"Hasta que hagas consciente lo inconsciente, dirigirá tu vida y puedes llamarlo destino". Carl Gustav Jung
Generalmente creemos que lo que nos falta para ser felices es lograr algo, cierta cosa, tal vez una relación profunda con alguien, o un trabajo con sentido, o tener suficientes medios para poder dejar de preocuparnos por el dinero.
Todas esas cosas son muy valiosas, y pueden tener efectos positivos en nuestra vida, pero tal vez no. No es tan claro. Sabemos que un 70% de las personas a las que les toca la lotería acaban pobres, y que alrededor de la mitad de los matrimonios acaban en divorcio. Lo que era muy bueno en un momento más adelante puede ser la fuente de nuestros mayores problemas. George Harrison dijo que lo bueno de hacerse muy rico y famoso es que ya no buscas ahí la felicidad, ya no estás sujeto a ese espejismo.
Con la meditación miramos adentro. No al pasado o a nuestro diálogo interno, sino a nuestra experiencia directa e inmediata. Entramos en contacto con nuestro cuerpo, nuestra respiración, y al calmar la mente podemos comenzar a ver cosas de las que no éramos conscientes.
Al detenernos, y dejar de correr por unos instantes, comenzamos a ver todo lo que ocurre dentro de nosotros mismos. Una corriente constante de pensamientos, sensaciones, sentimientos. Así, conectamos con nuestra propia vida, y al mantener la atención en nuestra experiencia real comenzamos a experimentar los resultados beneficiosos de la práctica.
Por un lado nos volvemos más serenos, más capaces de estar con cualquier experiencia sin reaccionar inmediatamente. Así, cuando conseguimos mantener la meditación en los momentos que aparecen emociones difíciles como ansiedad, o rabia, o juicio, o tristeza, fortalecemos nuestra capacidad de estar con estas emociones en lugar de escapar de ellas o reaccionar desde ellas.
Por otro lado con la meditación establecemos una relación más íntima con nosotros mismos. Nos conocemos mejor. Vemos en más claridad cuando tenemos sentimientos difíciles o entramos en algún bucle de pensamiento negativo y cuando tenemos sentimientos y pensamientos que nos ayudan y nos dirigen hacia donde queremos. Así, nos familiarizamos con patrones de comportamiento, hábitos, y condicionamientos de los que no éramos conscientes.
Al fortalecer por medio de la meditación nuestra capacidad de observar nuestra vida interior sin ser arrastrado por ella, sin reaccionar a lo que pensamos y sentimos de un modo tan inmediato, comenzamos a adquirir cierta libertad sobre nuestros hábitos de pensamiento y nuestras reacciones emocionales automáticas.
Aplicando discernimiento podemos dejar ir ciertas emociones y pensamientos cuando ya no sirven y seguir y fomentar los pensamientos y emociones que sacan lo mejor de nosotros mismos.
Si conseguimos encaminar la práctica de la meditación hacia una presencia plena se puede convertir en una experiencia transformadora. Nos permite descubrir y recorrer nuestro propio camino de liberación, poniéndonos en contacto con nuestra propia esencia y mostrándonos como soltar las cosas que nos hacen perdernos en sinsentidos que no nos llevan a ninguna parte y como cultivar lo que nos conecta con los demás y con el mundo.