El sueño lúcido

Fran Moreno
7 Dic 2016
El sueño lúcido

A todos nos ha ocurrido alguna vez que en mitad de un sueño nos decimos "esto no puede ser, estoy soñando", usualmente pasa cuando ocurre algo descabellado y tomamos consciencia de que eso, en el mundo de la vigilia, no es posible.

Así, podemos definir el sueño lúcido como el estado de consciencia que nos permite estar conscientes o "despiertos" mientras estamos soñando. El término fue acuñado en 1898 por Frederik Van Eeden, utilizando la palabra lúcido en el sentido de claridad mental. Pero ha sido el psicólogo e investigador de la universidad de Stanford, Stephen Laberge, el que demostró científicamente que los sueños lúcidos existen. Anteriormente, la ortodoxia de la comunidad científica, en su modus operandis habitual, prefería mirar hacia otro lado a pesar de las abrumadoras evidencias antropológicas y de miles de testimonios que decían haber experimentado sueños lúcidos.

¿Cómo adquirir lucidez?

El Yo (nuestra identidad) en la vigilia es el mismo que en los sueños, sin embargo, en estos últimos la capacidad crítica y racional suele estar muy mermada hasta que empezamos a entrenarla. Por ejemplo, estamos soñamos que volamos y en vez de decirnos "esto debe de ser un sueño", solemos emplear la racionalización y decirnos "debo de llevar una especie de motor a propulsión que me permite volar". Por esto, para adquirir lucidez onírica uno debe entrenarse en lo que el Dr. Laberge denomina pruebas de realidad, es decir, entrenarnos en detectar acontecimientos que son imposibles en el mundo de la vigilia. Personalmente, por ejemplo, durante el día, al menos durante seis o siete ocasiones me pregunto "¿esto es un sueño?" e intento hacer algo imposible en la vigilia (normalmente volar) y si no lo consigo me digo "ok, estoy despierto", de lo contrario tomó consciencia de que estoy soñando y actúo en consecuencia.

¿Y qué gano con la lucidez?

La lucidez es una tendencia evolutiva. No es este espacio para desarrollar el tema de la evolución de la consciencia y cómo ésta también afecta al mundo onírico, sin embargo, la lucidez onírica representa uno de los hitos de la evolución de la consciencia y sólo ha podido aparecer en el ser humano gracias a la adquisición del lenguaje.

En términos generales, podemos decir que los sueños constituyen (entre otras cosas) una tentativa de solucionar los asuntos inconclusos de nuestras vidas y también de solucionar nuestros problemas diarios. Esto ocurre de manera inconsciente, ya que por lo general no solemos recordar nuestros sueños, pues se produce una amnesia fisiológica: al despertar se produce un cambio abrupto en la bioquímica cerebral que pasa de la neurotransmisión colinérgica típica del sueño REM a la adrenérgica del estado de vigilia. Por esto, si no apuntamos los sueños inmediatamente al despertarnos se desvanecen, a no ser que se traten de sueños muy significativos, que por ser emocionalmente más relevantes se recuerdan por más tiempo.

Por lo tanto, mediante el recuerdo sistemático de los sueños, el análisis de los mismos y posteriormente, mediante la lucidez, tendremos una herramienta excepcional para realizar aprendizajes, ensayar nuevas conductas y ser excepcionalmente creativos. Además, una vez desarrollada la lucidez, tendremos a nuestra disposición un mundo donde todo es posible y en el que gozamos de una libertad casi absoluta, y es que como dijo Schiller «La libertad existe tan solo en la Tierra de los Sueños».

Otro aspecto nada desdeñable, es que al despertar y durante el día arrastramos sensaciones y emociones resultado de lo que hemos soñado, y sí, lo contrario también es cierto: los contenidos de los sueños también se ven influenciados por lo que hemos vivido en la vigilia, de hecho, Freud, pronto advirtió que en casi todos los sueños aparecen contenidos e imágenes de lo que se ha vivido durante la vigilia.

