Qué es el método Hakomi o la terapia centrada en el cuerpo

Georgina Burgos Gil
17 May 2018 lectura de 13 minutos
Qué es el método Hakomi o la terapia centrada en el cuerpo Recomendado

El método Hakomi o la terapia centrada en el cuerpo de Ron Kurtz es una terapia centrada en el cuerpo, una terapia ascendente que va desde lo somático a lo cognitivo integrando las emociones. El método Hakomi se fundamenta en la plenitud de conciencia, la no-violencia y el cuerpo.

A continuación se presentan algunos de los principios y técnicas del proceso que implica este método y que suele tener lugar en una sesión de hora y media, en función de los requerimientos de la persona.

Antes de empezar

Para aplicar esta terapia, es necesario establecer primero una relación terapéutica con el cliente, ya que si no se ha creado esta relación - para Rogers - curativa, es imposible que una persona pueda sentirse segura para vivenciar la experiencia que proporciona Hakomi.

Ron Kurtz, creador del método Hakomi

Un modo de conseguirlo es a través de la relación terapéutica basada en la aceptación incondicional, la empatía y la congruencia. Por ello, no es recomendable aplicar el método el primer día.

Cómo se lleva a cabo la sesión

Al inicio de la sesión, el terapeuta deja hablar al cliente con plena libertad, mientras se hace una idea de cuáles son sus intereses, preocupaciones, sensaciones y sentimientos profundos en ese instante.

Se realiza una declaración de contacto para alcanzar la plenitud de conciencia

El terapeuta guía a la persona hacia la plenitud de conciencia de la experiencia estando atento a las señales corporales y realizando una declaración de contacto que consiste en nombrar lo que se está viendo en la persona: un ceño fruncido, una sonrisa, un enlentecimiento de la respiración...

La lectura de las señales del cliente se llevan a cabo en diferentes niveles: cognitivo, corporal, emocional... Se trata de contactar con la persona, de escucharla, de estar atento a los cambios sutiles de los gestos, de la postura... y devolverle después una mirada reflexiva, más calmada, de lo que sucede en su experiencia presente. En consecuencia, el terapeuta lee las señales y discrimina qué es significativo.

La declaración de contacto siempre es de algo que está ocurriendo aquí y ahora (en caso alguno del pasado). Por ejemplo: “Cuando hablas de lo que ocurrió con tu hijo, noto un pequeño temblor en tu mano”. La declaración de contacto se realiza en el instante en que la persona emite la señal, nunca a posteriori, y es breve y sencilla.

Tras lanzar la declaración de contacto, es necesario dejar un tiempo (permanecer en silencio) para que el cliente pueda focalizarse en el tema y en lo que le está sucediendo. Se trata de fluir, y no quedarse en la racionalización de lo cognitivo. La persona, centrándose en el cuerpo y en la experiencia, transitará de la conciencia ordinaria a la conciencia plena, y el terapeuta acompañará realizando un seguimiento de los estados de conciencia del cliente.

Se alcanza la conciencia plena

El silencio tras el contacto es esencial para permitir la toma de conciencia de algo, o insight, y para comunicar al cliente que se le está escuchando y se le permite ir hacia donde quiera ir. Se trata de un proceso no directivo, donde no se hacen preguntas ni se dan consejos, solo se está presente acompañando a la persona en el flujo de su experiencia. Lo primario es la experiencia; por el contrario, las palabras son secundarias.

A modo de ejemplo, el modo de llevar a conciencia plena al cliente puede ser el siguiente:

Ahora si te parece bien observa... no tienes que hacer nada... puedes permanecer en una actitud abierta, dejar que mis palabras te lleguen y prestar atención a tu experiencia... es posible que aparezca un pensamiento, una sensación, una imagen, un sentimiento... un recuerdo... quizás un impulso, un cambio en la tensión muscular... o quizás nada. No está mal que no ocurra nada. Simplemente observa...

Tras alcanzar el estado de conciencia plena, el objetivo es evocar una experiencia que nos lleve a una creencia nuclear de la persona.

En general, si se ha establecido bien la relación y el punto de interés, la persona suele entrar en un estado de conciencia plena. En caso de que no fuera así no seguiríamos con el proceso, ya que no tendría sentido pues en estado de conciencia ordinaria no es posible evocar la experiencia significativa.

Se evoca una experiencia significativa en plenitud de conciencia

Es importante insistir en que para evocar una experiencia significativa es necesario intervenir en conciencia plena y no en conciencia ordinaria.

El cliente puede cerrar los ojos, quizás hable de forma más suave y pausada, se relaja y entra en niveles de conciencia más profundos. El terapeuta también entra en conciencia plena y mantiene el contacto, ya que el cliente entra en un flujo del proceso en el que cambia su estado de ánimo, sus sentimientos y ello está disponible en su conciencia un tiempo concreto. Por ello, cada declaración de contacto se realiza mientras ocurre la experiencia y para esa experiencia que sigue el flujo de su proceso.

