La ciencia detrás de nuestros gustos

María José Puebla Ferro
18 Jul 2022 lectura de 5 minutos
La ciencia detrás de nuestros gustos

Somos criaturas visuales: el 50% de nuestro procesamiento mental superior es visual.

Cierra tus ojos e intenta imaginar que te encuentras en el mejor lugar de tu vida. Puede ser donde tú quieras: un sitio en el que hayas estado antes o en el que te gustaría estar ¿A que ya lo tienes? Ok. Ahora visualiza algunos detalles de ese lugar: ¿de qué va el paisaje?, ¿estás solo o con esa gente que tanto te gusta? ¿los olores, sonidos y colores del sitio son placenteros?, ¿hay animales atractivos? ¿escuchas el canto de pajaritos o ves caballos trotando? ¿A qué se siente bien un lugar lleno de personas y cosas de nuestro agrado?

Ahora entonces vamos a poder entender un poco más lo que sigue:

“Paisajes despeluchados son más fácilmente descuidados y desprotegidos”. Acabar con los pantanos, por ejemplo, es una de las razones por las que no es fácil disipar incendios”.

“Animales feos recaudan menos fondos y sus hábitats son destruidos más rápidamente que el de los animales bellos”.

“Ese detergente de la ropa, que nos la deja radiante, suave y con olorcito a nueva, se vale de un abrillantador óptico, tóxico para el planeta, pero que nos deja la ropa de sueño”.

A diario tomamos miles de millones de decisiones “insignificantes”, basadas en la belleza de las cosas, que ocasionan la fealdad del planeta, ha dicho la genia de Saito Yuriko.

¿Por qué somos tan adictos a la estética?

Dijo Aristóteles un día: “lo sabemos cuando lo vemos”. Y Aristóteles tenía razón. Porque, primero que nada, somos seres visuales. Desde que nacemos e interactuamos con las personas y cosas del mundo, vemos pistas, datos, que nos señalan si eso que tenemos en frente es peligroso o no, si nos conviene acercarnos o alejarnos. Y así es como quedó linkeada la belleza con la bondad, con la inteligencia, la pureza y un sinfín de atributos positivos. Mientras que a la fealdad se la vinculó con maldad, defecto, peligro y otro sinfín.

La Dra. Nancy Etcoff, en su libro “La supervivencia de los más guapos”, explica que nacemos con un sensor innato para detectar la belleza. Los resultados de sus experimentos con padres e hijos demostraron que aquellos niños que nacían bellos recibían, por parte de sus cuidadores, más tiempo en brazos, más mimos, piropos, halagos e incluso más alimento que aquellos otros niños no tan lindos. Y también descubrió que lo inverso aplicaba, que esos niños pasaban más tiempo observando, contemplando, fotografías de rostros bellos y dedicaban, significativamente, menos tiempo, e incluso ignoraban, a los rostros de personas no tan bellas.

El atractivo físico, en particular, dice Etcoff, es una herramienta biológica que la naturaleza les otorga a unos cuantos para que cuando lleguen al mundo, tengan más chances de conseguir la atención y los cuidados tan necesarios para la supervivencia

¿A que ahora, no nos parece tan caprichosa la industria estética?

El Dr. Samir Zeki, Profesor de Neuroestética del University College London, ha descubierto que, cada vez que vemos algo bello, se ilumina una parte del cerebro, llamada cortex medial orbitofrontal. Esto nos sucede independientemente de lo que estemos pensando. Es que sabemos lo que nos gusta, solo que no sabemos que lo sabemos, ha dicho Zeki.

Dr. Samir Zeki, Profesor de Neuroestética del University College London, ha descubierto que, cada vez que vemos algo bello, se ilumina una parte del cerebro, llamada cortex medial orbitofrontal

Ocupamos el 80% de nuestras vidas haciendo valoraciones y juicios, sobre estética, juzgando la belleza y la fealdad del mundo. Somos consumidores artísticos con necesidades innatas de satisfacción estética, se justifican algunos. Qué ropa usar, cómo peinarnos, qué comer, qué música escuchar. Si nos gusta el perro del vecino del quinto, o solo el vecino, si hoy me pinta usar pantalón, falda o vestido, el modelo de móvil que deseo tener, ese lugar al que jamás volveré para vacacionar, a quién le damos like en Tinder y a quién no ¿Soy más de perro o de gato? ¿de montaña o mar? ¿Qué música me pone, y de cuál soy anti?

Cuando la belleza no necesita explicaciones

Sí, ya lo venís viendo: la estética es lo que vemos, y no es lo más ético del planeta. Yo no sé porqué tanta gente, a estas alturas, sigue queriendo pensar que todo lo natural es sinónimo de benignidad, dulzura, indulgencia, honradez, o cualquier otro sinónimo que resulte atractivo para referirse a algo bueno.

En el mundo estético hay muchas reglas que son, pura y exclusivamente, biológicas, naturales, y esto, para la ciencia, no es sinónimo de ética.

Lo bello es bello para cumplir con un propósito ancestral. Su objetivo: supervivencia y reproducción. Nada más. Y nada menos, claro.

We are moved to act more often, more consistently, and more profoundly by the experience of beauty in all of its forms, than by intellectual arguments, abstract appeals to duty or even by fear.
The power of aesthetics