Elegir terapeuta si sigues un camino espiritual

Fran Moreno
20 Abr 2015
Elegir terapeuta si sigues un camino espiritual

Ayer un amigo, comprometido seriamente en una práctica de meditación budista me pedía consejo para elegir un psicoterapeuta, los dos estábamos de acuerdo en que era necesario que el psicoterapeuta tuviera experiencia personal en manejarse en los estados expandidos de consciencia, que preferiblemente estuviera comprometido en una vía espiritual y sobretodo que conociera lo que el psiquiatra Stanislav Grof denomina "Emergencias Espirituales", veamos pues.

En primer lugar, para hablar de los estados expandidos de consciencia, tenemos que definir previamente los estados ordinarios o normales de consciencia. Considero los estados ordinarios de consciencia como el estado "normal", entendido como normalidad estadística, esto es, el modo de sentir, pensar y percibir que con sutiles variaciones comparten la mayor parte de personas que viven en una cultura y momento histórico determinados. Dicho de otro modo, los estados ordinarios de consciencia reflejan la percepción de la realidad consensuada, la que compartimos con la mayoría de nuestros coetáneos. Siguiendo al psiquiatra John N. Nelson (1994) podemos distinguir tres estados normales o ordinarios de consciencia: vigilia, sueño SOL o sin sueños (SOL hace referencia al tipo de ondas que aparecen en el encefalograma: sueño de ondas lentas) y el estado de sueño MOR (sueño con movimientos oculares rápidos) que es donde aparecen los sueños.

Por oposición y complementación a la definición anterior, los estados modificados de consciencia son todos los que difieren de los ordinarios. Entramos aquí en un vasto territorio donde tienen cabida los estados de consciencia consecuencia de enfermedades orgánicas (tumores cerebrales, demencias, alteraciones endocrinas, psicosis orgánicas, encefalitis...); los provocados por las drogas y ciertos fármacos; los derivados de trastornos psicoemocionales (estado depresivo profundo, ataques de ansiedad, cuadros delirantes, etc.); así como los estados expandidos de consciencia, entre otros. Los cambios que dan lugar a la alteración del estado normal de la consciencia pueden ser tanto cuantitativos (incrementos y disminuciones de las funciones normales) como cualitativos (aparición de funciones diferentes y patrones de funcionamiento nuevos).

Si bien los estados expandidos de consciencia constituyen una subcategoría dentro de los estados modificados, en el sentido de que modifican cuantitativa y cualitativamente el funcionamiento "normal" de la consciencia, no suelen ser negativos como otros estados modificados. Los estados expandidos de consciencia, según el Dr. Fericglap (2011) se caracterizan por ser expansivos, evolutivamente constructivos y proporcionar un incremento de consciencia y no la regresión ni la involución. Esto es, posibilitan el crecimiento de la persona: se despliegan las capacidades inherentes del ser humano (incluida la capacidad de transcendencia); son expansivos en el sentido de que durante estos estados el foco de consciencia/atención se amplía insospechadamente pudiendo iluminar regiones del inconsciente biográfico, perinatal y/o transpersonal de forma inaudita, posibilitando profundas liberaciones físicas y emocionales que si son bien acompañadas e integradas en la vida ordinaria favorecerán cambios saludables y duraderos en el individuo; los cambios así vividos quedan integrados en la totalidad de la persona pasando a formar parte de sus fortalezas, actuando como motor de crecimiento y oponiéndose a las fuerzas involutivas.

No obstante, cuando una persona, por el medio que sea accede a un estado expandido de consciencia y no se produce una adecuada integración de lo vivido, o después de esta experiencia el foco de atención/consciencia no se ajusta a un patrón armónico adecuado para funcionar en la realidad ordinaria es cuando hablamos de una Emergencia Espiritual. Estos casos pueden ir desde pequeños desajustes temporales (aunque casi siempre dramáticos en el sentido de que suponen un desafío a la anterior manera de vivir y suelen provocar miedo) hasta casos gravísimos que duren varios meses y en los que la persona que los atraviesa necesitará acompañamiento y cuidados constantes, sin embargo, manejados adecuadamente el pronóstico es excelente y proporcionan a la persona una evolución considerable. Se trata de un tema complejo que abordaré en otro artículo (la complejidad es tal que la psiquiatría y psicología clínica ortodoxa suelen diagnosticar estos casos como de enfermedades mentales graves y con mal pronóstico), pero como digo este es otro tema que en su momento abordaré.

En resumen, a mi manera de verlo, un psicoterapeuta que acompañe a personas que están siguiendo una práctica espiritual deberá de estar transitando su propio camino espiritual, esto posibilitará un lenguaje común, un lenguaje que irá más allá del lenguaje, pues apuntará a un conjunto de experiencias compartidas por terapeuta y paciente, experiencias que por otra parte en muchos casos son de naturaleza transracional y que son difíciles de atrapar y comprender mediante las redes del intelecto. Además, el terapeuta al estar andando su propio camino le son familiares las experiencias del paciente y en este sentido confiará en la naturaleza del proceso. Veamos un ejemplo: cuando se está liberando la energía y recuerdos correspondientes a los chakras del plexo solar y del corazón (segmentos diafragmático y torácico en terminología reichana y bioenergética) pueden aparecer espectaculares catarsis acompañadas de intensos dolores y movimientos corporales involuntarios (sacudidas de las extremidades, convulsiones, etc.) que el terapeuta debe saber manejar, esto con el tiempo posibilitará la liberación de una energía que había estado fijada por los mecanismos de defensa, que ahora pasa a estar disponible y que bien manejada posibilitará el crecimiento y la evolución de la persona. Acabaré con un ejemplo similar que cita el maestro budista Jack Korfield (1997):

"El tercer chakra, en el plexo solar, se asocia a menudo con la voluntad y el poder, y su apertura puede iniciarse con experiencias de tensión y miedo, dolor y tirantez, contracción o respiración dificultosa. Podemos reexperimentar los modos en que nos hemos reprimido a la hora de actuar, o los modos en que hemos retenido nuestra respiración por miedo. A medida que dicho chakra se abre, pueden producirse erupciones de rabia y frustración. Lo que puede desembocar en una tremenda liberación de energía: puede darnos la sensación de un enorme poder interior del ser; y nuestra respiración y actos pueden hallar una nueva claridad y espontaneidad".

Para saber más:

  • "Camino con corazón: una guía a través de los peligros y promesas de la vida espiritual". Jack Kornfield. Ed. La liebre de marzo.
  • "Más allá de la dualidad. Integrando el espíritu en nuestra comprensión de la enfermedad mental". John E. Nelson. Ed. La liebre de marzo.
  • "La tormentosa búsqueda del ser: una guía para el crecimiento personal a través de la emergencia espiritual". Stanislav Grof. Ed. La liebre de marzo.