Sobre el concepto de libido o energía vital

Fran Moreno
30 Abr 2020 lectura de 9 minutos
Sobre el concepto de libido o energía vital

Como en todo lo conceptual corremos el riesgo de perdernos, de confundir el mapa con el territorio. Según las fuentes, las acepciones del concepto son múltiples y a menudo contradictorias. Por ejemplo, el diccionario de la R.A.E. y el imaginario colectivo conciben la libido como equivalente al deseo sexual.

Desde el psicoanálisis, a pesar de constituir uno de sus conceptos fundamentales sobre los que se asienta su praxis clínica y sobre los que más se ha escrito en la literatura psicoanalítica, el concepto dista mucho de ser claro y comprensible, tal y como lo reconoce el Diccionario Laplanche de Psicoanálisis «Resulta difícil dar una definición satisfactoria de la libido. Por una parte la teoría de la libido ha evolucionado con las diferentes etapas de la teoría de las pulsiones; por otra, el concepto mismo dista de haber recibido una definición unívoca.».

En el paradigma psicoanalítico primero se habló de libido como parte de la energía psíquica que correlacionaba con los instintos sexuales para finalmente distinguir entre los instintos de vida (Eros) equivalente a la libido y el instinto de muerte (Tánatos).

Más concretos fueron los postulados y concepciones de Wilhelm Reich, discípulo brillante de Freud quien llevó las hipótesis de su maestro al laboratorio (me refiero a la concepción de libido que desarrolla Freud hasta 1920). Reich en su libro «The discovery of the Orgon. The function of the orgasm» (1942) y erróneamente traducido al castellano como «La función del orgasmo» (libro éste escrito por Reich en 1927) más que de libido habla de sexualidad y de energía sexual o bioenergía. Sexualidad entendida en sentido amplio como la energía que guía el desarrollo evolutivo del ser humano y que de circular libremente lleva al placer, la relajación y al poder desarrollar las más altas potencialidades humanas. Sin embargo y desgraciadamente, este no es el estado del ser humano moderno en el que la energía, en formas de excitaciones vegetativas, no puede fluir libremente debido a la presencia de contracciones musculares crónicas (acorazamiento ejercido por la coraza caracteromuscular) fruto de una educación autoritaria y represiva:

«El individuo educado en una atmósfera de negación de la vida y del sexo, contrae angustia de placer (miedo a la excitación placentera), que se manifiesta fisiológicamente en espasmos musculares crónicos. Esa angustia de placer es el terreno sobre el cual el individuo recrea las ideologías negadoras de la vida que son la base de la dictadura. Es la base del miedo a una vida libre e independiente» (Reich, 1942).

«La estructura caracterológica del hombre actual –qué está perpetuando una cultura patriarcal y autoritaria de hace de cuatro mil a seis mil años atrás- se caracteriza por un acorazamiento contra la naturaleza dentro de sí mismo y contra la miseria social que le rodea. Este acorazamiento del carácter es la base de la soledad, del desamparo, del insaciable deseo de autoridad, del miedo a la responsabilidad, de la angustia mística, de la miseria sexual, de la rebelión impotente así como de una resignación artificial y patológica. Los seres humanos han adoptado una actitud hostil a lo que está vivo dentro de sí mismos, de lo cual se han alejado. Este enajenamiento no tiene un origen biológico, sino social y económico. No se encuentra en la historia humana antes del desarrollo del orden social patriarcal.» (Reich, 1942).

La libido en el laboratorio

Las afirmaciones de Reich no son fruto de la elucubración filosófica sino que se basan en una sólida observación de un gran número de casos clínicos así como en experimentos de laboratorio donde pudo demostrar la naturaleza bioeléctrica de la libido o energía sexual. Tal y como afirma Serrano (2011) fue en la universidad de Oslo, en 1937, donde desarrolló una serie de experimentos en los cuales demostró que las experiencias placenteras van acompañadas de una mayor carga periférica de las zonas erógenas, siendo esta la variable esencial que correlacionaba con el placer experimentado, esto es, las manifestaciones fisiológicas genitales (lubricación vaginal, erección del pene, etc.) se daban en todos los sujetos experimentales, sin embargo, los incrementos significativos de la carga bioeléctrica periférica sólo aparecían en aquellos individuos menos neuróticos que subjetivamente experimentaban mayor placer y tenían capacidad de abandono vegetativo. Fue así como Reich comenzó a mesurar la libido en un contexto experimental y concreto.

