El aparato locomotor está constituido por articulaciones, huesos, músculos, tendones y ligamentos. Tiene dos funciones fundamentales: la primera es dar sostén al organismo, y la segunda, permitir el movimiento y el desplazamiento de un lugar a otro. También proporciona protección a ciertos órganos.
Es muy sensible a las emociones y al entorno, por lo que su respuesta depende de las percepciones del sujeto, entrando los músculos en estado de relajación o de tensión según lo requieran las circunstancias.
La estructura mecánica (el esqueleto, los huesos) representa nuestras estructuras interiores, nuestras creencias en la vida. La mayoría de estas estructuras son no conscientes; son nuestros arquetipos más profundos, aquellos sobre los que nos situamos inconscientemente y nos apoyamos permanentemente y cotidianamente en nuestra relación con la vida. Las grandes creencias de los pueblos (historia, cultura, costumbres, religiones) forman parte de estos arquetipos, pero también los forman aquellas que son más personales, como el racismo, la ética, el sentido del honor, de la justicia, las perversiones o los miedos viscerales. Los huesos son lo más denso y lo que está más escondido en nuestro cuerpo, aquello sobre lo que está todo construido, lo que soporta o sobre lo que se apoya todo. También es lo que hay de mayor dureza, rigidez y solidez en nosotros. Es en ellos donde se alberga la médula ósea, esa piedra filosofal interior donde se produce la más secreta alquimia humana. Por tanto, representan lo que hay de mayor profundidad en nosotros, en nuestra psicología no consciente, son la arquitectura de esta. Son sobre lo que se apoya y se construye nuestra relación con la vida. Cuando nos encontramos profundamente perturbados, afectados o angustiados por nuestras creencias básicas, profundas en relación con la vida, por lo que creemos que la vida es o debería de ser, nuestra estructura ósea lo expresa con un sufrimiento o una queja,
Sistema musculotendinoso
El sistema musculotendinoso está compuesto por los músculos y los tendones, que trabajan en conjunto para generar movimiento y estabilidad en el cuerpo. Los músculos son los encargados de la contracción y la fuerza, mientras que los tendones actúan como conexiones entre los músculos y los huesos, transmitiendo la energía necesaria para la acción motriz.
Este sistema no solo permite el movimiento, sino que también protege las articulaciones, absorbiendo impactos y contribuyendo a la postura corporal. Su equilibrio es esencial para la funcionalidad del cuerpo, ya que cualquier alteración en su estructura puede generar dolor, rigidez o pérdida de movilidad.
Desde una perspectiva holística, los problemas en los músculos y tendones pueden estar relacionados con dificultades para avanzar, sostenerse o adaptarse ante circunstancias de la vida. Los músculos representan nuestra capacidad de acción y resistencia, mientras que los tendones simbolizan los vínculos que nos conectan con nuestras decisiones y movimientos.
Dolencias musculares → Están asociadas con sobrecarga emocional, esfuerzo excesivo sin descanso o una sensación de estar retenido en alguna situación. La rigidez muscular podría reflejar resistencia al cambio, mientras que la debilidad puede estar vinculada a falta de energía o motivación.
Dolencias tendinosas → Representan tensión interna en la forma en que nos movemos por la vida. La inflamación o el dolor pueden expresar dificultades para adaptarse a nuevas realidades, conflictos entre lo que queremos hacer y lo que sentimos que debemos hacer.
Cuando el cuerpo manifiesta estas molestias, nos invita a observar nuestro equilibrio interno, revisar si estamos enfrentando excesivas presiones o si es momento de aflojar ciertas resistencias. Integrar movimiento consciente, relajación y trabajo energético puede facilitar la recuperación no solo a nivel físico, sino también emocional y mental.