¿Es posible perdonar sin resentimientos?

Purificación González Ruiz
26 Oct 2021 lectura de 7 minutos
¿Es posible perdonar sin resentimientos?

En el mundo dual, sucede muy a menudo, decir: “Te perdono, pero no olvido lo que me has hecho”. Es erróneo creer que, si algo externo a mí cambiara, yo sería feliz. Muchas veces, me resisto a perdonar, creyendo que es el otro quién me ha ofendido.

En realidad ¿a quién tengo que perdonar? ¿Por qué tendríamos que perdonar a alguien que en algún momento de nuestra vida nos ha herido? Porque mientras no perdonemos seguimos atrapados a ese personaje y con ese rol. Mientras no perdonemos, no podemos concentrarnos en nosotros, es incompatible.

Si entendiéramos que nosotros en el lugar de esa persona, con su nivel de consciencia, los padres que tuvo, las situaciones que ha vivido, sus miedos… hubiéramos hecho exactamente lo mismo, no lo juzgaríamos.

(UCDM), nos dice que no hay ningún otro, solo hay unicidad. Mi mente está proyectando fuera lo que percibo interiormente.

Causa y efecto

La causa es la razón por la que algo sucede. Y el efecto es la manifestación de lo que pueda suceder.

La causa, justificada o no, va a producir unos efectos, los cuales quitan la paz. Si una persona me ha ofendido y me ha juzgado humillándome, que lo perdone o no, es irrelevante.

¿Qué nos ofrece UCDM?

Un Curso de Milagros (UCDM) te hace una invitación a vivir desde la coherencia y la paz. Solo puedo recuperar mi paz perdonando. Para ello lo primero que necesito es reconocer el error. Si lo reconozco me libero. Si lo pongo en duda refuerzo el drama secreto que está alojado en el subconsciente. Así, quedo atrapado sintiéndome víctima de una situación vivida injustamente. Tan solo por creer que es el otro quien me ha ofendido.

Eso que creí que mi hermano me había hecho, nunca sucedió. Solo en mi mente. Cuando tengo un conflicto con una persona, un amigo, una pareja. Es importante distinguir la sensación de la emoción. Otra cosa es cuando yo asocio esa sensación a la emoción y me engancho alimentando mi pensamiento y dándole fuerza a esa situación dolorosa en la que me sentí humillado.

¿Qué supone perdonar y perdonarse?

Cada vez que yo experimento el mundo como origen de mi tristeza o mi dicha, el ego me dice que el mundo es la causa y yo soy el efecto.

Perdonar al que me hizo sufrir, implica mucho valor, confianza y abandono a la Voluntad del Padre. Se que yo solo no puedo, necesito la ayuda del Espíritu Santo. Ahora pongo mi vida en sus manos.

Mientras no consigamos perdonar al otro, que no significa que nos tenga que gustar, ni que tengamos que volver a relacionarnos con él, ni tener que decírselo, sí significa, que aceptamos lo que sucedió y poder pasar página y concentrarnos en nosotros; significa, desearle lo que quisiéramos para nosotros.

¿Por qué deberíamos deseárselo? Porque si seguimos condenando a esa persona, esa persona de alguna manera sigue pendiente de esos juicios, de esa sentencia, y mientras esa persona no se libere de esa sentencia seguirá sin estar en paz y actuando como hasta ahora.

Tenemos que comprender que actuó así porque no estaba en paz.

A nosotros también nos gustaría que alguien nos deseara la paz, nos disculpara de los errores que hemos podido cometer.

Seamos capaces de decirle a esa persona: Te bendigo y deseo la paz para ti. (No necesitamos decir la palabra perdón que parece que cuesta mucho, podemos decir la palabra bendición, desearle lo mejor).

Mientras no lleguemos a bendecirlo, estamos viviendo sin paz. Es como pensar: No quiero paz, porque él se merece todo mi rencor. Preferimos seguir enganchados al rencor.

