La educación como la mejor opción terapéutica

Sergio Melich
16 Oct 2018 lectura de 13 minutos
La educación como la mejor opción terapéutica

Aunque suena increíble y muy contradictorio decir lo que el título esta diciendo, tengo mis razones. Y paso a compartirlas.

Pensemos por un momento en la más absurda de las verdades evidentes: prácticamente todas las terapias consisten en educarte para hacer las cosas de otra manera, distinta (y se pretende que mejor) a la que venía en tu chip de serie.

Si podemos ahorrarnos una intervención externa, y comprobar si de verdad era necesaria... ¿Por qué no? Lo tenemos fácil.

En la búsqueda de la mejora constante

Cuando hay dudas o sospechas de que algo falla, se suele hacer esto:

  • Preguntarse dónde estamos, cuál es nuestra situación.
  • Preguntarse dónde deberíamos estar.
  • Comparar y encontrar los motivos por los que no estamos donde deberíamos estar (si es que no estamos).
  • Delimitar y definir causas y problemas.
  • Proponernos soluciones.

Así es como se llega a la disyuntiva entre buscar intervención externa o sacarnos las castañas del fuego nosotros mismos.

Y en muchas ocasiones, por todos los motivos equivocados. Con eso me refiero a que es muy habitual querer tener más cosas y mejores condiciones. Y eso no implica que realmente haya o problemas o necesidades... Pero, y estaremos de acuerdo en esto; si no tienes problemas, no se te puede vender soluciones.

Así pues, si no tienes un problema te lo acaban creando.

Basta con venderte la imagen de una vida envidiable, absolutamente despreocupada... Y la sensación de que puedes encontrar tu forma de hacerlo también, si te educas siguiendo sus consejos, métodos y directrices (además de invitarte a creer que puedes escapar indemne de las consecuencias).

Y es muy probable que tú, que yo y que cualquiera caiga.

Porque es humano buscar la mejora constante.

Todos queremos tener más dinero. Vivir sin jefes ni horarios. Viajar por el mundo y trabajar en cualquier lugar con WiFi. Tener una relación de pareja fantástica, o varias (aquí cada uno a su aire). Ser dioses del sexo. Hacer más amigos. Estar en forma...

Y suma y sigue.

Ahora, hay que ser mejor vendedor que mentor... Y con eso te basta.

Por eso me apetece tocar un poquito en la llaga y ver si te remueve algo por dentro.

¿Necesito o no un profesional?

Dudando de si buscar ayuda y contratar un profesionalNo son pocas las quejas que he recibido de amistades, clientes y alumnos en cuanto a lo impersonal y lo doloroso que ha sido su paso por determinados servicios y consultas. No es algo individual, y debería resultar significativo que las personas que quieren dedicarse a hacer el bien a los demás les inspiren tamaño rechazo. Al menos, a mí me choca. Y en sí, esto es un ejercicio de autocrítica primero, y de conciencia expandida luego.

Sigamos hablando sobre lo que solemos hacer cuando creemos que hay un problema.

Cuando proponemos las alternativas, rara vez se nos ocurre confiar en nosotros mismos. Al fin y al cabo, nos hemos metido en el embrollo haciendo precisamente eso ¿Verdad?

¿Cómo fiarnos entonces de la idea de buscar ayuda fuera? ¿O de que haya un problema siquiera?.

Vamos a plantearlo de otra manera, entonces.

Algo ha apelado a nuestro deseo de aprender y avanzar para ser más felices y sentirnos satisfechos. Y ahí tenemos la primera decisión: ¿autodidacta, interdidacta o recurriendo a guías? Incluso mezclar todo eso para maximizar el impacto.

Ahora es cuando nos toca hacernos una pregunta más dura: ¿los problemas que yo veo y los deseos que tengo, son lo que realmente urge o necesito?

Hay una gran posibilidad de que no sea el caso. De todas maneras, al plantearnos eso es cuando ganamos en comprensión de la situación y creamos mejores respuestas a la misma.

Y no deja de ser aprendizaje... Sobre ti, sobre tu contexto y sobre la educación que buscas.

Supongamos que te decides por acudir a terapias en las que confíes, y lo hagas porque no hace falta esta comprobación de que realmente vas a sumar algo positivo para ti con esa experiencia.

Hay cosas que son terapéuticas bajo el velo de su propia magia. El baile. El teatro. Las artes marciales, y las artes en general. Todo aquello que te ponga en el camino de conocerte, recrearte y abrirte al mundo exponiendo y expresando tu ser acaba por hacer de terapia... Y de una forma realmente holística.

Con lo que, al final, una educación está sirviendo para resolver tus necesidades. Cuestión por la que muchos orientadores, psicólogos, coaches y terapeutas de toda índole te harán buscar cosas que hacer con tu vida. Cosas que realmente disfrutes y te representen.

