Llega el cambio de estación, los días son más largos, hace más calor pero en contra de lo que debiera pasar, notas que estás más cansado, apático, sin ganas de hacer cosas, etc. Quizás se deba a que estás sufriendo lo que se conoce como astenia primaveral.
Vamos a ver primero ¿qué es la astenia primaveral?
Se entiende como astenia primaveral a la sensación de cansancio, falta de vitalidad y apatía que acompaña el cambio de estación de invierno a primavera. Por lo tanto, es una sintomatología leve y pasajera que nos acompaña durante un periodo más o menos largo pero siempre coincidiendo con el cambio de estación.
La explicación de la astenia la encontramos en los cambios hormonales y aumento de las horas de luz que acompañan este periodo. En este sentido, el cuerpo ha de adaptarse a los días más largos produciendo una segregación diferente de las hormonas. Por lo tanto, aunque los cambios son para toda la población, dependerá de la sensibilidad de cada persona a dichos cambios, la presencia o no de astenia primaveral. Asimismo, otros factores como el estrés, ritmo de vida o los hábitos alimenticios pueden influir en su sintomatología.
Dicen que Dalí, creo que él mismo lo contaba, para hacer la siesta se sentaba en un sillón de orejeras con una cuchara en la mano y un plato de lata en el suelo, justo debajo de la cuchara. Cuando se dormía, al distenderse los músculos de la mano la cuchara caía en el plato con un magnífico estruendo que marcaba el fin de la siesta.
Esto nos lleva a una paradoja que seguramente todos hemos vivido alguna vez: a veces, un único momento de “desconexión” nos procura un mayor descanso que un largo sueño, especialmente en lo mental. Quizá las sensaciones de cansancio físico persistan pero, de modo similar a cuando reiniciamos un ordenador, parece que hayamos “reiniciado” nuestra mente, descargándola de información obsoleta y de los condicionamientos de la actividad reciente y, con ello, revitalizado todo nuestro organismo.
De vez en cuando el ordenador nos pide que lo reiniciemos para poder actualizar su sistema operativo. Al hacerlo, hacemos posible que actualice sus sistemas y siga funcionando con nuevas prestaciones que antes no tenía. Sin embargo, durante el tiempo que dura la actualización, el ordenador no deja de funcionar, sino que está funcionando en otro modo, bajo una configuración diferente de la que hace posible que interactuemos con él normalmente.
Esto también es similar a lo que pasa durante el sueño y durante la relajación: actualizamos nuestro organismo y nuestra mente que, sin embargo, no dejan de funcionar, sino que simplemente lo hacen bajo un “configuración” diferente.
Solemos cuidar todo lo que nos importa, aunque demasiadas veces nos ponemos manos a la obra sólo cuando lo hemos perdido o estamos a punto de hacerlo. Eso no les ocurre a los buenos agricultores.
Igual que las tierras necesitan del cuidado esmerado y los conocimientos de quien las trabaja, nosotros precisamos de buenas prácticas para cultivar nuestra energía vital, la fuerza que nos hace estar vivos y sentirnos vivos.
Pero antes de hablar de las prácticas que nos ayudan a mejorar, veamos qué elementos forman parte de este cultivo tan especial.
Ser padres es una aventura fascinante, llena de retos y aprendizajes. La verdad es que nadie nace sabiendo ser padre, sino que es algo que se va construyendo en la relación con los hijos y en el diálogo con la pareja. Y sin duda, en este camino, comprender las necesidades de tus hijos es fundamental.
A continuación te presento tres necesidades importantes de un hijo o hija en la relación con sus padres durante la infancia.
En este compartir padres e hijos la calidad de la interacción cuenta mucho, pues no es lo mismo llevar a tus hijos a hacer recados y comprarles unas chucherías por el camino, o estar en casa cada uno a lo suyo, que pasar un rato jugando con ellos, pintando o contándoles un cuento e, incluso, compartiendo una tarea doméstica adecuada para su edad.
En conclusión, no basta con compartir, sino que en ese compartir tu hijo necesita sentir que como padre o madre estás compartiendo activamente la vida con él o ella.