Reich, posteriormente relacionó la libido o energía sexual con la energía universal, acercándose así a concepciones orientales que postulan la existencia de una energía universal denominada Prana en la Antigua India, Qi o Chi en China, Ki en Japón y Pneuman en la Antigua Grecia. A pesar de no haber tenido contacto con estas disciplinas orientales que trabajan con la energía vital (yoga, zen, chi kung, artes marciales, etc.) Reich llegó en algunos puntos a concepciones similares al de éstas, sin embargo, fue un hombre de su tiempo, gravitando buena parte de su trabajo en torno a lo sexual como principio explicativo de las enfermedades mentales y buena parte de las físicas. No obstante y como he dicho entiende la sexualidad de forma amplia, como el principio vital que guía el desarrollo evolutivo.

La libido entendida de forma holística: un ejemplo concreto

Veamos un caso particular: en el bebé humano (siempre y cuando exista una adecuada relación madre-hijo-otros factores del sistema familiar) el acto de mamar es concebido como una función sexual desde el paradigma reichano, en el sentido de que lleva a una descarga energética de la boca del bebé y del pecho de la madre, descarga vivida como muy placentera y en algunos casos experimentando orgasmos (consúltese la obra del obstetra Michel Odent).

Además, este ejercitamiento de las necesidades propias de cada periodo evolutivo (en éste ejemplo la función de mamar), es guiado y dirigido por la energía sexual/libido/o bioenergía (son conceptos equivalentes), esto no sólo posibilita la satisfacción de las necesidades básicas, llevando al placer y a la relajación (cuando las condiciones son las óptimas), también hace posible la integración de funciones biológicas en el organismo humano que permiten la armonización de funciones motoras, perceptivas, emocionales, relacionales y otras, posibilitando las bases de una sana maduración del organismo.

Si por el contrario las condiciones no son óptimas, pongamos por caso una madre estresada y con poco tiempo para dar de mamar a su hijo de una manera tranquila y armoniosa, la relajación y satisfacción no llegan y son desplazadas por la tensión y la frustración, estados altamente displacenteros que de mantenerse en el tiempo, llevará al bebé a endurecer la zona de la boca con el fin de perder sensibilidad y distanciarse de tan dolorosas sensaciones, creando zonas de tensión y falta de contacto, este proceso, evidentemente consume energía que en buenas condiciones se dedicaría al aprendizaje y a la integración de funciones, requisito indispensable para un desarrollo armónico y una vida libre, gozosa y no neurotizada.

Y... ¿en qué quedamos?

Resumiendo, podemos entender la libido como la manifestación humana de la energía universal, del Principio Creador que se manifiesta en todo lo existente. No se trata de un mero concepto abstracto, sin embargo y como también apuntó Reich el ser humano de nuestro tiempo se encuentra por lo general acorazado, defendiéndose de la vida, siendo incapaz de sentir la misma y el misterio que es, sólo en raras veces, cuando por los procesos que sea, se abre una brecha en nuestra angosta coraza caracteromuscular somos capaces de vivir el misterio de la vida... entonces se nos quita la tontería. En una de estas ocasiones que me tocó vivir escribí:

"La vida es...

LA VIDA ES"

Por suerte no estamos condenados, el acorazamiento y la miseria cotidiana pueden disminuir considerablemente, ahora bien, todo tiene su precio y este es un camino que requiere esfuerzo, perseverancia y valentía, pero sobretodo requiere método: frecuentemente hace falta emprender un proceso psicoterapéutico con una perspectiva holística que necesariamente incluya al cuerpo.

Otra opción complementaria (a condición de haber desarrollado un mínimo adecuado de estructuración armónica de la personalidad) es emprender lo que Alan Watts denominaba caminos de liberación: disciplinas como los yogas, el chi kung o el zen (entre otras) que adecuadamente seguidas y con la guía de un maestro competente pueden transformar la vida de raíz, esto no implica que la vida pase a ser un mundo perfectamente feliz como el que se empeñan en vendernos la publicidad o ciertos libros de autoayuda pseudoespiritualoides, la vida es lo que es a pesar de nuestras distorsiones (y el dolor y la pérdida forman parte de la misma al igual que el placer y la alegría), eso sí, con método adecuado se lleva de otra manera y podemos soltar mucho lastre, ¡seamos felices carajo!.

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