¿Y cómo no? Si así resuelves las cuestiones de tu autoestima, de tu vida social, de tu salud y forma física y de tu desarrollo personal...

No es nada nuevo que a veces basta con vivir la vida

Ojo: vivirla. No es igual a pasar por ella como figurante.

Todos tenemos roles a los que nos debemos. El padre o la madre. El trabajador o el estudiante. El jefe o el profesor. El amigo. El desconocido. El amante. Miles...

Pero a nosotros únicamente nos interesan dos:

El que está presente en su vida, o el que va en piloto automático por la misma.

Por eso está tan de moda el mindfulness.

Por eso siguen vivas las filosofías orientales, tras no menos de cinco milenios de tradición.

Por la raigambre y por la plenitud que ésta atrae.

Y a veces, lo que tenemos que hacer es arraigarnos a nuestro ser. Preguntarnos y escucharnos realmente. Atender a lo que pensamos y sentimos, para conocer de verdad lo que experimentamos.

No deja de ser educación... Emocional en este caso.

Y ahora una cuestión curiosa.

Somos seres sociales

Somos seres socialesSabrás, por supuesto, que ya desde Aristóteles y su idea sobre el orden social, tenemos claro que somos seres sociales y que aprendemos mejor en conjunto... Pero no dejemos aparte el hecho de que no por participar del grupo debemos dejar de participar de nosotros mismos.

Toda vida se expresa a sí misma. Muchos de nosotros dejamos de hacerlo por poder formar parte del grupo.

Es obvio que es mucho más sencillo encajar si no te distinguen. Si no sienten que desafías su visión del mundo y su paradigma de vida. Si te creen "uno de los suyos".

¿Importa tanto eso? Sí y no.

Tu educación social hasta hoy te dirá que lo mejor es compartir aquello que disfrutes y que te mueva realmente, y que sea con personas que lo entiendan y disfruten como tú... E idealmente, con personas que te quieren y te aceptan incondicionalmente, tal y como eres... Que además te acompañan en el camino y te animan a seguir creciendo.

Sigo diciendo: esto es educación social en cierto sentido. Aprender a compartir la vida de forma positiva.

Y hasta ahora, solamente hemos ido a terapia por cosas que realmente la precisan.

La importancia del ojo crítico

Ojo y oído al asunto: NUNCA condenaré la curiosidad genuina y las ganas de probar cosas. Tampoco que si una persona encuentra beneficio real en acudir a consultas y terapias lo haga.

Lo que sí condeno es a los coleccionistas de soluciones que, sin embargo... Luego no aprovechan ninguna. Porque lo que les gusta es picotear de las mentes y las ideas de todos, pero la costumbre o lo que sea les parece mejor que poner el esfuerzo de aplicarlas.

Incluso una mala solución, siempre que no te mate ni te arruine la vida, te permite educarte mejor. Para tener más ojo crítico, para apostar por tu instinto y saber combinarlo con tu razón... Y para aprender a buscar experiencias óptimas, en sí.

Es algo que me ha costado un precio muy caro, y si puedo hacer algo por evitar que a otros les pase lo mismo... Mejor.

Algo que he aprendido gracias a la Psicología Vocacional es que todos tenemos los medios para tomar decisiones. Pero no todos sabemos cuidar de que sean las adecuadas.

Y gracias a mis experiencias personales, tengo un trasfondo del cual extraer esa enseñanza de la vida misma.  

La educación es una cosa muy curiosa

Es la que permite que sepamos decidir y construirnos como una mejor persona. Por eso se dice tanto aquello de "mucha cultura, pero poca educación". Y la educación, cuando atendemos a ella, la encontramos de formas muy diversas... Prácticamente en todos lados.

Está lo que te aporta tu medio, lo que te buscas por tu cuenta y lo que te "obliga a escoger" un sistema (que a fin de cuentas, tiene opciones para que uno se quede con la que más le atrae o la que menos engorrosa le resulte). Además, claro, de lo que se te hace llegar de tapadillo y asimilas sin pensar en ello.

Para todas esas cosas, el tiempo va haciendo que haya intereses y disposiciones diferentes. En general terminan siendo dos: o quieres cuidar de ellas, o empiezas a pasar y te da igual cómo acaben siendo las cosas.

No obstante, a mí me gusta mucho pensar en las posibilidades de cada una de esas opciones... Y apuesto por ellas, aunque no deje de ver el lado malo de cada una. Por eso quiero invitarte a pensar sobre ti, al mismo tiempo que me conoces un poco mejor.

He sido detractor del sistema educativo (en todas sus ramas y variantes) desde los 14 años, y mis amigos más cercanos se hartaron de intentar hacerme cambiar de idea sobre ese tema.

Sigo pensando que, tal como está configurado desde la Revolución Industrial, se quedó estancado. Ha sobrevivido hasta hoy pero se ha quedado obsoleto, y las soluciones propuestas parecen más parches para una barca que hace aguas por todas partes.

