Brindis a las estrellas y a tus decabuelos

22 Mar 2019 lectura de 4 minutos
Brindis a las estrellas y a tus decabuelos

Cómo fue el culto a los antepasados y qué se ha conservado en los últimos milenios.

En Japón, entre el 13 y 15 de Julio se celebra el O-Bon, que recuerda y rememora a los espíritus (fallecidos) de sus antepasados. Aunque en principio no era una fiesta japonesa y es de origen budista, ya hace 500 años que Japón lo ha convertido en costumbre. Obon se traduce como "colgado boca abajo" y se relaciona con el padecimiento. La leyenda explica que un alumno de Buda recuperó el contacto con su madre fallecida gracias a ofrendas.

También se celebra fuera del Japón, como en Argentina o Brasil. Sin embargo, aunque la fiesta no lo fuera, Japón considera que el pueblo japonés es de origen divino ya que los primeros habitantes del archipiélago eran Kamis o dioses, y al morir un japonés de nuevo es un Dios. Shinto significa "camino de los dioses, y su religión". Aunque el budismo dominó, en el fondo nunca dejaron el sintoísmo, y ambas coincidían en el culto al antepasado.

En China, partiendo del concepto confucionista de Piedad Filial, que explica el respeto y amor que deben contemplar los descendientes con sus padres, la bondad y la disposición de los hijos e hijas hacia los mayores de la familia, la religión se centra en el culto a los antepasados. No han desarrollado demasiadas figuras heroicas, ni mitos religiosos, en base a este culto. El antepasado es un transmisor y es gracias a él que estamos ahora aquí. No olvidemos que los chinos en la familia tienen más de 50 nombres para las relaciones. Hay términos especiales sobre cada relator entre miembros.

Más culturas lo han practicado. En los hallazgos de Jericó, queda claro el culto a los antepasados desde el siglo VII a.C. También en las culturas griegas y romanas, o en religiones africanas e indígenas americanas.

Aunque en occidente, el catolicismo (no tanto el cristianismo), separan del mundo natural al antepasado y concibe un solo mediador entre Dios y el hombre, y ese es el Hijo de Dios, Jesucristo, esta creencia ha venido conviviendo paralelamente con creencias populares sobre que los espíritus en determinadas condiciones pueden hacerse presentes en la tierra después de la muerte.

Posiblemente este teocentrismo occidental influido por el catolicismo nos haya alejado de una visión más sana de recordar nuestros ancestros, o incluso de elaborar el duelo, que tanto cuesta a las nuevas generaciones. Entonces, si reflexionamos, ¿cuál es la realidad? Efectivamente, les debemos la vida y además estamos todos mezclados. Sinó realiza esta pequeña experiencia: sube en tu árbol genealógico y después de comprobar que tienes 2 padres, el número se incrementa a 4 abuelos, 8 bisabuelos, 16 tatarabuelos, 32 trastatarabuelo, 64 pentabuelos, 28 hexabuelos, 256 heptabuelos, 512 octabuelos, 1024 nonabuelos, 2048 decabuelos, etc.

Comprenderás enseguida que las infinitas ramificaciones de un decabuelo con sus propios primos y tíos, etc., te emparenta, aunque sea se forma lejana, con todas las personas que puedas conocer. Estamos todos mezclados en origen. Esta constatación provoca un sentimiento sano que te hace consciente de la unión entre todos y el amor a los ascendientes, la honra a través de conservar y transmitir su memoria, asumir y poner en crisis y aprender de sus enseñanzas.

No olvides volver contar las historias familiares, hazlo con amor, tampoco niegues sus faltas, pero no las juzgues, ama el mayor de los defectos, por tu propia salud, por Amor, intenta ahondar y escribir convirtiéndote en un transmisor de tantos que nos han precedido. Que jamás queden en el olvido. Hazlos presentes.

Ellos también vivieron una vida, tuvieron sus experiencias, sus sentimientos, y te dieron la vida, un gran tesoro. Brinda a diario por ellos.