Una de las grandes asignaturas pendientes del ser humano actual es la gestión de sus propias emociones. No tenemos una educación emocional sólida que nos ayude a vivir nuestras emociones de una manera natural, fluida y consciente. Todavía nos dejamos arrastrar mucho por la culpa, la rabia y el miedo, por citar algunas. Y sí, has leído bien, “nos dejamos arrastrar”.
Habitualmente no sabemos vivirlas con aceptación y transitarlas con la naturalidad del proceso que llevan en sí mismas para nosotros como experiencias y como aprendizajes. Hemos adquirido el hábito de reprimirlas o de ningunearlas cuando en realidad, ante todo, somos seres emocionales y por ello, tenemos un sistema límbico, dentro del cerebro, que realiza la función de guardar y gestionar dichas emociones. Con ello quiero trasmitirte que el hecho de que seamos seres emocionales tiene una razón de ser a nivel bioquímico en nuestro organismo.
Los neurotransmisores son conductores de información entre neuronas, células nerviosas y glándulas. Seguramente te sonarán nombres como la dopamina, la adrenalina y la serotonina. Son algunos de los neurotransmisores gracias a los cuales nuestro cuerpo experimenta un cambio promovido por determinados estímulos.
Los minerales al igual que las vitaminas se consideran micronutrientes, los cuales el cuerpo no puede producir y deben ser aportados con la dieta. Nuestra forma de alimentarnos influye notablemente en la probabilidad de sufrir enfermedades como la hipertensión, osteoporosis, cáncer, litiasis renal, entre otras.
Estudios recientes muestran que el 80% de los adultos consumen demasiado sodio y poco calcio, y que solo el 11% consume las 5 raciones de frutas y verduras recomendadas, que son los alimentos que, entre otros nutrientes, más potasio e iones de bicarbonato (HCO3-) nos aportan.
Todos, como profesionales, hemos tenido la oportunidad de exponer nuestros conocimientos y habilidades, ante un auditorio más o menos numeroso, en conferencias, en cursos o talleres, en clases magistrales, etc.
El máximo afán de cualquier ponente es conseguir despertar el interés del auditorio y que nos escuchen con interés y atención.
Todos hemos sufrido esos nervios que nos atenazan en la boca del estómago, ese sudor frío, ese malestar, que nos ataca cuando estamos a punto de enfrentarnos al público. Este pánico escénico suele solventarse con:
El conflicto es inherente a toda relación humana y por ello forma parte de la cotidianidad de nuestra relación afectiva y amorosa. Cuando surgen problemas y desavenencias en la convivencia y crece la frustración de nuestras expectativas y deseos, la primera solución que intentamos aplicar es la de centrarnos en los problemas para resolverlos.
Esta estrategia suele desgastar la relación, disminuir la motivación y el bienestar personal provocando un distanciamiento y una espiral del conflicto crecientes.
Por ello, para contrarrestar el efecto nocivo de prestar una atención insistente al problema que nos incomoda en la relación mediante el enfado, la amenaza, las discusiones, el reproche, la exigencia o es distanciamiento, las cinco estrategias que te propongo a continuación pueden ser un buen camino hacia el objetivo de una mejora de tu felicidad en pareja.