En síntesis, la primera parte del procedimiento consiste en crear una relación terapéutica, formarse una idea de qué puede evocar una experiencia significativa en el cliente, establecer contacto y hacer un seguimiento para llevar al cliente a conciencia plena y evocar la experiencia significativa.

Técnicas básicas de la terapia Hakomi

A continuación podrás conocer algunas de las técnicas que se emplean en el proceso para evocar la experiencia significativa.

Cuando la persona está en estado de conciencia plena, para evocar la experiencia pueden emplearse las cuatro técnicas siguientes o su combinación: proponer una sonda, hacerse cargo de algo, hacer algún reconocimiento y proponer un experimento que son las técnicas básicas de la terapia Hakomi.

Proponer una sonda

Las sondas pueden ser verbales o no verbales. Un caso de sonda verbal sería: “Está bien que te sientas alegre cuando logras tus metas”. Imaginemos que la persona se siente culpable cuando logra un éxito o piensa que si muestra alegría la van a rechazar. La sonda siempre es acorde a lo que quiere trabajar el cliente y está en sintonía con sus significados. Un ejemplo de sonda no verbal sería coger la mano del cliente (si se sabe que puede aceptar este contacto) u ofrecerle las manos para que las coja solo si desea. En la mayoría de los casos se emplean sondas verbales, las no verbales son muy poco frecuentes.

El objetivo es traer a la conciencia de la persona materiales inconscientes con los que poder trabajar para explorar qué creencias y memorias organizan la experiencia del cliente.

Para realizar una sonda verbal, con la confirmación previa de que el cliente está en conciencia plena se puede dar la siguiente pauta: “Por favor, observa qué pasa cuando te digo... [pausa para que el cliente se prepare para recibir la sonda con precisión] Está bien que te sientas alegre cuando logras tus metas”. El tono de voz será acorde al estado de conciencia plena y será neutral. No respetar la pausa y tratar de ser convincente en el tono puede sacar al cliente de la conciencia plena para devolverlo a la conciencia ordinaria, con lo que habríamos interrumpido el flujo del proceso y sería un modo abrupto de terminar sin haber logrado el objetivo terapéutico.

Tras lanzar la sonda y hacer una nueva pausa, se preguntará: “¿qué te ocurre cuando te digo...?” y se repite la sonda. Se evita emplear términos como pensar, sentir... ya que el cliente buscará lo que le pides de forma concreta, perdiéndose por tanto la posibilidad de que informe de otros aspectos de la experiencia que quizás sean más intensos o significativos para él en ese momento.

Hacer algún reconocimiento

Una sonda se puede transformar en un reconocimiento. Por ejemplo, partiendo de la sonda: “Está bien que te sientas alegre cuando logras tus metas” podría transformarse en el siguiente reconocimiento: “Sé que necesitas que tu familia acepte tu alegría cuando logras una meta”.

Hacerse cargo de algo

Hacerse cargo implica que el terapeuta llevará a cabo una acción de apoyo asumiendo parte del esfuerzo que hace el cliente para sostener la experiencia. Por ejemplo, si está triste y baja la cabeza tensando las musculaturas del cuello y torácica reduciendo con ello la respiración, el terapeuta puede coger su cabeza para que el cliente pueda dejar de tensar esos músculos y experimente qué ocurre si trata de respirar profundamente sin esa tensión.

La tensión muscular provoca una limitación en la respiración cuya misión es limitar el sentimiento. Ello enmascara la experiencia. Al quitar el esfuerzo y la limitación, se consigue que disminuya el ruido y que el cliente fluya en la experiencia de un modo más pleno. Ello traerá a su conciencia sentimientos bloqueados.

El terapeuta puede hacerse cargo de pensamientos y creencias, tensiones musculares, gestos...

Proponer un experimento

Las sondas y hacerse cargo son un tipo concreto de experimento. No obstante, existen otros experimentos que dependen de la creatividad del terapeuta y del desarrollo de la sesión. Por ejemplo, se le puede pedir al cliente que se concentre en la sonrisa que aparece al explicar que la semana pasada su marido la amenazó con irse de casa. O se puede pedir a un cliente que habla de forma muy acelerada porque está estresado que observe qué ocurre si habla de lo mismo pausando su voz, o en caso de mostrar enfado al explicar un suceso que observe qué ocurre al suavizar su voz.

Todas estas técnicas se rigen por el principio de no-violencia, siempre son acogidas de forma libre y voluntaria por el cliente y solo se realiza lo que el cliente desea realizar, en caso alguno se fuerza la situación. Es necesario ser sumamente respetuoso. Ayudamos a evocar la experiencia, a explorarla y a evocar material nuclear, pero siempre entrando en el flujo de la experiencia del cliente sin modificar, dirigir ni alterar nada. En suma, el control siempre está en manos del cliente, y el proceso se detiene cuando el cliente quiere detenerlo.