Pienso esto, pero también me gustan ciertas propuestas que hay para renovar e innovar en este ámbito (¡y eso que no conozco todas!). Y por eso me he metido a pedagogo. Porque conocer algo y participar de ello ayuda a transformarlo más que una simple crítica externa.

Sigo diciendo que una persona tarda mucho en encontrar su vocación a causa de la forma en que funciona esto; y claro, si es más dócil, maleable o fácil de confundir; terminará por fracasar o necesitar una reinvención... Usualmente con terapia del tipo que sea.

También he sido fan, usuario y a la vez enemigo de la educación autogestionada... Por las mismas razones que la tutelada, y por otras propias. 

Es muy importante que (cuando antes, mejor) nos formemos un criterio firme y una capacidad de transferencia mayor de lo usual. En otras palabras: necesitas tener claro que te servirá y te las tendrás que apañar para encontrarle utilidad a tu gusto...

Y eso no es algo fácil para nadie.

Cambiar el "qué es" o el "cómo se hace" por el "para qué sirve", y no quedarse con una sola respuesta ni omitir la propia solución... Una complicación que se tiende a evitar.

Es más normal que una persona promedio quiera resultados sin honrar el proceso. Que quiera los beneficios de la experiencia pero acortando, atajando o hackeando de algún modo la misma. Y eso me hace odiar las limitaciones y los problemas de creatividad que está provocando la cultura del life hacking.

Sobre lo que aportan los demás y el medio donde habitamos... No se puede negar que nos construimos tanto socialmente como en relación con nosotros mismos.

Aquí se puede seguir el criterio pragmático de Bruce Lee y quedarse con todo lo que nos sirva o aporte algo, y desechar lo que no.

Se puede también considerar que algunos aportes son dignos de desechar por no casar con nuestros ideales, intereses y estilo de vida (y lo hacemos más a menudo de lo que pensamos)...

Y aunque quisiera pasar de ello y no mencionarlo, no puedo. Ni quiero. Pues hay cosas que me escaman en este aspecto y que deberían despreciarse sin demora... Por dar ejemplos, los siguientes.

La cultura del miedo. El problema del prejuicio. La falta de transparencia y la necesidad de blindajes. Buscar chivos expiatorios. Shaming (tratar de humillar al resto) y gaslighting (tratar de enloquecer o hacer quedar por loca a la otra persona). Los "ismos" que aíslan y crean brecha en vez de acercarnos y aportar al bien de todos.

Demasiado para describirlo brevemente.

La curiosidad, la fortaleza y la autoconfianza

La autoconfianza para afrontar el proceso de cambio

A fin de cuentas, y resumiendo: odio esa tendencia a crear o inventarse problemas para que todo lo que da pingües beneficios a unos cuantos siga en marcha. A recibir groseras cantidades de dinero por dar paliativos en vez de soluciones, en especial en cuanto se refiere a aquello que se puede resolver sin complicaciones y sin generar problemas recurrentes para que nunca cese el lucro.

Pero de todas esas cosas, buenas o malas, como ya dije... Creo en la posibilidad de que logren hacernos pensar. De que consigan incomodarnos y que nos agitamos en el asiento. De que nos quiten el sueño y nos acerquemos llorando al amanecer, por no hallar un sentido claro al que aferrarnos. De que agiten nuestros mares internos y los vistan de tormenta.

Porque de ello, de ese crisol y templado bajo el fuego de la curiosidad y la insatisfacción, es de donde llegan los cambios y las mejoras en las condiciones.

En este caso, me gusta que en cuanto a educación haya personas que se preocupen por dar soluciones útiles y transferibles. Que se basen no en una teoría o un modelo que intente explicar lo inefable para que podamos hacer uso mecánico de ello; sino en una bonita mezcla de conocerse y expresarse a uno mismo, y de poner medios para alcanzar (con mediación de la propia identidad) los objetivos deseados; creándose por y para ello una curva de aprendizaje óptima y a la medida de cada cual.

En especial, me gusta la tendencia a ver a la persona como persona y probar a darle fortaleza y confianza, de hacer que crea en sus posibilidades y evalúe sus opciones... En vez de intentar tratarla como un caso más a resolver, y poner medios pautados que tal vez lo único que consiguen es agravar el problema.

En mi inventario de cosas que hacer antes de que me llegue la postrera, está el ayudar a cambiar las tornas en ese sentido.

La vida ya puso medios y oportunidades, y ahora toca aprovechar sus dones. Unos que tal vez todavía no sepamos, ni tú ni yo, valorar ni utilizar del todo adecuadamente... Pues, como dijo un genio, "yo tampoco sé vivir, estoy improvisando". Y probablemente, tú también.

Para mí es interesante y también importante conocer tus opiniones, tus pensamientos y tus aportes... Y por supuesto, tus experiencias con las terapias. Espero que te animes a sumar algo a mi crecimiento y me acompañes en el camino.