En casi todos mis artículos he sido crítico contra las diferentes industrias que, con el beneplácito de las autoridades sanitarias, no solo, nos están estafando por vendernos artículos alterados o adulterados, nos están envenenando.
Pero, como muchas veces he dicho, “nos da todo igual, no nos importa nada en absoluto”, estamos inmersos únicamente en seguir sobreviviendo y convirtiendo nuestra vida en nuestras propias cadenas de esclavitud. Somos esclavos de nosotros mismos, incapaces de alzar la voz ante la injusticia o/y el abuso de poder. Somos políticos de la cobardía, políticos de la miseria humana, además de cómplices indispensables de las Industrias que lentamente nos están envenenando.
Nos sentamos frente al ordenador para escribir sobre nuestros conocimientos de las diferentes terapias “naturales” sin saber el origen de nuestra debilitada salud, hablamos sentando cátedra de lo que aún no conocemos, pero somos incapaces de reconocer que, simplemente estamos asumiendo el papel de sumisos siervos de una decadente sociedad, a la que poco le importa el sufrimiento de los demás.
Particularmente, creo que debemos reflexionar sobre nuestra situación y actitud frente a la salud, debemos hacer una “cumbre” donde podamos exponer nuestras carencias, nuestras ideas y un calendario a seguir con independencia a las terapias que se ejerzan.
Se hace necesario plasmar de una vez por todas la raíz de las deficiencias orgánicas, la relación entre órganos que se ven afectados directa o indirectamente tal ser tratados incorrectamente por desconocer la cronología del paciente. En definitiva, se debe unificar criterios basados en el conocimiento, la experiencia y la ciencia conocida hasta nuestros días. Es de vital importancia mirar hacia el futuro de nuestros hijos, reescribiendo las pautas de lo que ha ocupado gran parte de nuestra vida “el mantenimiento de nuestra salud de forma natural”.
Las asociaciones de consumidores, en diversas ocasiones, han denunciados varios casos, pero como siempre “ni puto caso”. La inocuidad de los alimentos implica la ausencia de peligros para la salud, la comida puede ser peligrosa para los consumidores cuando se altera, contamina y/o adultera.
Considero adulteración cuando se le agrega cal al vino, se sustituye la grasa de la leche por grasas vegetales. Con esto se estafa y engaña al consumidor, ofreciéndole un producto manipulado de forma incorrecta, como si fuera un alimento correcto, consiguiendo con esta manipulación el aumento de los beneficios económicos. Sin importarles en lo más mínimo que el fraude cometido en los alimentos, puede tener consecuencias graves para la salud del consumidor.
Entre estos y otros muchos casos encontramos el pan. En alguna ocasión hemos podido leer en su etiqueta un ingrediente: L-cisteína. Esto nos puede parecer normal ya que se trata un aminoácido no esencial que se agrega a muchos productos horneados como acondicionador de la masa para uso industrial: panes, masa para pizza y pasteles comerciales.
Pero, ¿alguien nos ha informado de la procedencia de este aditivo? La presencia de L-cisteína en los panes no tiene nada de especial, pues esta se sintetiza en laboratorios después de extraerla de una fuente natural donde es abundante y que se obtiene por poco dinero: el cabello humano. Para extraer esta proteína, el cabello se disuelve en ácido y a través de un proceso químico se extrae la L-cisteína para ponerla en el mercado a disposición de los fabricantes de pan. Otras fuentes de L-cisteína son las plumas de pollo y pato, cuernos de vaca y subproductos del petróleo.
¿Cómo se debería clasificar esta manipulación del pan?
Otros casos, y no menos importante, lo encontramos en:
Se ha comprobado que la carne de vacuno picada cruda contiene carne de otras especies. Los productos alimenticios envasados que llegan al consumidor, son frecuentes los fraudes denunciados por un etiquetado engañoso.
