La importancia del coaching tántrico en el siglo XXI

Juankar García
30 Dic 2018 lectura de 3 minutos
La importancia del coaching tántrico en el siglo XXI

Hay directivos, jefes, mandos intermedios, entrenadores, siempre los habido y habrá… que se quejan de su gente todo el tiempo.

Consideran a su equipo como un conjunto de incapaces a los que les falta compromiso y que ni siquiera entienden lo que ellos les piden. Esta actitud refleja de por sí una mirada crítica, cínica y de superioridad, ya no sólo jerárquica, sino también intelectual.

Por otro lado, no se desarrolla una honesta reflexión sobre la capacidad de conducción que esos mandos y jefes actuales poseen.

Un líder, por definición, es alguien que lidera. ¿Obvio? Pareciera no ser tan obvio.

Ser líder es mucho más que disponer de un cargo jerárquico. La jerarquía no nos convierte en líder, sino que el liderazgo se mide por la capacidad para transmitir una visión y encontrar gente que, convencida, avance en esa dirección.

Destaco el “convencimiento” de los seguidores porque no considero líder a alguien que logra imponer un trabajo sólo a través del miedo y la intimidación. Una cosa es ser líder y otra muy distinta es ser un simple jefe, directivo o mando intermedio.

Uno de los rasgos más evidentes de los líderes es la habilidad para atraer a los otros, no un conjunto de intenciones o un programa, , sino porque comunican un extraordinario mensaje de compromiso que atrae a la gente.

El verdadero líder maneja la atención a través de una visión precisa que pone a los otros en un lugar donde no han estado antes.

El líder necesita primero tener una visión clara de la perspectiva, de su propio convencimiento y de la necesaria claridad en la comunicación para que su equipo pueda visualizar y saborear un punto de llegada aún antes de haberlo vivido. Un verdadero líder anima a que los demás se vean como nunca se vieron y se animen a realizar lo que nunca realizaron.

Pero siempre en función de un foco claro de atención, siempre en pro de un objetivo bien definido.

Que se pueda convertir a nuestros jefes, mandos, directivos, entrenadores en líderes menos quejosos y más esperanzadores es casi imposible ya que deben avanzar primero ellos mismos en su propio convencimiento y compromiso en su propia visión y empezar a mirar en su propio ombligo de que es de lo que va mal. Después quizás podrán empezar a profundizar a otro nivel para que puedan alentar a otros a que se animen a visualizar con un nivel de progreso que hasta ahora nunca se imaginaron.

Ese es el trabajo del coaching tántrico del siglo XXI.