Imagina una red viva que recorre todo tu cuerpo, desde la piel hasta lo más profundo.
Una red que no solo envuelve, sino que comunica, transmite y guarda memoria.
Esa red es la fascia: un tejido inteligente que sostiene tu estructura organiza tu movimiento y dialoga con tu sistema nervioso.
La fascia es un tejido conectivo continuo que envuelve músculos, huesos, órganos y nervios.
Mantiene la forma del cuerpo y permite que las distintas estructuras se deslicen unas sobre otras.
Cuando se tensa o se adhiere:
Los trabajos de Carla Stecco y Jean-Claude Guimberteau han mostrado su arquitectura tridimensional y su papel esencial en la biomecánica y en la transmisión de fuerzas.
La fascia está densamente inervada:
Estas estructuras informan al cerebro de posición, movimiento y estado interno. Es un gran órgano sensorial, clave en la propiocepción y la interocepción.
Investigadores como Robert Schleip, Thomas Findley y Helene Langevin han descrito su capacidad de modulación neural y su relación con la mecanotransducción.
El sistema vascular también da señales: cambios de color, temperatura o pulsación pueden indicar zonas hipervigilantes o hipoactivas. Cuando se liberan restricciones fasciales, suele mejorar la perfusión, el drenaje y la autorregulación del sistema nervioso.
La fascia no solo registra movimiento: puede guardar huellas de experiencias intensas. Golpes. Cirugías. Estrés sostenido. Emociones no expresadas.
Cuando el tejido recupera su elasticidad, a veces emergen suspiros, recuerdos o alivios: el cuerpo se da permiso para soltar lo que ya no se sostiene.
Trabajo desde la tensegridad biológica: un equilibrio dinámico entre tensiones y compresiones que da coherencia a todo el cuerpo.
Este enfoque, presente en el linaje del Rolfing® de Ida P. Rolf, me permite abordar no solo el lugar del síntoma, sino la red completa, ayudando a que:
Referentes en España:
La fascia es más que un tejido: es la red que nos da forma, transmite fuerza, informa al sistema nervioso y guarda parte de nuestra historia.
Escucharla y trabajarla con respeto es una forma de volver al cuerpo: con presencia, claridad y verdad.
Bibliografía y referentes