Resumiendo, el trabajo consciente con sueños nos permite darnos cuenta de nuestros asuntos inconclusos: cuando recogemos un mínimo de treinta sueños y los analizamos vemos que se repiten personajes, emociones, situaciones, etc. y que éstas no son en absoluto aleatorias, tiene que ver con nuestra historia, con lo más íntimo de nosotros mismos. Además, al tomar consciencia de los asuntos inconclusos y puesto que en los sueños podemos ensayar nuevas conductas y realizar aprendizajes, podemos ir resolviendo estos, sintiéndonos mejor en el día a día. Pero las ventajas no acaban aquí: podemos hacer casi cualquier cosa que nos planteemos, desde explorar los estados de consciencia, pasando por tener relaciones sexuales con quien deseemos a irnos de parranda a los anillos de Saturno, en sueños todo es posible. Y si es una lástima desperdiciar la vida y vivirla inconscientemente, el mismo axioma lo podemos aplicar a la vida onírica: como dice la Dra. Barea (2001):

Cada noche soñamos unos cien minutos y eso representan unos 25 días al año, ¡casi un mes de vacaciones!
Dra. Barea (2001)

¿Y qué precio hay que pagar? ¿Tienen algún riesgo?

"Teatro mágico
Entrada no para cualquiera
¡Solo para locos!"

(El lobo estepario, Hermann Hesse)

No se asuste, mi querido lector, como se suele decir en psicopatología "loco" no es quien quiere sino quien puede. Los sueños lúcidos en ausencia de enfermedad mental grave no tienen ninguna contraindicación ni existen pruebas de que incrementen el riesgo de sufrir psicopatologías.

El único precio que hay que pagar es el tener que desarrollar un hábito nuevo con la disciplina y esfuerzo que esto conlleva, sin embargo, conforme desarrollamos la disciplina, firmeza y esfuerzo correcto, nos damos cuenta de que son unos de los mejores regalos que podemos hacernos. Desarrollar estas cualidades nos fortalece, nos entrena para dar lo mejor de nosotros en los momentos difíciles y poder así enfrentar la situación lo mejor que podamos... ¡Ah, se me olvidaba!, la persona que se adentra en el apasionante mundo de los sueños se verá confrontada con su sombra, inevitablemente aparecerán aspectos de la existencia que hasta entonces no ha mirado: cielo e infierno, luz y oscuridad, vida y muerte, se fundirán en una danza apasionante de donde emerge lo humano, como escribió en un apasionante artículo sobre Giger y su arte el psiquiatra Stanislav Grof:

"Fuera del camino.
No hay salvación.
Mira
tu también estás ahí.

 El que tema, que no mire
quien no se encuentre así mismo en Giger
que se aparte.

No hay salida, aquí,
ve adelante.
Elimínate

o encuéntrate en ello.
Lo verás todo.
De la muerte a la eternidad.
De la oscuridad a la luz.
De la ilusión a la certeza.
De las mentiras a la verdad.
La muerte acaba. La vida empieza."

¿Por dónde empezar?

Si este artículo ha resonado en ti, te recomiendo encarecidamente leer el libro de Consuelo Barea "El sueño lúcido: Descubre quién eres y quién puedes llegar a ser mediante la lucidez onírica", este excelente libro además de contener rigurosa información constituye un auténtico método práctico para adentrarse de forma segura y sistemática en el mundo de los sueños lúcidos.

Antes de entrenar la lucidez lo primero que hay que hacer es recoger un mínimo de treinta sueños y analizarlos (sobre el análisis de los sueños hablaré en otro artículo), así trazamos nuestro mapa onírico: vemos qué nos está pasando, empezamos a entender el porqué y decidimos hacia donde queremos ir.

Después iremos entrenando la lucidez, y tras la primera fase de análisis viene la síntesis: resulta conveniente crear un grupo de soñadores donde poder compartir con otros nuestras experiencias, dibujar escenas y mandalas relacionados con nuestros sueños, escribir nuestra historia personal en forma de mito, etc. Pero la lucidez sin consciencia de lo que está pasando, no sirve de nada, como dice Consuelo Barea (2001): «La lucidez bien entendida nos puede ayudar de noche y de día en nuestro desarrollo como seres humanos, pero mal entendida nos puede hacer creer que hemos traspasado todos los umbrales cuando no hemos visto siquiera el primero». Ya lo dijo Antonio Machado:

Tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: despertar.