En artículos anteriores, definía al hombre como un ser emocional entre muchas otras definiciones, según sus creencias, espíritu, energía, etc. pero, como psicoterapeuta, no puedo dejar de defender el punto de vista emocional para definirlo. Recordemos todo el impulso de estos últimos cincuenta años que ha dado lo que se ha denominado inteligencia emocional, para centrar el debate de las emociones y como el estado emocional condiciona no tan solo nuestras acciones, sino la percepción de la realidad y todo el pensamiento humano.
Si tenemos unas emociones positivas, la visión, la percepción del mundo va a ser filtrada por esta emoción y crearemos a nuestro alrededor un sinfín de relaciones y creaciones por esta emoción de positividad.
En el transgeneracional miramos de dar solución a los conflictos emocionales, generados entre generaciones dentro del clan familiar. En algunos casos, el conflicto está con un familiar que, por su generación, quizás no lo llegamos a conocer. En otros casos, puede ser que sea hasta de nuestra misma generación, pero que por desgracia falleció.
Si es en avión, yo no voy.
Esta situación te limita y limita a tu grupo de pertenencia, familia, pareja, amigos, trabajo. Hoy en día, cada vez más, tarde o temprano aparece el viaje, de aniversario, vacaciones, celebración, o por motivos de trabajo o desplazamiento de residencia.
El volar, es cierto, no es una capacidad humana y, por consiguiente, no es nada extraño desconfiar, de la seguridad que todo ello puede aportar al viaje, una nave, que al igual que trenes, barcos, autocares, etc., está sujeta a accidentes, con el agravante que los pies no los tenemos en tierra.
Esta es la primera sensación. Si es cierto que la probabilidad de accidentes comparado con los accidentes automovilísticos y por carretera es bajísima. En estas, las aerolíneas son la forma más segura de viajar y la más alta siniestralidad se la lleva los transportes por carretera.
Los cambios estacionales nos influyen en nuestro estado físico y emocional.
La transformación de la naturaleza y las variaciones del clima influyen en el adecuado funcionamiento del organismo, que también padece alteraciones que afectan al estado físico y anímico de las personas.
En los últimos años, nos hemos visto afectados por enormes olas de calor en el verano, calores extremos que nos condicionan y que obligan a grandes adaptaciones en nuestro sistema orgánico.