Uno de los últimos casos citados en los últimos años es el caso de la carne de caballo detectada en productos elaborados cárnicos. En febrero de 2013, las autoridades sanitarias europeas aseguraban que el caso de la carne etiquetada como vacuno con presencia fraudulenta de carne de caballo no era una crisis sanitaria, sino un fraude de etiquetado.
En las etiquetas de filetes de pescado congelado es frecuente el cambio de nombre de pescado, lo que imposibilita tener un conocimiento exacto de la especie que se compra.
El fraude alimentario puede producirse en una variedad de situaciones. Productos o ingredientes alimentarios pueden sustituirse por otros de menor calidad, inferiores o de otra especie.
Según un informe presentado en 2013 por la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo, los alimentos con más riesgo de fraude alimentario fueron:
No solo debe hablarse de la manipulación o fraude, también hemos de hablar de los productos tóxicos que son usados como aditivos y que afecta a nuestra Salud:
Estos son solo algunos de los productos que lentamente nos están envenenando, sin contar con los miles de tóxicos que encontramos en juguetes de nuestros hijos, los productos cosméticos, de higiene personal y limpieza del hogar. Lamentable casi todo lo envasado procesado e industrial tiene algunos de estos ingredientes u otros iguales de nocivos para nuestra salud, la solución no puede pasar por cargar a los consumidores el control de los productos que normalmente compran. Son las autoridades sanitarias las responsables de los productos de consumo humano y por eso cobran de todos los ciudadanos.
Pero desgraciadamente esto no es todo...
La industria química lleva décadas haciendo un enorme experimento con la salud de los ciudadanos del mundo y han causado daños irreversibles y en muchos casos la muerte.
El Centro para el Control de Enfermedades (CDC) ha monitoreado durante varios años más de 151 químicos potencialmente dañinos para la salud, muchos de los cuales ya se encuentran alojados en nuestros huesos, músculos, sangre y grasa. Lo que es económicamente bueno para las industrias químicas no necesariamente es bueno para la salud de los humanos. Pero la industria sigue haciendo todo lo posible por encubrir los peligros y desviar la atención.
Veamos algunas de las sustancias aparentemente inocuas que dañan potencialmente nuestra salud, y de las nunca hemos sido informados.
Los recubrimientos químicos para prevenir incendios en sofás, sillas, alfombras, cortinas, productos para bebés y otros enseres domésticos parecieron una buena idea a principios de los 70 cuando fueron introducidos al mercado.
Con los años, los científicos han descubierto que materiales ignífugos de uso común como los bifenilos polibromados y los éteres difenílico tienen una serie de consecuencias indeseables para la salud, incluyendo problemas en la tiroides, problemas de memoria y aprendizaje, IQ bajo así como retraso en el desarrollo físico y cognitivo en niños.
Los PBDEs tienen una estructura molecular similar a los bifenilos policlorados (PCB) que se han relacionado con el cáncer, problemas reproductivos y deterioro del desarrollo cerebral del feto.
Aunque ciertos PBDEs han sido prohibidos en algunos estados de los Estados Unidos y en la Unión Europea, persisten en el medio ambiente y se acumulan en el cuerpo al igual que los PCBs. De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los Estados Unidos:
...cada vez existen más pruebas de que los productos químicos de PBDEs se bioacumulan y persisten en el medio ambiente, y que las personas están expuestas a ellos. Por ejemplo, se han encontrado rastros de los productos químicos en peces, muestras de sangre humana y en la leche materna de las mujeres. Además, existe evidencia de que estos químicos pueden causar toxicidad hepática, toxicidad tiroidea y toxicidad en el desarrollo neurológico.
La exposición a los PBDEs se ha relacionado con la disminución de la fertilidad, lo que podría deberse a que los productos químicos pueden simular las hormonas tiroideas. Algunas investigaciones previas han sugerido que los PBDE pueden reducir la TSH, una hormona estimulante de la tiroides.
Desgraciadamente esto solo es una pequeña muestra de lo que las diferentes industrias utilizan para acabar lentamente con nuestra salud.