Los minerales al igual que las vitaminas se consideran micronutrientes, los cuales el cuerpo no puede producir y deben ser aportados con la dieta. Nuestra forma de alimentarnos influye notablemente en la probabilidad de sufrir enfermedades como la hipertensión, osteoporosis, cáncer, litiasis renal, entre otras.
Estudios recientes muestran que el 80% de los adultos consumen demasiado sodio y poco calcio, y que solo el 11% consume las 5 raciones de frutas y verduras recomendadas, que son los alimentos que, entre otros nutrientes, más potasio e iones de bicarbonato (HCO3-) nos aportan.
Todos, como profesionales, hemos tenido la oportunidad de exponer nuestros conocimientos y habilidades, ante un auditorio más o menos numeroso, en conferencias, en cursos o talleres, en clases magistrales, etc.
El máximo afán de cualquier ponente es conseguir despertar el interés del auditorio y que nos escuchen con interés y atención.
Todos hemos sufrido esos nervios que nos atenazan en la boca del estómago, ese sudor frío, ese malestar, que nos ataca cuando estamos a punto de enfrentarnos al público. Este pánico escénico suele solventarse con:
El conflicto es inherente a toda relación humana y por ello forma parte de la cotidianidad de nuestra relación afectiva y amorosa. Cuando surgen problemas y desavenencias en la convivencia y crece la frustración de nuestras expectativas y deseos, la primera solución que intentamos aplicar es la de centrarnos en los problemas para resolverlos.
Esta estrategia suele desgastar la relación, disminuir la motivación y el bienestar personal provocando un distanciamiento y una espiral del conflicto crecientes.
Por ello, para contrarrestar el efecto nocivo de prestar una atención insistente al problema que nos incomoda en la relación mediante el enfado, la amenaza, las discusiones, el reproche, la exigencia o es distanciamiento, las cinco estrategias que te propongo a continuación pueden ser un buen camino hacia el objetivo de una mejora de tu felicidad en pareja.
El verdadero problema como seres humanos, que nos lleva al sufrimiento y la desesperación, es el desempoderamiento al que hemos sido sometidos ancestralmente. Desde que Roma invadió el mundo, fomentó un sistema de pensamiento pseudo-racional-materialista, desempoderador del individuo, cuyo objetivo era impedir la rebelión de las tribus esclavizadas. El proceso se basaba en romper la identidad natural de la persona, eliminar toda posibilidad de que pudiera defenderse a sí mismo, con la creación de leyes, peajes y condenas hacia cualquier actitud que fuera en contra del sistema desnaturalizado que habían dado en llamar Civilitas (civilización bajo la Pax Romana).
O sea, primero te conquistaban a través de la espada, la sangre y el fuego, luego destruían tu virilidad y feminidad haciéndote sentir brutal y feo (“la Galia peluda” era como nos llamaban a los celtíberos) y luego te quitaban tus costumbres ancestrales, idioma, identidad social y, por último y más importante, tu religión natural, matando a todos los sacerdotes y chamanes (Druidas…), inculcándote dioses humanizados a nuestra imagen y semejanza.