La vida, según nuestra propia experiencia

11 Dic 2018 lectura de 5 minutos
La vida, según nuestra propia experiencia

A partir de la historia de la paciente a la que le dejó su "dulce" novio....

Hace años, en un momento de su terapia, mi paciente P se sintió alegre porque había prosperado una relación con un chico, que además se presentó en consulta para prestarse a ayudar en el caso. Parecía un muchacho muy dulce.

Pude ver, aparentemente, un gran amor y ambos igualmente así lo relataban.

El chico provenía de otras relaciones familiares y conyugales (era separado), donde el maltrato sucedía a menudo.

De repente, la relación empezó a cambiar y el chico acusó a mi paciente de haberle maltratado, en acciones que jamás pudo objetivar...aunque inicialmente reconoció en el despacho haberse dejado llevar por su forma de ver las cosas. Un consejo de su novia, no podía ser un maltrato, a todas luces.

En los meses siguientes, siguieron esos esquemas. Por ejemplo, la paciente ofrecía clases y, en una de ellas, llamó la atención a un alumno. Inmediatamente fue acusado por su novio de ser maltratadora.

En consulta le pregunté al chico, si la advertencia en la clase, que reconoció haberse dado cortésmente, era mejor o peor que el estrangulamiento (y verdadero maltrato) del padrastro del chico, a lo que me contestó que la corrección de su novia había sido mucho peor, que llevaba muy mala energía y no hacían falta voces para que fuera mucho peor que ese estrangulamiento, cuestión que, comprenderán, no se sostenía por ninguna parte.

Como esta acción, muchas más, hasta que de un día para otro, el novio desapareció.

Algo que fue ocurriendo con el tiempo fue el ninguneo, multiplicar por cero a su novia y esto se llevó al extremo al final, bloqueándole en todos los medios, prohibiéndole hablar con miembros de su familia, etc., etc.

La chica después, aunque pasó unos meses complicados, creció mucho, y finalmente se siente plena y dichosa, lógicamente, más feliz ahora que habiendo conocido al fantástico novio, que presentó dos años una determinada cara. La paciente comprendió que, por más dulce y amoroso que se hubiera pretendido mostrar, en realidad contenía mucha violencia.

Pero, esto ha sido solamente el contexto, para llegar al punto que quisiera reflexionar.

Mi paciente también se retiró de tanto desprecio, pero al final, muy reconstruida, miró de establecer contacto amistoso, solo por intentar conservar algo de aquella, aparentemente, dulce historia.

Y, viendo el estado del chico, era lógico el resultado: cero.

La pregunta que la chica se hizo fue, dentro de su estado pleno, cómo era posible no poder construir una amistad, no poder pasar página y ser personas.

Y esto creo que es importante, más allá del entorno terapéutico, ya en el terreno del crecimiento personal y espiritual:

  • A veces hacemos la pregunta solo desde nuestra perspectiva: La chica no tenía nada que perder, ya que nada tenía al respecto de su ex-novio, y se había deslindado de todo afecto de pareja, incluso deslindado de todo residuo de malestar con esa persona. Había pasado ya el tiempo suficiente. Y sobre todo, se sentía plena y feliz.
  • Pero no se daba cuenta, y fue el punto final de su terapia, que el chico no se encontraba en la misma posición.

El débil era el que había acusado y había dejado de un plumazo la relación, aunque en primera instancia quien sufrió más fue mi paciente.

Podía seguir enfadado con ella, por los motivos que fueran, o peor aún, pensar que podía engancharse con su antigua novia de nuevo (pues en más de una ocasión le indicó que desaparecer era la forma de alejarse y no sentir nada) o emplear el ninguneo (que es agresión por la pasividad), como medio de castigo... y, en cualquier caso, fuere lo que fuere, indicaba que su evolución era pobre, incapaz de reconstruir por un motivo u otro e incapaz de responder.

No se trataba de que mi paciente no le interesase, pues aún siendo así, una lacónica respuesta o saludo cortés, se hace con quien sientes indiferencia, sino que su continua defensa y alejamiento ocurría por algún motivo poco constructivo y debilidad.

De modo que, una vez la mujer pudo comprender que eran las dificultades de él, unas u otras, las que le impedían construir o ser cortés y no el valor de ella misma, dejando de pensar que no era mujer suficiente para ese violento, dejó pasar la historia, compasivamente, y con la sensación de que realmente, lo que dejaba pasar era bien poca cosa, esperando que el Amor llegase algún día a las puertas de la violencia.

Es donde quería llegar: Nos planteamos la vida y sus sucesos, según nuestra propia experiencia y según nuestro propio estado. Sin embargo llevar esa percepción al otro, supone un error, como refleja la nueva capacidad de la chica y la incapacidad del chico, aunque ella le suponía inicialmente atributos, que simplemente no tiene.

El objeto externo es lo que es, no lo que añadimos nosotros a su aspecto seminal, y jamás el objeto externo debe ser protagonista de mi Ser, sino, finalmente, Ser lo que tu Eres, el OM.