Terapia de armonización personal

27 Dic 2018 lectura de 3 minutos

La terapia de armonización personal es una técnica que nos ayuda, como su nombre indica, a armonizar aquellos aspectos de nuestra personalidad que están impidiendo que nuestra energía fluya de manera equilibrada entre mente, emociones y cuerpo físico.

Un tipo de trabajo en el que se canaliza la información desde nuestra Presencia o Yo Superior. Abrirnos a ese nivel de profundidad, es lo que nos permite acceder a todo lo que ha quedado grabado en nuestra memoria celular y en los registros del alma, bajo formas distintas. Al estar ancladas y condensadas de forma arquetípica, o a través de creencias, que hemos incorporado como nuestras y que pertenecen a la memoria colectiva que ha generado la humanidad, las recogemos y asumimos como propias, determinando así, una forma de conducirnos por la vida. Con lo cuál, estamos esclavizados a estereotipos que nos encadenan y por tanto, nos alejan de nuestra verdadera identidad.

El protocolo a seguir es sencillo, la persona que recibe la terapia, tan sólo debe dejarse guiar por las indicaciones del terapeuta, que le llevará a hacer un trabajo de inmersión, adentrándose en los vestigios del tiempo, en los hechos que todavía mantienen un movimiento pendular en nosotros.

Conocer todos los rescoldos que producen un fuego demasiado avivado, no deja de implicar un reto, que nos llevará a alejarnos de todo aquello, que hasta ahora, nos ata a su contenido. Cuando liberamos la carga que llevamos, se traduce en nosotros como fuente de alegría, de tranquilidad, de paz, de armonía, o de generosidad,… etc. Dependiendo de la tesitura de los hechos.

El contenido de la información a la que somos llevados a rescatar y sanar, es la causante de una serie determinada de dolencias, perturbaciones de carácter, o una forma arrolladora de actuar, que nos sobrepasa.

Al ir al origen que lo produce, nos permite erradicar de raíz todas las secuelas que se derivaban de ello. La puerta de entrada a la memoria del alma, queda establecida bajo signos poco visibles para nosotros, pero de forma simbólica, las imágenes fluyen, se muestran mentalmente, las recogemos y nos sirven como hilo conductor para acceder a niveles más profundos de conciencia, donde está la información primigenia y nos permite diluir, borrar y sanar todo lo que nos estaba ocasionando un daño irreparable, constituyendo la base del iceberg del que nosotros tan sólo atisbamos ver esa alteración de ánimo, ese dolor, o esa falta de valoración personal. El fondo o meollo del asunto, siempre es más grande respecto a la problemática externa en que se plasma su manifestación.

Se suelen hacer ciclos de cinco sesiones, pues aunque no hay un propósito mental a la hora de dirigir la terapia, es nuestra Presencia, la que hábilmente, en cada uno de estas sesiones, marca las pautas de trabajo y cuando se han terminado, descubrimos que hay un hilo conductor entre ellas, que conforman un anclaje perfecto, igual que las argollas de una cadena, dando como resultado una integración total de nuestros vehículos inferiores (mente, cuerpo y emocional) con los diferentes niveles superiores de conciencia desde los que hemos accedido a la información personal.