Ni qué decir tiene que cuerpo y alma están íntimamente relacionados. Nuestro estado emocional depende de nuestro estado físico y viceversa.
La correcta alimentación es una de las claves de nuestra salud y por ende de nuestro buen estado anímico. Pero... ¿qué es una correcta alimentación? La respuesta a esta pregunta comprende muchos aspectos. En este artículo me voy a centrar en la relación salud-alimentos-alma.
Las neuronas son unas de las células más exquisitas de nuestro cuerpo. Requieren glucosa como fuente principal de energía (son muy sensibles a las variaciones de la glucemia), necesitan colesterol para sintetizar las bandas de mielina, aminoácidos (precursores de neurotransmisores), vitaminas, minerales (el sodio es indispensable para la transmisión nerviosa) y por supuesto oxígeno. Las neuronas son muy vulnerables ante la presencia en la sangre de sustancias como el alcohol, cafeína, y tóxicos, en general, de ahí la importancia de la barrera hematoencefálica.
El dogma científico actual sobre el comportamiento, sobre qué nos controla, mantiene que son los genes quienes dictan nuestras acciones, nuestra salud, nuestras experiencias. Así, esta teoría nos deja poco lugar para la acción: somos “víctimas” de nuestra propia herencia genética. Pero... ¿eso es así al 100%? La respuesta es, por suerte, “no”.
Para nuestra mayor fortuna hay una corriente emergente que contradice esta teoría genética y establece que la vida y los procesos que en ella se generan tienen mucho que ver con la percepción de la realidad y no tanto con la genética adquirida. Los genes se activan causando ciertas enfermedades, generalmente, cuando se les señala que deben hacerlo, ciertas consecuencias a nuestros actos si así han sido programadas en el subconsciente. E ahí la libertad de la que habla esta nueva corriente científica. Como diría Bruce Lipton, biólogo celular:
Es nuestra percepción la que controla nuestra biología, dirige nuestros comportamientos e influencia profundamente en nuestra salud.
Bruce Lipton
El cáncer es la enfermedad de nuestro tiempo. ¡Uno de cada tres personas estará afectado, es el resultado de nuestros excesos! Alimentación de mala calidad, contaminación del aire que respiramos, el estrés, los fármacos que tomamos por cualquier dolencia con o sin prescripción, las materias sintéticas que nos rodean y nos visten,...! Todo se ha vuelto cancerígeno...
Para curarnos, la medicina alopática ha hecho avances muy importantes y se le ha dedicado muchísimos recursos humanos y científicos. Y si bien el resultado en la mayoría de los casos es un cura, sigue siendo un tratamiento muy agresivo con el cuerpo humano, que deja muchas secuelas y estigmatiza a las personas sometidas a estos tratamientos (pérdida de cabellos, mareos, pérdida de apetito, ultra sensibilidades a la luz por ejemplo, pérdida de uñas, retención de agua,...) y que no garantiza siempre una erradicación completa de la enfermedad además de debilitar mucho el organismo para el resto de vida del paciente.
Las personas tenemos infinito poder y capacidad de crear, manifestar y materializar todo aquello que seamos capaces de imaginar. De hecho, los últimos descubrimientos en el campo de la conciencia se dirigen a demostrar empíricamente que las personas gozamos de un papel protagonista y co creador de nuestra propia realidad. El antiguo paradigma, cuyos postulados se centraban en que era la vida, el universo, el destino, el karma o la divinidad te premiaban o te castigaban, ha quedado en evidencia al comprobarse que somos las personas las responsables de añadir valor a la realidad a través de nuestro esquema de pensamiento.
Somos las personas las encargadas de realizar los cambios pertinentes en nosotros cuando la vida nos presenta situaciones que no nos agradan. En dicho sentido, si vivimos este tipo de circunstancias (a priori indeseables) es debido a que, en algún momento, en algún lugar de nosotros, las hemos generado o hemos contribuido a su cristalización en nuestra vida.