¿Qué puedes hacer en una situación límite?

11 Dic 2018 lectura de 5 minutos
¿Qué puedes hacer en una situación límite?

Cuando no te sirve ninguna técnica, porque no tienes más energía personal e incluso has perdido la disposición de buscar esa energía fuera, qué puedes hacer?

Pues como dijo un buen maestro:

Cuando los recursos se agotan, el auxilio es lícito.

Nunca olvidaré esa frase. Cuando hay una situación así, hay que pedir refugio. Y es a la energía del amor donde hay que hacerlo. De hecho es lo primero que te enseñan si vas a ser novicio budista, aunque en todas las iniciaciones existe algo parecido.

Evidentemente en nuestro camino, en situaciones de chirriar, rabiar o desesperación, es perfecto poder aplicar energía, intentar meditar (será complejo pero bueno), y, pero si no puedes, además dispones del recurso de sentarte y ofrecer el propio sufrimiento como parte de lo que hay que aprender y pedir liberarse o sentirse protegido, reconociendo las propias limitaciones.

Y se recibe, es algo Grande. No lo hagas más tu y deja de luchar, ofrecerlo. Es dárselo a la Fuente. En este caso soy solo un medio para mi mismo, el "anatman", "sin mi mismo", pues ya no puedes, así que elevas las manos como en Reiju y lo ofreces y pides. Porque en ese esfuerzo hay parte del “yo”, y ha llegado a su límite. Los métodos tradicionales del decreto y la increpación lo explican brevemente pero muy claro.

Así pues, si llegas al límite Miguel, no olvides la ayuda. Cualquier tipo de intervención, lo que hemos denominado trabajo personal, requiere mínimos, y si los has sobrepasado, hay que combinar el trabajo con el refugio. Y luego retomar. El trabajo personal es la base, en la mayoría de situaciones de la vida, es justo el objetivo de toda vida: El Kiodakewa de Usui, el “solo por hoy trabajaré honradamente”, se refiere a eso, al trabajo de tu vida.

El mundo y sus actores son ese escenario donde aprendemos y ofrecemos la experiencia “Arriba”, al ser multidimensional de donde procedemos. Todas las herramientas que uses son para bien si están dentro del respeto y buen trato. De hecho forman parte del propio aprendizaje. ¡Y son maravillosas!

Eso sí, hay que vigilar con el “determinismo” y la “Ley del Talión”, que hace unos años, nos las han colado de nuevo a través de cierta filosofía de la física cuántica, que de hecho tiene ya más de 100 años (esta filosofía es novedad del new Age). El determinismo es muy viejo y desde Hegel sabemos que es limitado. Yo NO creo ni genero todo fuera de mi. Ni lo determino. Y sin embargo influyo muchísimo, eso sí.

Pero atención: Dentro SÍ creo y puedo cambiar todo. Pues aunque interiorizo con mis propias impresiones soy dueño y rey para cambiarlas. Esa parte es “mi responsabilidad”.

Pero fuera de mi hay una constelación de efectos y causas con otros co-creadores, que no obedecen a la economía mental de “si he hecho X obtendré X”. Eso te lleva a la ley del talión que ya se averiguó hace muchos años, y se corresponde con la etapa oral, impresa en el inconsciente, usándose para dominar poblaciones, culpables de sus guerras y propias miserias... Pero igualmente, son herramientas, como esta que mencionamos y docenas más, que tiene el límite de la energía disponible.

Cuando los recursos se agotan, el auxilio es lícito

No puedo acercarme a un catatónico que no se mueve y está pensando que le persiguen, fabulando otro mundo en plena esquizofrenia, y aconsejarle que vaya diferenciando esto o lo otro, que es creador... Esta es un experiencia real y clínica, las cosas en ese caso, no pueden ir por ese camino y nos queda el acompañamiento, el sosiego y descanso, para que recupere los mínimos para empezar a usar las herramientas.

Y aún así, fuera de mi, si alguien agarra un cuchillo y me agrede, bueno, si, puedo mirar lo que me molesta a mi, o lo que quiera que sea la técnica a emplear, pero simplemente el cuchillo hundido en tu carne duele mucho. Habrá que poner un freno inmediato a eso. Y es otro aspecto que me gustará hablar. Es pues una situación límite.

No le puedes decir a un niño de 4 años que te mira desde el quicio de una ventana en una doceava planta de pisos: ”hijo mío, mira, ahora quieres experimentar el salto al vacío, y lo comprendo, pero hay otras maneras... etc, etc.”, pues quizás en esa situación deberás agarrarlo por el pescuezo y ponerlo en lugar seguro.

En esos momentos, la lucha desde la mente, que diferencia y cree aún que por la vía del pensamiento puede ganar, o desde la emoción, no disponen de energía, y toca ser un medio para uno mismo, desaparecer del proceso, sin más intervención que seguir ofreciendo la experiencia a donde está destinada, y aprender a pedir. Llámale refugio, auxilio, ayuda, acompañamiento, da igual.

Igual que sucede en el día, que necesita de unas horas de sueño, puede que por un momento no puedas seguir solo y dirigirte a la fuente con tus preguntas, anhelos o dolores. Pues desde ahí se obtiene todo y quizás ahora no pueda solo.