Función afectiva: la solución (Frederick II y James IV de Escocia)

9 May 2019 lectura de 5 minutos
Función afectiva: la solución (Frederick II y James IV de Escocia)

Una vez una paciente, después de mucho trabajo e involucración por su parte, me dio una gran lección y anunció al mismo tiempo, el próximo final de la terapia. Me dijo algo tan sencillo y contundente como que: “entonces, la solución es el Amor”. La solución. Parece algo importante, de orden trascendente, ¿no es cierto? Sin embargo no ha dicho a que se corresponde la solución. ¿Qué soluciona el Amor? Ella se refería a la base de cualquier acción, de cualquier pensamiento, palabra, deseo o motivación. De todos es sabido el efecto de la ausencia, momento en que quizás la función que desempeña recibir afecto queda más clara.

Una forma de comprenderlo es acudir ejemplos de la historia algo extremos. El emperador romano Santo Frederick II intentó descubrir que lengua desarrolló Adán y Eva, y decidió emprender un experimento que dejó detallado un escribano monje llamado Salimbene di Adán en sus Crónicas.

Se prohibió hablar con los niños huérfanos que aisló y dejó en manos de madres adoptivas y enfermeras. Se cubrieron sus necesidades de alimentación e higiene, pero, como he dicho, se impidió hablarles y también hacerlo entre las cuidadoras en su presencia. La ausencia de ese tipo de afecto, el verbal, favoreció el fallecimiento antes de los 2 años de los niños, muchos de ellos siendo aún bebés. Este tipo de barbaridad parece que la repitió James IV de Escocia con dos niños cuidados por una mujer muda aislada a la isla de Inchkeith, con el mismo objetivo y el mismo resultado. Fallecieron.

Después de leer estos ejemplos sobre el efecto de la ausencia afectiva, podemos plantearnos qué estamos buscando de forma natural. Cabe pensar, por el peso de la lógica, que estamos buscando afecto para cubrir una parte importante de nuestra vida, que estoy seguro, a nivel inconsciente sabemos que en el grado cero, nos elimina.

La supervivencia se encuentra detrás de la parte más primigenia del afecto. Pertenecer y ser aceptado por el grupo, obtener del mismo reconocimiento y valor, equivale a nivel inconsciente a no ser abandonado a la suerte de los elementos o de las fieras. La impronta, la huella en nuestro cerebro del abandono, de la pérdida, reflejado en ser apartado del grupo, recuerda los miles y miles de años donde un miembro de la tribu, solo y sin el apoyo de los demás, no podía sobrevivir. Es un hecho prehistórico. De ahí proviene la innegable constatación de que el castigo tribal del destierro equivalía en la mayoría de los casos a perder la vida. De modo que ancestralmente la aceptación del grupo, obtener su afecto y reconocimiento, estaba directamente asociado a la propia vida.

Actualmente la fuerza de la moda, por ejemplo, que es más indirecta en su esencia, parte de la base de esa influencia no consciente: Estar fuera de onda, ser menos, perder la aceptación se relaciona con algo muy grave. El amor, en su vertiente más elemental, la aquí descrita, equivale a poder vivir y así se manifiesta en nuestro inconsciente. Incluso el no poder cumplir las normas y convenciones sociales, no cumplir con la “conciencia del yo” o el “ideal del yo”, se relaciona. Sin embargo, una vez que se puede analizar y generar consciencia de todo esto, mediante un trabajo profundo y de envergadura, se posibilita a la persona plantearse que más allá de la necesidad básica, de importantes consecuencias, puede existir un paso posterior y coexistir alguna forma de vivir y sentir que, en lugar de buscar fuera, pueda generar ese Amor.

Eso es una sublimación, insight o acto incluso trascendente que sintió la paciente cuando refirió que la base de todo, la solución, es el Amor, sobrepasando el ámbito de la necesidad y dando a entender su curación. Justamente porque es el objetivo de toda vida aquí en la realidad actual: Asumir y conocer, por descontado, el propio instinto y necesidad y aprender a satisfacerlo, y al tiempo lograr superarlo, sobrepasar el terreno de la pura necesidad de sobrevivir a través del afecto. El abandono de priorizar cubrir tu propia necesidad de compañía, reconocimiento etc., a través del Amor y darle mayor peso a dar, compartir, y desarrollar la compasión hacia dentro y hacia fuera, en pleno desarrollo de la acción destinada a disminuir el sufrimiento en los seres vivos.

Superar las limitaciones de esta experiencia en forma humana, pero de color espiritual, esta experiencia basada en los límites, cuando alguien se enfoca de esta manera, en la medida de lo posible, se acerca a estados de gran bienestar y comprensión, algo que algunos han llamado "satori". Creo que precisamente en ese ámbito, el límite de la propia necesidad es lo que tiene más peso y bien reflejado en el instinto y la búsqueda de sobrevivir. Una vez das lo que tienes, empiezas el camino de ruptura con el límite y eso solo puedes hacerlo con amor.

He aquí porque “entonces la solución es el amor”.