¿Has vuelto de vacaciones y te sientes agotado y sin energía? ¿Te cuesta hacer frente a tus actividades diarias? ¿Se te hace una montaña volver al trabajo?
Estás padeciendo lo que los profesionales denominamos síndrome o depresión postvacacional, un proceso que se produce cuando nos cuesta adaptarnos a la rutina diaria y a nuestro trabajo después del periodo de vacaciones, provocándonos una serie de síntomas físicos (agotamiento, insomnio, dolores de cabeza, tensión muscular, falta de apetito,...) y emocionales (tristeza, desmotivación, irritabilidad, ansiedad,... ) que pueden afectan nuestra calidad de vida y suponer una disminución de nuestro rendimiento con los consiguientes problemas laborales.
Según un informe realizado por Bizneo HR Suite, el 38% de los empleados sufrirá esta depresión.
El síndrome postvacacional no es una enfermedad como tal sino que es considerado un trastorno idiopático que presenta síntomas similares al estrés ya que la persona que lo padece no se siente preparada para dar respuesta a las exigencias laborales y a sus obligaciones diarias después de las vacaciones. De hecho, la anticipación y el pensar en la vuelta a la normalidad ya suele provocar nerviosismo, ansiedad y apatía.
El síndrome postvacacional es más frecuente en personas que no se sienten realizadas en el trabajo o poco valoradas, cuando en la empresa hay un mal ambiente laboral entre los compañeros o después de un periodo vacacional muy largo.
El síndrome postvacacional está relacionado con el ambiente laboral y con las creencias que tenemos respecto al trabajo.
De hecho, no existe un consenso entre la comunidad científica sobre si el síndrome postvacacional realmente existe o no como tal, ya que se da más entre las sociedades o personas que ven el trabajo como una obligación, como una actividad negativa y poco gratificante. En cambio, en las sociedades o personas que consideran el trabajo como una actividad gratificante, que les llena y que les aporta valor a sus vidas porque se sienten útiles, valoradas y realizadas, esta sintomatología es prácticamente inexistente.
La vuelta al trabajo y a la rutina diaria implica una readaptación que conlleva la incorporación de nuevos horarios, obligaciones y ritmo de vida distintos a los que teníamos durante el periodo de descanso. En la mayoría de los casos, esta transición se realiza con normalidad y no supone mayores problemas.
Pero como he explicado, en los casos en los que la persona se reincorpora a un clima laboral en el que no se siente a gusto o tiene creencias negativas sobre el trabajo y una idealización de las vacaciones asociadas al bienestar y a la felicidad, esta adaptación puede resultarles difícil, apareciendo la depresión postvacacional.
En estos casos, es conveniente seguir estos consejos:
Si ponemos en práctica estos consejos y tenemos una visión realista tanto de las vacaciones como del trabajo, la adaptación y la vuelta a la rutina la realizaremos de manera satisfactoria como algo natural que nos ilusionará y nos hará sentirnos felices.
Si te sientas apático y presentes los síntomas que he mencionado antes, ten presente que la depresión postvacacional no debe durar más de dos o tres semanas y suele desaparecer por sí sola. En caso contrario, si los síntomas persisten en el tiempo o se agravan, es necesario acudir a un profesional porque puede derivar en un estrés crónico.
En estos casos, el Coaching Transaccional es muy efectivo en tanto que ayuda a la persona en los procesos de adaptación, revisando sus creencias y entrenándola en habilidades emocionales y recursos que le permitan gestionar de manera adecuada los pensamientos y emociones negativos que le están provocando la vuelta al trabajo y a sus obligaciones diarias.