Las etapas del proceso

En síntesis y de forma esquemática, el modelo propone un flujo del proceso que se compone de varias etapas.

Previo al inicio del proceso

Consiste en establecer una adecuada relación terapéutica basada en la confianza y en recoger información relevante del cliente, de su problema, de sí mismo, de su experiencia... Sin esta información es imposible dotar de sentido el flujo del proceso y el efecto terapéutico será escaso o nulo.

El flujo del proceso y sus etapas

Las etapas del proceso propiamente dicho son:

  1. Crear una relación curativa mediante las tres actitudes rogerianas de congruencia, aceptación incondicional y empatía para que la persona pueda entrar en el flujo del proceso (o experiencia) en la confianza de que será aceptado, comprendido, no enjuiciado y sostenido.
  2. Establecer plenitud de conciencia mediante la inducción y seguimiento por parte del terapeuta del movimiento hacia adentro del cliente.
  3. Evocar la experiencia significativa: Se lleva a cabo el seguimiento de los resultados de la aplicación de las cuatro técnicas: lanzar sondas, hacerse cargo, reconocimiento y experimentos. Estas experiencias evocadas pueden ser pensamientos, imágenes, recuerdos, sentimientos, el surgimiento del niño o niña interior...
  4. Acceder, profundizar y transitar en el procesamiento: Se siguen empleando las cuatro técnicas básicas en un seguimiento más profundo, yendo a donde nos guía el inconsciente del cliente. El seguimiento se centra en cambios de interés, emociones y lo que aflora en la consciencia.
    • El procesamiento se puede llevar a cabo en función de tres estados, que van a depender de cómo opera el flujo del proceso en el cliente. Estos tres estados específicos son:
    • Buscar significados y material nuclear: En función del modo en que la persona lee el mundo tendrá un modo de experiencia. Se trata de obtener palabras que den significado a esta lectura del mundo y de la experiencia, así como en profundizar en los sentimientos y aclarar las memorias. Este tipo de procesamiento implica un grado de emoción moderado.
    • Trabajar con la niña o niño: Durante el procesamiento la persona puede contactar con el sí mimo niño. Esto se nota en el modo infantil en que habla el cliente, la postura que adopta, su expresión facial. Está viviendo la experiencia evocada desde el niño que fue, y afloran memorias procedimentales. El terapeuta no convoca al niño, sino que se lo encuentra, es parte del cliente. En estos casos es necesario trabajar desde una conciencia dual: el adulto actual y el niño. Se trata de mostrar que el adulto actual puede ser una persona compasiva con el niño que sufrió, y que va a asumir el rol que necesita ese niño. En definitiva, le va a dar la experiencia faltante (seguridad, amor, aprecio por lo que es...).
    • Trabajar con emociones fuertes: El cliente, al evocar la experiencia y estando en ella, puede sentir emociones de una enorme intensidad. El terapeuta acompaña y dota de recursos para el manejo de la experiencia sin que sea re-traumatizante.
  5. Transformación: El procesamiento de la experiencia evocada lleva a la transformación. Esto implica ayudar al cliente a que la experiencia que tenga que ocurrir, ocurra.
  6. Integración: La experiencia ha generado unos cambios en la lectura del mundo y de sí mismo desde una perspectiva experiencial, no solo cognitiva. Este método genera insights no solo cognitivos sino también emocionales y corporales, profundos. Se trata de integrar todo ello en la globalidad de la persona. Para ello el terapeuta establece conexiones y permite que el cliente pase el tiempo que necesite en su interior, realizando estas conexiones con las diferentes partes de sí mismo.
  7. Terminación: En general ocurre de forma espontánea. Es el cliente quien termina cuando ha llevado a cabo la integración. Por ello, es importante considerar que una sesión de una hora se quedará corta en la mayoría de los casos y que hay que prever sesiones de hora y media o dos horas para que pueda terminarse el proceso de forma espontánea respetando el ritmo del cliente.

Etapas del método Hakomi

El proceso también se puede terminar por acción del terapeuta, cuando lo considere necesario o bien porque el cliente ha salido de la ventana de tolerancia, porque se ha acabado el tiempo, porque el trabajo realizado es adecuado...

En la terminación, el cliente regresa a su estado actual y por ello, antes de cerrar la sesión, es imprescindible asegurarse de que está presente como el adulto que es ahora.

El método Hakomi puede utilizarse en el tratamiento de los problemas del desarrollo y crecimiento personal, y tiene una versión posterior elaborada por Pat Ogden específica para trauma: la terapia sensoriomotor.


Referencias bibliográficas:

  • Kurtz, R. (2015). Body-Centered Psychotherapy: The Hakomi Method. LifeRhythm.