¡Hazte amigo de tu inconsciente!

01 May 2018 lectura de 4 minutos
¡Hazte amigo de tu inconsciente!

¿El inconsciente? Quita, quita. A mi no me hables de esas cosas...

Esta es una de las contestaciones más habituales cuando estoy desarrollando una sesión, bien de terapia, bien de coaching, o en alguna conversación más informal. A muchas personas les provoca cierto malestar cuando pronuncio la palabra inconsciente o mente inconsciente.

Pero ¿qué es el inconsciente?

Para los propósitos de este artículo, el inconsciente es simplemente todo aquello que normalmente está más allá de nuestra conciencia.

¿En alguna ocasión tras la decisión consciente de cambiar determinado comportamiento o hábito te has encontrado "cayendo" en lo mismo? Seguro que si. Bien, pues esto sucede porque en la mayoría de los casos nuestra mente consciente, por sí sola, se muestra incapaz de estar constantemente cambiando conductas y comportamientos que no le pertenecen. Si hubiésemos decidido conscientemente tener esas conductas, podría haber sido sencillo un cambio voluntario simplemente con tomar la decisión. Pero no es así. Están clasificadas en una parte de nosotros de la cual no tenemos conciencia.

¿Qué es lo que hace el inconsciente?

La mente consciente es muy limitada. Solamente puede centrar su atención en 7+/-2 partes de información; más allá de ese límite se sobrecarga.

Sin embargo, hay una gran cantidad de información que continuamente está pasando a través de nuestros cinco sentidos sin que seamos conscientes de ello. Por ponerte un ejemplo, antes de que termines de leer este párrafo, lo más probable es que no hayas sido consciente del peso de tu cuerpo sobre la silla, de tu respiración o de algunos objetos de tu alrededor hasta que ahora te lo he indicado :). Sin embargo tu inconsciente ha captado y registrado ese flujo de información.

También tu inconsciente continua realizando un seguimiento de tus memorias y tus planes aún cuando no estés pensando en ello a propósito. Por ejemplo resulta fácil volver a pensar en algo que hicimos o a alguien que vimos ayer. Todas esas cosas las almacena tu inconsciente para ti.

Esta parte desconocida y a veces mal interpretada, se encarga también de nuestros procesos corporales, tales como la respiración, la digestión, el latir del corazón, es decir, funciones sobre las que el ser humano no posee un control directo y consciente.Tu inconsciente también procesa información y toma decisiones. Lo hace principalmente en el sueño cuando dormimos y no somos conscientes de lo que vamos a soñar o de cómo se van a desarrollar nuestros sueños.

El inconsciente también está a cargo de una gran variedad de conductas, comportamientos y sentimientos que una vez fueron aprendidas conscientemente y de un modo tan perfecto, que han acabado haciéndose automáticas e inconscientes. El aprendizaje del lenguaje es una buena muestra de ello.

La mayor parte de esas conductas que efectuamos de modo inconsciente son deseables y beneficiosas y nuestro inconsciente está al cuidado de su realización de un sinfín de detalles para “aliviar” a nuestra mente consciente de que una abrumadora cantidad de información la bloquee. ¿Puedes imaginarte o complicado y extenuante que sería caminar si tuviéramos que elegir con exactitud y de un modo consciente qué músculos utilizar y su coordinación?

Sin embargo, la mente inconsciente es responsable de algunos comportamientos y hábitos que son contraproducentes o inútiles como morderte las uñas, fumar o cualquiera otra conducta no deseada. Fueron útiles en algún momento de nuestra historia personal, tuvieron un propósito positivo en nuestra experiencia y ahora es muy probable que tengamos que actualizarlos. Pero esto es “harina de otro costal” y objeto de quizás otro artículo J

¿Qué te parece las cosas que hace nuestro inconsciente para nosotros? ¿No merece la pena que le consideremos un buen amigo? Hay algunos que no hacen tanto por nosotros.

El inconsciente no es algo malo por naturaleza, es también la fuente de bienestar. No sólo oscuridad sino también luz, no sólo bestial y demoníaca, sino también espiritual y divina.
Carl Jung