Facilitación craneosacral

Fernando G. Redondo
20 Abr 2015
Facilitación craneosacral

La idea del terapeuta como facilitador lleva el reconocimiento del potencial curativo natural e inherente que posee el organismo humano. Nuestra labor fundamental es facilitar un ambiente de apoyo en el que las experiencias del paciente puedan desenvolverse con libertad.

Nuestro trabajo se realiza a través de las manos, de la palpación, del diálogo y de la presencia en el silencio (el espacio abierto).

Aprender a palpar para facilitar requiere mucha práctica, sutileza y una mente abierta, confiar en uno mismo y en el proceso del cliente/paciente; confiar plenamente en que aquello que experimentas, y estás sintiendo, es real y verdadero. En esta práctica y en el aprendizaje de la palpación la intuición es tan importante como el intelecto; las dos son fundamentales y hacen que seamos facilitadores completos en el acompañamiento hacia la sanación.

A través de la palpación recibimos información en el cuerpo, sobre el cuerpo y alrededor del cuerpo.

La misión del facilitador

Nuestro cometido, es esperar con atención paciente a que el tejido hable y escuchar, dejar que ocurra lo que tenga que ocurrir, y estar ahí; experimentar observando lo que pasa por nuestra conciencia pero sin influir, sin manipular, escuchando el tejido y mostrar como en un espejo la historia del paciente. Esta es nuestra labor, y dejar que la consciencia actúe, que el propio cuerpo del paciente encuentre las vías por las que es posible la solución.

Ser facilitador es ayudar sin invadir. Con mucho respeto y suavemente el cuerpo siempre nos dirá lo que necesita.

Queremos descubrir la historia que hay detrás de las dolencias, una historia personal que ha desembocado en una patología y que requiere de nuestra facilitación y acompañamiento.

Las técnicas que nos han sido trasmitidas son auténticas "joyas" en nuestras manos, fruto de una tradición de terapeutas que han practicado y demostrado sus beneficios a lo largo de muchos años de experimentación. Es necesario dominar estas técnicas para luego visualizar las estructuras internas y aplicar los tratamientos.

A quien desee la salud, hay que preguntarle primero si está dispuesto a suprimir las causas de su enfermedad. Sólo entonces será posible ayudarle
Hipócrates

Como ya sabemos, la salud es un conjunto armonioso entre cuerpo y mente. Todo cuanto nos rodea es interdependiente, el facilitador sabe que la interdependencia es la base de su labor. Por esto mismo, es necesario encontrar nuestra propia armonía para poder ser facilitadores y asistentes participando en el movimiento de la vida y hablar con todos los aspectos de la persona. Para alcanzar este objetivo se requiere una formación científica y humanista.

Como dice Hipócrates, es necesario hacer ver que al igual que el facilitador se prepara para comprender en su integridad al cliente, también este ha de hacer su trabajo comprometiéndose con el proceso de su sanación y haciendo aquello que sea necesario para alcanzarlo. Sin este compromiso no puede haber avances.

Ser profesional

Ser profesional significa estar siempre aprendiendo, más aún si realizas un trabajo en el que necesitas comprender a la persona en todos sus aspectos. Por esta razón, a los conocimientos anatómicos, fisiológicos, etc., hay que añadir también una base psicológica y, como no, también espiritual.

Esto nos ayuda a establecer la empatía, la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de comprender sus sentimientos, sus emociones, dando oportunidad a que se abra a la comunicación terapéutica

La empatía

El aspecto más importante de la terapia es la interacción humana.

El facilitador terapéutico puede ser cualquier hombre o mujer capaz de convertirse en un canal inteligente en aras de la salud. En este sentido el facilitador terapéutico lo es siempre y en todo lugar y, en primer lugar, ha de sanar su propia vida que le permite empatizar con el cliente, la predisposición y las ganas de servir.

La empatía es sentir dónde esta la otra persona, qué momento está atravesando y escuchar atentamente lo que en ocasiones se dice sin palabras. Comprender su temor, su desconfianza ó cualquier emoción que en ese momento solicite nuestra atención. La palabra dicha en el momento adecuado es liberadora y suscita que las defensas se aplaquen permitiendo que salga a la luz lo más importante en ese momento.

Como facilitadores terapéuticos trataremos de evitar determinadas actitudes que son de escasa ayuda para el cliente, tales como la falta de interés, el distanciamiento, la simpatía exagerada, las prisas, etc,.

Para lograr todo lo anterior tenemos que crear una relación de ayuda con nosotros mismos, es decir, si puedo percibir mis propios sentimientos y aceptarlos, entonces puedo establecer una relación de ayuda con otra persona.

La suavidad

El sanar es un arte, que en nuestro caso, siempre está relacionado con las manos. En ocasiones, una mano suave y hábil que guíe los movimientos relajados de otra persona puede despertar recuerdos ligados a posturas olvidadas o emociones relacionadas con traumas del pasado.

Todos necesitamos ser tocados y comprendernos en esa relación. Esto se consigue solo con un tacto preciso y de gran suavidad, respetando siempre los procesos individuales que son distintos en cada persona, con nuestras manipulaciones suaves restableceremos el movimiento, la naturaleza hará lo demás.

Uno de nuestros objetivos principales es aliviar las tensiones musculares y permitir que los sentimientos reprimidos lleguen a la conciencia, ya que las tensiones crónicas de nuestro cuerpo son señales de algún conflicto que ha dejado a la persona con un miedo sin resolver. Tenemos que abrirnos paso a través de estos miedos y procurar eliminarlos para lograr tener el corazón abierto a la vida; una emoción que ha sido reprimida se expresa como dolor en alguna parte del organismo.

Nuestra memoria está constituida por imágenes almacenadas que aunque ya no tengan existencia real, producen respuestas fisiológicas reales cada vez que las recordamos. Por esta razón no debemos añadir más dolor al dolor con manipulaciones que resulten dolorosas o precipitadas con el propósito de ser más eficaces.

El cuerpo es el más sabio y sabe encontrar la solución, que en la mayoría de las ocasiones escapa a nuestro control.

La paciencia

El paciente se busca a sí mismo a través de nuestra facilitación, ayudando a que descubra por sí mismo la profundidad de su momento interior, no hay prisa por llegar, descubrimos que la vida es un proceso y que la meta es el presente.

Debemos liberarnos de los resultados, cada persona tiene su tiempo para sanar, para establecer un diálogo con su médico interno y para reconciliarse interiormente.

El que desee la salud tiene que estar dispuesto a suprimir las causas de su enfermedad y esto lleva un tiempo de aceptación y cambios de hábitos adquiridos: lo curativo puede ser un esfuerzo que no todos aceptan.

Jung dice: en muchos casos psiquiátricos el paciente tiene una historia que no se relata y que por regla general nadie conoce. Para mi la verdadera terapéutica comienza solo después de la investigación de dicha historia personal.