Si pudieras ser cualquier otra persona

Ana Lloveras
6 Nov 2015
Si pudieras ser cualquier otra persona

¿Te has preguntado alguna vez, si pudieras ser cualquier otra persona, quién serías?

Seguramente alguien más atractivo, o más listo, más rico o más sabio que tú. O tal vez alguien más atrevido y aventurero. Lo cierto es que estamos todo el tiempo rodeados de prototipos donde poder elegir. Las revistas, la televisión, los anuncios y hasta nuestro entorno nos invitan constantemente a cambiar, a ser alguien diferente de quienes somos.

Muchas veces, después de tanto tiempo identificándonos con modelos externos, somos incapaces de identificarnos con nosotros mismos ya que hemos perdido el contacto con nuestro yo. Entonces vivimos con la sensación de que no tenemos suerte. Creemos que los otros siempre tienen más, son mejores o hacen cosas más interesantes que nosotros.

Nos infravaloramos porque no llegamos a conseguir ser ese estándar de belleza, salud, o éxito que nos han impuesto. Y, sin embargo, ¿te has preguntado alguna vez quién serías si fueras Tú?

¿Te imaginas ser tú?

Si fueras tú... ¿sabes qué harías diferente, cómo actuarías o qué pensarías?

Si no tú, quién; si no ahora, cuándo; si no aquí, dónde.

Muchas veces la familia, el entorno y la sociedad, en su afán de protegerte, pueden llegar a menoscabar tu autoestima. Procuran cuidarte y defenderte de lo que consideran dañino, así que deciden qué es lo mejor para ti y te convencen sobre qué debes ser, hacer y tener para ser feliz.

Tarde o temprano puedes empezar a menguar, sobre todo si no te permiten expresar tus cualidades, ni desarrollar tu capacidad de aprendizaje concediéndote la libertad necesaria para poder tomar tus propias decisiones, y el espacio para experimentar, equivocarte y madurar. Te alejas de este modo de tu ser interior para identificarte cada vez más con objetivos externos que no siempre están en resonancia contigo.

Aunque está claro que a eso le solemos llamar educar, es inevitable que, llegado el momento, te preguntes dónde estabas TÚ mientras tanto y quién ha estado viviendo tu vida por ti durante el proceso.

Los demás, bien sea por amor, protección o costumbre, han podido considerar que eras vulnerable, débil o incapaz para tomar las riendas de tu propia vida. Tal vez porque a ellos también, en su día, les hicieron pensar igual, y crecieron con esa imagen distorsionada de sí mismos.

Si tú no decides ser tú mismo, siempre habrá alguien para convencerte ser otra persona.

El problema es que te hayas podido llegar a creer lo que los demás hayan proyectado sobre ti: que no eres capaz, que no te mereces, que no eres suficiente, o lo que sea que te esté impidiendo expresarte tal como eres.

Sólo por hoy seré YO

Tal vez en estos momentos de tu vida estés buscando reconectar con tu verdadero yo, o, al menos, acercarte un poco más a él. Quizás porque sientas que eres más de lo que te han hecho creer, o porque una voz interior te esté llamando para que vayas a su encuentro.

Es por eso que quiero proponerte un ejercicio un tanto especial. Este ejercicio, o juego, consiste en que durante un día entero seas TÚ. Veinticuatro horas seguidas siendo tú mismo.

¿Y qué significa ser tú? Significa actuar con coherencia, permitiendo que tanto tus pensamientos, como tus emociones, tus palabras y tus acciones estén alineados con tu verdad, sin permitir que haya disonancia entre ellos.

Cuando alguien dice YO, se refiere a pensar, sentir y actuar sin interferencias.

Te doy un ejemplo que te ayudará a entender mejor el concepto de coherencia. Imagínate que conoces a alguien que no te gusta y con el que no te sientes cómodo. Sin embargo, cuando te encuentras con esa persona le saludas fervorosamente y elogias todo lo que hace. Más tarde, con tus amigos, te explayas descalificándolo con argumentaciones varias aunque, en el fondo, realmente lo que sientes es envidia ya que te gustaría tener el mismo éxito que él.

En cambio, si me permito ser Yo mismo y estar es sintonía, revisaré esta experiencia para “ordenarla” en mi interior: entonces tal vez me dé cuenta que esa persona se merece el éxito que tiene; que un saludo breve y cortés, cada vez que nos encontramos, sea más adecuado y que resulta absurdo hablar mal de esa persona cuando apenas conozco nada sobre su vida.

Otro ejemplo podría ser este: en un momento dado tal vez le dices a alguien que vas a ir a verlo tal día, aunque sientes que no te apetece, con lo que te pones de mal humor porque piensas que es una obligación, y, finalmente, llegado el día, no vas. Si estás haciendo el ejercicio de ser TÚ, tal vez aproveches para ser consecuente y simplemente no le dices a esa persona que vas a ir a verla.

Aunque este ejercicio deberíamos plantearlo más bien como un juego, ya que se trata de hacer lo mismo que hacen los niños: vivir en la sinceridad de quienes somos. Sin mentirnos ni mintiendo a nadie y manteniéndonos fieles a nosotros mismos durante todo el tiempo.

Escoge el día que mejor te vaya para jugar al juego maravilloso de ser tú. Póntelo fácil y no elijas una fecha clave en la que sabes que estarás muy comprometido o que te será imposible conectar realmente con tu niño interior. Se trata de un juego y de disfrutar. De permitir conocernos mejor.

Tal vez siempre has deseado desayunar en la cama pero nunca lo has hecho porque te han dicho que eso es una marranada y que las sábanas se ensucian y que luego la cama se llena de migas. Bueno, puede ser que así sea, pero...y qué?

¿Te imaginas siendo TÚ todo un día? ¿No es magnífico?

Olvidamos que somos los auténticos directores de nuestras vidas y nos permitimos, en cambio, vivir como víctimas. A veces simplemente deseamos ser otra persona, ser alguien más, porque, en el fondo, no sabemos quiénes somos en realidad.

Este juego que te planteo tal vez te ayude a conectar con partes de ti que te son necesarias en este momento y que te permitan recordar quién eres en realidad, ya que en ocasiones nos basta con reactivar una parte que creíamos olvidada de nosotros para sentirnos más plenos y felices.

Y tú, si pudieras ser cualquier otra persona, ¿quién serías?