¿Cómo funcionaría el mundo si todas las personas que nos han herido o que hemos herido nosotros nos bendijéramos mutuamente y dijéramos que no hemos sabido hacerlo mejor?

Dinámica de perdón

Colócate en una posición relajada, con los ojos cerrados, centrado en tu respiración y visualizando a esa persona que tanto te hizo sufrir.

Mírala a los ojos y le dices:

“Te bendigo y te deseo todo lo que yo deseo para mí.

Te bendigo y te deseo todas las cosas buenas que tú quieras aceptar en la vida.

Te bendigo y deseo que encuentres tu paz.

Te entrego a Dios”.

Obsérvate si tienes algún cambio en tu cuerpo, si te sientes más tenso o te relaja y sientes paz.

Cuando hayas finalizado abre los ojos.

Y así con cada una de esas personas hasta que te quedes tranquilo contigo mismo.

Esto no significa que tengamos que hablar con esa persona, sino que cerremos esta situación y deseemos lo mejor para ella y para nosotros.

¿Por qué tengo que perdonarme?

¿Por qué me cuesta tanto perdonarme a mí mismo?

Me cuesta tanto porque tengo que seguir demostrando que soy víctima, pero esto, va a hacer que atraiga personas también que se sienten víctimas. Parece que necesito ir diciendo, que he vivido algo de lo que me siento víctima.

Nos sentimos víctimas porque en algún momento no comprendimos que estábamos aprendiendo. No podemos exigirnos que teníamos que haber actuado de otra manera, no somos perfectos, estamos evolucionando.

La ventaja de sentirnos víctimas, es que es una excusa muy buena para no tomar decisiones.

Como no tomamos decisiones, tampoco “hemos decidido” ser víctimas y no somos conscientes de que no nos perdonamos porque queremos seguir alimentando nuestro ego.

Para decidir si queremos salir del rol de víctima, hay que hacerlo consciente.

El primer paso es darnos cuenta dónde estamos cuando no nos perdonamos: Siendo víctimas y así vamos a seguir atrayendo situaciones y personas en las que nos harán sentirnos víctimas y lo iremos justificando.

Dinámica / recurso

Di:

“Reconozco y acepto que me equivoqué, que lo hice lo mejor que sabía en ese momento.

Debo hacer decidido erróneamente por lo que no estoy en paz y junto con el Espíritu Santo puedo volver a decidir y si se lo permito El anulará todas las decisiones equivocadas y sus consecuencias.”

Esto nos suena a que estamos luchando contra nosotros mismos, a que queremos ser diferentes o hubiéramos querido ser diferentes en otro momento de nuestra vida. Si este ejercicio lo hacemos, aunque sea una vez al día, nos servirá para comprender que estamos aprendiendo: “Por hoy, me perdono y me libero del rol de víctima.”

Seguir con el rol de víctima es una excusa perfecta, para no tomar decisiones…: Como me ha pasado esto... no puedo hacer...

Esas causas son heridas que hay que mirar con compasión porque en ese tiempo no se nos ocurría pensar en el auto perdón, pero ahora sí podemos darnos esa liberación. Ya no tenemos la necesidad de seguir demostrando que vivimos aquello. Esto no quiere decir que lo olvidemos, sino que no tenemos que revivir en plan morbo esas emociones.

Fin y liberación del proceso

Ha llegado el momento de liberarnos. Para tomar decisiones hay que estar libres de carga y hacerlo con entusiasmo, si no, seguimos siendo víctimas o culpables de algo que pasó.

¿Podemos reconocer que, a veces no tomamos decisiones por miedo a lo que nos ha sucedido? Lo bueno es, entender “para qué ha sucedido”. Entrego al Espíritu Santo esta situación para que Él la sane desde la causa que se originó”.

Reconozco que salir del rol de víctima no ha sido tarea fácil. Sin embargo, me siento acompañada por el Espíritu que guía mis pasos y me da su fuerza para comprender que no existen víctimas ni victimarios.

Me haré a un lado y le daré permiso para que sane mi vida.