¿La felicidad enferma?

Rosa Flores Buisson
25 May 2015
¿La felicidad enferma?

El "negocio del bienestar" que nos vende botellas de refresco, automóviles último modelo, viajes por el mundo, vacaciones de una semana, moda o cursos de no se qué... es interminable, porque el ser humano no deja de perseguir ese ansiado premio: la felicidad.

Pero es precisamente esa búsqueda la que en algunos casos origina la enfermedad. Se ha comprobado que el estar frecuentemente pensando y evaluando si se es feliz o no, lleva a la soledad y a la depresión.

Las personas que aceptan que la vida tiene momentos difíciles, y se preparan para ellos, en vez de buscar únicamente el bienestar (utilizando cualesquiera medios), logran un mayor equilibrio, una mayor salud emocional. Quienes cambian la queja - sobre aquello que no va de acuerdo a nuestros deseos-, por un sentimiento de gratitud por lo vivido (lo positivo y lo no tanto) y toman cada evento como una enseñanza en el camino hacia la superación personal, tienen más posibilidades de disfrutar una vida sana.

El psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, en sus tratados sobre el fluir, demuestra que la completa absorción del individuo en una actividad, sería una de las mejores experiencias vitales. Esto se logra cuando hacemos algo que nos gusta o en lo que somos buenos. Fluimos como el agua, como la sangre que circula por nuestras venas. Ahí no hay tiempo para cuestionarse si se es feliz o no. Hay un compromiso total.

Estudios llevados a cabo en la Universidad de Berkeley, California, comprobaron que las personas que ponen un gran valor en su búsqueda de la felicidad derivan en mayor problemas de salud mental que los que no. Los grados de ansiedad y depresión se incrementan. Las expectativas son demasiado altas e irrealizables. Lograr los estándares que los vendedores de ilusión nos ofrecen, resulta muy difícil.

Si solamente dejáramos de tratar de ser felices, podríamos pasarlo bien.
Edith Wharton.

 

Tendemos a olvidar que la felicidad no aparece como el resultado de conseguir algo que no tenemos, sino al reconocer y apreciar lo que sí tenemos.
Frederick Koenig.

No todo puede estar bajo control

Verdad es que hay ocasiones en las que gracias a nuestra acción logramos metas. Pero en otras, se presentarán acontecimientos que no habíamos previsto y que quedan fuera de control. Y nos cogen desprevenidos. A menudo, no estamos preparados para lo imprevisible. Queremos tenerlo todo controlado. Y cuando algo se sale de lo esperado, viene la frustración.

Las falsas creencias

Son nuestras propias creencias las que muchas veces limitan el bienestar que buscamos. Pensamos que seremos felices (como en un cuento de hadas) cuando nos casemos..., cuando seamos independientes..., cuando terminemos los estudios..., cuando obtengamos aquel importante trabajo... Porque participamos en un juego de creencias que nos lleva a pensar que un logro concreto nos dará el tan ansiado premio. "Y vivieron felices y comieron perdices".

La felicidad es mucho más que lograr nuestros deseos. Es algo más significativo y gratificante que el cumplimiento de aquellos objetivos que la sociedad y la cultura han ido forjando, encasillándonos en determinados patrones. Día a día se nos vende la idea de que, a través de ciertos artículos o acudiendo a determinados sitios ("resorts", islas con encanto, playas paradisiacas), encontraremos el "Santo Grial". De Lunes a Viernes y 11 meses del año soportamos cada día de trabajo como una tortura, únicamente a la espera del "tiempo libre".

Y en ocasiones llegamos tan cansados a esa "meta" que ya no lo disfrutamos. Y ni qué decir de las caras de las personas cuando regresan de las vacaciones. Algo así como la cara de aquellos del "Corredor de la Muerte".

¿Es parte de nuestras creencias el pensar que el trabajo no ha de causar placer?

¿Qué es la felicidad?

¿Y entonces, qué es la felicidad? Pensadores como Confucio, Mencio y Aristóteles, trataron de definir la felicidad. Más recientemente, Abraham Maslow, con su pirámide de las necesidades humanas, y Martin Seligman, a través de la Psicología Positiva y sus estudios sobre el bienestar y la felicidad, apuntan a que las personas más felices reúnen una serie de virtudes tales como la resiliencia, la autoestima, la gratitud y la estabilidad emocional.

Se ha mostrado, por ejemplo, que la influencia de los ingresos económicos sobre la felicidad no es relevante una vez cubiertas las necesidades básicas. A partir de un determinado nivel, mayores ingresos no aportan mayores niveles de felicidad. La calidad de las relaciones interpersonales aparece entonces como uno de los factores asociados a un mayor bienestar psicológico.

Lo que se denomina como "Buena Vida", se alcanzaría cuando trabajamos por obtener virtudes y fortalezas y las empleamos apropiadamente para mejorar nuestras vidas, en vez de tratar de cambiar las circunstancias que quedan fuera de nuestro control. Pero es también saber que no siempre alcanzaremos aquello que ansiamos y que la felicidad no estriba en conseguirlo porque es un placer efímero.

Una vida con significado

El último estadío en el camino a la felicidad sería la Vida con Significado, aquella en la que encontramos un sentido de realización al emplear nuestras fortalezas en un propósito más elevado que aquel centrado en la satisfacción personal. Algunos llaman a esto "altruismo".

Es en la consecución de estas virtudes que la "Psicología Positiva" considera que una persona puede llegar a disfrutar de una "Vida con Significado".

Una vida significativa es una vida creativa, en la que uno pone las virtudes por las que ha trabajado al servicio de los demás. Así, la generosidad consistiría en un compromiso por abordar retos enfocados al servicio de otros. Como decía Helen Keller: "Mucha gente se hace una idea equivocada sobre la verdadera felicidad. No se consigue satisfaciendo los propios deseos, sino siendo fieles a un cometido que merezca la pena".

Decimos que somos felices cuando las cosas nos van bien. Sin embargo, vemos que esto se acaba pronto, o más pronto de lo que quisiéramos. Esa sensación efímera se vuelve más sólida cuando el objetivo transciende del ámbito personal. La vida con significado genera un sentimiento de bienestar más duradero. El sufrimiento se ve aliviado en la búsqueda de un fin ulterior y cobra un sentido de aprendizaje.

En su libro "El Hombre en Busca del Sentido", el psiquiatra Viktor Frankl narró sus experiencias como prisionero en un campo de concentración nazi, y observó que había personas que encontraban significado a la vida en medio de aquel horror, porque "la más importante de las libertades humanas es la de poder escoger la actitud con la cual nos enfrentamos a las circunstancias". La fuerza motora está en la búsqueda del significado más que de la felicidad en sí.

Es la responsabilidad de cada uno hacer de su existencia lo mejor. Y esta tarea pasa por la aceptación y la búsqueda del significado a la hora de abordar tanto los hechos positivos como los llamados "negativos". Debemos buscar la lección positiva en cada evento. Nuestra salud va en ello.