Aferramiento y amor incondicional

11 Dic 2018 lectura de 5 minutos
Aferramiento y amor incondicional

El amor incondicional es un concepto que la New Age ha establecido y por mucho tiempo aparecido en escritos y distintas publicaciones. Durante años hemos debatido sobre este tema y realmente es de difícil alcance su práctica y también en parte su definición, la definición del Constructo.

Ya el concepto en sí de Amor es extremadamente complejo. El amor incluye la acción, la actitud, el pensamiento y la propia concepción de la realidad. La cantidad de adjetivos que circulan alrededor del concepto de amor son inacabables, desde construcción a ser positivo, o la acción destinada a evitar el sufrimiento, la acción destinada a mejorar la vida de las personas, su alegría y el concepto de la vida, el respeto y una concepción de los demás como únicos e irrepetibles, el propio desarrollo personal de todos los dones para ser una contribución en la vida, el cuidado de todo lo creado, de la propia vida y de los demás seres, el prodigar por el planeta etc. etc..

Si pudiéramos dar por establecido este concepto de amor más o menos consensuado que incluye también la propia libertad, podríamos situarnos en la observación de las formas humanas de amor. Por ejemplo el amor por una situación podría provenir perfectamente del beneficio que puedo obtener de dicha situación. O el cariño y cuidado hacia otra persona también podría mezclarse con el hecho de que espero una correspondencia. Incluso el amor más desprendido dirigido a grupos perjudicados o de riesgo y acciones que podemos considerar humanitarias pueden tener como compensación una gran sensación de plenitud y satisfacción que, igual que en ciertas adicciones no tóxicas como el deporte, pueden buscar esa sensación en uno mismo a través del amor hacia esos objetos.

Partiendo de esta observación muy elemental pero que se orienta hacia lo que quiero introducir, nos daremos cuenta que el factor supervivencia, satisfacción, o bien obtención de beneficios secundarios, giran alrededor de nuestras acciones de amor en muchas ocasiones. O al menos esto es lo que se ha podido observar en muchas de las conductas humanas. 

Si lográramos que las mismas acciones, sean limitadas o muy complejas, dirigidas al bien ajeno no implicase la obtención de beneficios personales o la esperanza de una correspondencia en justa equivalencia, hablaríamos de un amor sin ninguna condición, amor incondicional. 

Esto supone algo realmente inédito y es que por una vez pensemos solamente y exclusivamente en la satisfacción y plenitud del objeto, es decir que nuestra acción esté destinada única y exclusivamente a mejorar y contribuir hacia fuera. Esta es una forma de amor que contradice la tendencia humana más observada de obtener algún resultado de las propias acciones contributivas o de amor muy vinculadas en sí a un parámetro básico de la conducta, ya mencionado, que es la supervivencia. 

Como ejemplo práctico y a un nivel de campo, supondría amor condicional en un grupo de amigos ser una contribución dentro del grupo como aportar cualquier cuestión que le beneficie, estar atento a las necesidades de este grupo, y procurar siempre su satisfacción sin jamás pensar en lo que uno obtiene del mismo. O en el caso más emblemático dentro de un amor de pareja pensar solo en la felicidad del otro miembro, dejando completamente libre a esa persona en la búsqueda de su propia felicidad sin esperar ninguno de los parámetros en los que nos han educado, ni su dedicación ni su fidelidad, etc.

No se trata, en el amor incondicional, de una situación de sacrificio al estilo judeocristiano, ni de santificarse. Se trata de la obtención de un estado personal de desprendimiento completo al menos al respecto de las acciones y pensamientos alrededor de mi relación con la creación, comprendiendo su completa libertad y la necesidad de mi pequeña contribución y que mi satisfacción no ha de proceder de la correspondencia o los beneficios que pueda obtener en mi acción de amor sino de la conexión que eso provoca con mi Ser y mi auténtica esencia, pues en esa práctica de amor me reconectó con la parte superior de mi ser y lo que estoy haciendo es vencer por una vez la máxima experiencia en la vida, que es la experiencia de las limitaciones y las necesidades.

Si finalmente no necesito más correspondencia ni beneficio sobre mi acción de amor, por más que siga viviendo en un mundo de necesidades, de oxígeno, alimento e incluso afecto, si realmente consigo trascender esa tendencia tan poderosa, estoy logrando romper el límite de mi acción, pensamiento relacionados con la acción de amor. Es una actitud y camino de crecimiento que alguien le puede parecer sacrificada pero en realidad provoca la gran conexión que perseguimos en las últimas etapas de las encarnaciones en estas dimensiones que actualmente nos vemos desde esta conciencia ordinaria.

La tendencia universal de la aferramientos, o como se ha conocido en occidente del apego, funciona en base a un intercambio de correspondencia a una transacción casi comercial en la que nos han educado y que se sostiene en base al parámetro que he mencionado de supervivencia, es decir todo aquello que necesito, léase de nuevo mis limitaciones y mis necesidades.