negociado de comerciantes sin escrúpulos en el que estén aferrados como garrapatas muchos laboratorios, universidades, instituciones gubernamentales, hospitales y médicos... mientras existan personas sin seguridad médica... mientras reinen los hábitos y las manías patológicas que inoculan las mafias publicitarias en contra de la salud pública... viviremos una injusticia monstruosa que se ha naturalizado como emblema de las diferentes formas de corrupción.

Todos los días, encontramos personas en los hospitales, en espera de una consulta, padecen listas enormes de violaciones a los derechos humanos mientras, la industria farmacéutica, recibe beneficios fiscales y mueve inmensas fortunas. La conciencia social, brilla por su ausencia y precariedad.