El sentimiento de culpa

Jordi Pla Garcia
8 May 2018 lectura de 3 minutos
El sentimiento de culpa

El sentimiento de culpa se vincula con el miedo a y/o el deseo de ser castigado. Muchas veces la culpa es contemplada como una cierta pérdida de equilibrio, y el castigo como la oportunidad o la inevitabilidad de volver a este equilibrio, de que "se haga justicia", podríamos decir.

No olvidemos que el sentimiento de culpa es uno de los medios de control y manipulación psicológica más utilizados en la historia de la humanidad y, ¿quien no ha intentado alguna vez que alguien se sienta culpable para lograr que haga algo que no quiere hacer?

Creo que las ocasiones en que podemos hablar del sentimiento de culpa como algo positivo son muy contadas, quizá como paso previo a que la persona se responsabilice de las consecuencias de los propios actos o a que empatice, cuando hay dificultad para hacerlo. Pero no se debe confundir responsabilidad, que siempre es positiva, y culpa.

Desde la responsabilidad hay una actitud reconocedora y, en la medida de lo posible, reparadora del daño hecho, mientras que la culpa no busca tanto la reparación como el perdón, es decir, evitar el castigo, sin darse cuenta muchas veces que la culpa es el castigo en sí, el castigo que nos auto imponemos. La idea de que el pecador (el culpable ) no tiene derecho al cielo es muy vieja en nuestra cultura, y el culposo no se siente con derecho a ser feliz, su " conciencia" no se lo permite.

Dolor generado

Para superar el sentimiento de culpa hay que responsabilizarse de uno mismo y de las consecuencias de los propios actos (cualquier otra cosa son consuelos o justificaciones ). A eso nos solemos referir cuando decimos que alguien "se ha perdonado a sí mismo" . Y ello conlleva el reconocimiento de dos cosas: el derecho incondicional a buscar la propia felicidad y la necesidad de la reparación del daño hecho.

Cuando es posible la reparación, a menudo es mucho menos costosa que la culpa sostenida en el tiempo. Sin embargo, si no es posible reparar el daño, siempre cabe la posibilidad de hacerlo indirectamente: sí no puedo devolver aquello que he quitado o no lo que he roto no se puede arreglar, siempre puedo pagar la deuda que he contraído conmigo mismo haciendo algo bueno por el mundo, aunque el o los beneficiarios no sean aquellos a quienes he perjudicado en un principio.

Por otro lado, decía Fritz Perls que allí donde encontramos culpa, debemos buscar el resentimiento. En este sentido, podemos contemplar la culpa como retroflexión, es decir, como agresividad hacia el exterior (resentimiento) que la persona ha volcado hacia sí misma.

He podido comprobar en numerosas ocasiones, como una vez la persona ha podido tomar conciencia y expresar ese resentimiento, puede dejar atrás el sentimiento de culpa y abrirse a otra forma de contemplar la situación que dio origen al resentimiento, de la que a menudo los diferentes actores son corresponsables.

Por eso, si nos sentimos atormentados por la culpa, en muchos casos reconocer y expresar el resentimiento oculto será el camino más directo para reencontrar la paz.