Perseverancia y cambio

Fran Moreno
7 Dic 2016
Perseverancia y cambio

Muchas veces me encuentro con personas que quieren cambiar algo en su vida, perseveran un tiempo, se esfuerzan durante ese periodo y después lo dejan. Cuando les pregunto suele haber consenso en las respuestas: "Yo soy así"; "desde pequeño he sido así"; "soy muy mayor para cambiar"; "no soy yo solo, a los demás también les pasa"; "la cabra siempre tira pá el monte"; etc.

A principios de enero, después de los propósitos de año nuevo o a mediados de septiembre tras las vacaciones, resulta fácil ir al gimnasio, aprender el idioma que nos hemos propuesto, comer más sano, dedicar tiempo a ese proyecto que anhelamos, pero ... ¿qué pasa a los cuatro o cinco meses?

Muy sencillo, hay personas que han incorporado su propósito y su anhelo a la vida cotidiana, están en ello y trabajan en ello: disfrutan, se frustran, celebran logros, sufren fracasos, hay vaivenes, como en la vida misma.

Y otras, por el contrario, abandonan sus propósitos ¿qué les ha pasado?, pues casi lo mismo: seguramente han tenido momentos en que han disfrutado, se han frustrado, han celebrado algún logro y también han tenido fracasos.  Entonces ...

¿Qué diferencias hay entre uno y otro tipo?

Pues sí, es obvio que los primeros perseveran y los segundos no. Pasemos pues, a profundizar un poco más en esto de la perseverancia.

Perseverancia: una de las claves del cambio

La inspiración existe pero tiene que encontrarte trabajando
Pablo Picasso

Obvio ¿no? Sí, pero frecuentemente obviado. Vemos que dice "trabajando", en gerundio, que según la R.A.E. es la forma invariable del verbo que denota acción y estado duradero. Y ahí voy, a la acción.

Resulta fácil actuar cuando las cosas van bien, pero el pesimismo y la inhibición nos carcomen cuando nos toca vivir un día de perros. Circunstancias adversas siempre van a existir, es ley de vida y negar el principio de realidad no suele traer buenas consecuencias.

Así que ante las dificultades, hay personas que asumen éstas, actúan desde la sabiduría, sabiendo que todo pasa, que el único momento de poder es el presente y que dependiendo de lo que hagan ahora se generarán unas circunstancias más o menos propicias.

Actuar de esta manera requiere un estado de consciencia que en muchos casos debe ser entrenado, requiere saber aplazar las recompensas inmediatas, necesita de cierta ecuanimidad mental y emocional para contener la frustración momentánea y requiere no perder de vista nuestra visión original, esto es, el propósito o proyecto en el que estamos embarcados y nuevamente, realizar este entrenamiento requiere de la perseverancia.

Como veis, en esto no caben medias tintas: se hace hacia la autorrealización, hacia lo que de verdad queremos y anhelamos o se nos llevan los demonios cayendo en la frustración, la pereza, el victimismo y el reproche hacia los otros y la vida por eso que "nos ha tocado vivir".

¿Por dónde empezar?

"Caminante no hay camino, se hace camino al andar"
Antonio Machado.

El secreto está en la acción, en la acción correcta. No me refiero a la hiperactividad cafeínica y bipolar norteamericana, que como una peste se extiende por todo el mundo desplazando modos de vida locales y mucho más sanos, no es esto. La acción correcta, incluye el descanso (que no la pereza).

Esta acción correcta no sólo es externa: surge de uno y vuelve a uno, modificando su carácter, haciéndolo más flexible y afinándolo con lo que de verdad somos, centrándonos en nuestra existencia, como decía Fritz Perls:

"Sin un centro estamos perdidos,
Nos tambaleamos sin tomar posiciones.
Sí: gelatina y rigidez,
Y clisés y desilusiones
Caracterizan al hombre moderno
De mil novecientos sesenta"

El autodominio de sí, el manejo adecuado de las pasiones (jamás se trata de reprimirlas, sino de canalizarlas hacia aquellas metas que nos aporten felicidad) y el desarrollar el don (capacidad de darse) son elementos que en todo momento histórico y en toda cultura han valorado las mujeres y los hombres de bien, formando parte de lo que Aldous Huxley llamó la Filosofía Perenne, esto es, el conjunto universal de verdades y valores comunes a todos los pueblos y culturas.

Respecto a cómo desarrollar tan nobles cualidades no voy a dar ningún manual ni consejos particulares, en primer lugar, porque es responsabilidad de cada uno tomar las riendas de su existencia y, en segundo, porque más allá de lo dicho no creo que existan soluciones generales que puedan aplicarse a todo el mundo.

Seamos felices, es nuestra responsabilidad y ¡no lo dejéis para mañana que la vida vuela!