Deceso voluntario, el suicidio

11 Dic 2018 lectura de 6 minutos
Deceso voluntario, el suicidio

Hace pocas semanas me llamó la hija de un gran terapeuta, dándome la triste noticia de que su padre había muerto.

Como puede desprenderse del título, en realidad, se había quitado la vida. Un dolor físico insoportable, que provocaba el grito, lo fue invalidando de poco a poco, hasta que, siendo alguien de carácter fuerte, decidió abandonar el cuerpo.

Años atrás, en medio de una experiencia terapéutica y personal, vi cómo trataba con amor a sus pacientes, era alguien excelente. Desde aquí un honroso recuerdo. De igual modo, por citar otro ejemplo, una paciente y amiga de Madrid, Inés, después de despedirse al típico modo del suicida auténtico y, por lo tanto, no darnos ninguno cuenta de lo que iba a hacer, en medio de una grave depresión, decidió lo mismo, dejarnos y olvidar el dolor.

A la sazón, alguien actualmente desaparecido, me conectó al ver que escribía sobre mi amiga, e intentó mantener que ese suicidio era algo meditado y lo que tocaba, lo que tenía que hacer pues era una decisión del Ser.

Esto abre el debate sobre si el suicidio, el derecho a la vida, son prescindibles o no, y no me veo capaz de tamaño desafío. La vida nos la dan, pero en el caso de ser insoportable, alguien puede considerar que es suya, y que puede devolverla a origen.

Yo solo puedo contar o explicar lo que siento espiritualmente, basado en lo que siento como algo revelado.

La vida en sí es un ensayo, una experiencia, en un escenario creado

Es la experiencia de lo limitado, de lo que tiene principio y tiene fin. A diferencia del Ser, que no conoce (bueno, ya está conociendo un poco), lo que es "límite", el empezar y acabar de algo, para nosotros lo que resulta inconcebible es lo infinito, pues no hay experiencia en tal cosa. Hasta donde puedo saber, aquí experimentamos una parte de lo que el Ser, llámale divino, trascendente, mente única, etc., no puede por sí mismo. Para ello se crea el espacio y el tiempo.

El espacio y el tiempo, en Oriente hace miles de años que saben que es relativo al punto del observador y que se modifica en la propia observación/creación. En occidente hace 100 años que lo hemos averiguado. "Relativo" significa que no es una realidad absoluta, pero es que tenemos que apuntar que ninguna de las creaciones lo es. Son relativas porque no son reales, simplemente se perciben y sirven al propósito de este escenario.

Múltiples dimensiones

Aunque para comprender más sobre lo que el Ser realiza, hemos de llegar al concepto de multiverso, esto es, empezar a pensar que este universo es solo uno de X posibles, y que, igual que un niño no tendría solo un juguete, el Ser crea tantos como necesita, y no son iguales. Por ejemplo, disponer de cuerpo físico, es también algo muy nuevo en la historia del Ser, y se circunscribe, igual que el espacio y el tiempo a una creación para un escenario concreto. Así comprendemos que el Ser se manifiesta multidimensionalmente, y no solo en un dimensión o universo/escenario.

Una vez entendemos lo que he dicho, observamos aprendizaje. El fundamental, es que el hace referencia a las tendencias. Aquello que repetimos y/o que se repite a mi alrededor, son las asignaturas de cada curso o vida, pues, una vez observamos con atención, parece que deseamos mejorar las que son molestas o tristes y por otro lado, incrementar las que ya nos hacen sentir bien.

En medio de este juego experimental, hemos de comprender que el aprendizaje, lo que se aglutina como crecimiento, no es tampoco unidimensional. Ocurre en muchos "lugares" y "tiempos" y todos van a parar al mismo Ser.

En sí mismo, perder una vida, es solo perder una de esas fuentes de aprendizaje. Quizás las tendencias que esa vida aprendía, se encuentran en etapa de comprensión igualmente en otras dimensiones del mismo Ser. En el sentido estricto, abandonar el cuerpo-escenario, es el fin de una de la fuentes milagrosas de crecimiento, pero no el fin de éste, pues sigue constantemente y, como indico, además puede tratarse exactamente de las mismas asignaturas-tendencias.

No puede haber juicio de valor en "bien" o "mal", visto desde la Gran perspectiva de una cosmogonía, que intenta aproximarse a las intenciones de la vida en sí, del Ser en sí, pero sí cabe pensar en la tendencia que se ha actuado en el acto del abandono, por ejemplo, en los casos que he descrito, motivado por el sufrimiento físico (en uno de ellos) o emocional en el otro. Esta tendencia, de abandonar por no poder más, no puedo saber si formaba parte de la actitud de la persona ya antes del motivo que le llevó de dejarnos. Si uno encuentra un gran amor, si es de verdad, debe luchar por él, y no abandonar. Si uno encuentra una dificultad, debe luchar por vencerla.

Pero... ¿quién puede saber si se trata de la tendencia al abandono o si se trata de saber perder y esa es la respuesta adecuada a otra tendencia, que es el sufrimiento? Justamente por ese motivo, no podemos juzgar en bien o mal. Quizás fue un aprendizaje inacabado, o al revés, es la respuesta correcta.

Lo que sí sabemos es que cabe esa duda que he planteado, no en juicio de valor, sino evolutivamente hablando. Y si cabe la duda, hay una circunstancia que nos lleva a sospechar que efectivamente , desde el punto de vista espiritual representa una tendencia inacabada, y es cuando el que decide marchar, lo hace en solitario, sin contrastar con otros, sin llegar a saber si es la respuesta evolutiva, pues la situación previa del que va a suicidarse, no la puede evaluar en solitario, precisamente por el dolor que todo lo tiñe.