Musicoterapia, ¿otra terapia alternativa?

27 Dic 2018 lectura de 10 minutos
Musicoterapia, ¿otra terapia alternativa?

Ciencia o esoterismo

Si alguien se interesa por la musicoterapia y comienza a buscar información en internet, se puede encontrar con todo tipo de páginas web, tanto buenas como malas. Si consideramos que esto nos puede pasar con otros muchos aspectos de nuestra vida no tendría que preocuparnos. Pero sí debería hacerlo si pensamos que la musicoterapia es una disciplina relacionada con el ámbito sanitario y la responsabilidad e importancia que ello supone.

Después de un pequeño vistazo nos daremos cuenta de que lo que encontramos corre en un vaivén entre la cientificidad y el esoterismo. Decantarnos por una u otra vertiente podría ser cuestión personal del paciente. Sin embargo, desde el punto de vista profesional deberíamos hacerlo por la cientificidad. Y para ello, previamente, se debe poseer un amplio bagaje teórico y experiencial, aparte de una postura ética hacia la práctica musicoterapéutica.

El origen

La musicoterapia, como disciplina con carácter propio organizado, nace en 1950 en EE.UU. con la NAMT (National Association for Music Therapy). Sin embargo, para que esto ocurriera en la citada fecha, es de entender que previamente ya se estaban llevando a cabo estudios e investigaciones al respecto. No solamente en EEUU, sino también en Europa y Latinoamérica de manera especial.

Aquí en España, como en muchas otras cuestiones relacionadas con el ámbito cultural y sanitario, nos encontramos retrasados con respecto a otros países que ya utilizan la musicoterapia en el ámbito social, educativo y sanitario a nivel oficial y con un gran reconocimiento.

Breve conceptualización

La musicoterapia, desde un punto de vista profesional, se puede conceptualizar de la siguiente manera: La “música” del concepto debe entenderse desde la concepción más antigua del concepto: “Ordenación de los sonidos en el tiempo”. Con ello nos hacemos la idea de que en musicoterapia no importa tanto el aspecto estético o artístico de ésta sino su uso como medio o método para llevar a cabo la propia terapia.

El hecho de no importarnos el valor estético hace que los pacientes o usuarios no necesiten tener conocimientos musicales previos. Cosa que no puede ocurrir con el musicoterapeuta, puesto que como cualquier otro profesional debe conocer sus métodos y herramientas de trabajo. La “terapia” del concepto debe entenderse desde la concepción griega del término: Éste significa ayudar o apoyar a las personas. Y para que así sea debe tratarse de un proceso sistemático, por el cual nos encontramos, dentro de éste, con las siguientes fases necesariamente:

Valoración inicial: En esta fase, el musicoterapeuta deberá buscar y encontrar las necesidades del usuario. Para ello, se podrá contar con la información previa del profesional o persona que remita al paciente, del propio historial clínico del usuario, de la observación directa y de la entrevista, tanto con el usuario como con personas cercanas.

Planificación de objetivos y tratamiento: Esta fase se alimentará de la información recogida en el assessment (valoración inicial). A partir de las necesidades de los usuarios podremos planificar un tratamiento y marcarnos unos objetivos, tanto generales como específicos, así como a corto, medio y largo plazo.

Tratamiento: Una vez tenemos marcados los objetivos, deberá comenzar el tratamiento en sí mismo. Para ello deberíamos seguir las siguientes etapas dentro de esta fase:

  • Observación del paciente o usuario.
  • Establecimiento de una buena relación terapéutica.
  • Trabajar en la consecución de los objetivos marcados.
  • Ayudar al paciente a conseguir su autonomía.

Evaluación: En esta fase podremos demostrar si se han cumplido los objetivos propuestos o no.

Finalización del proceso terapéutico: Según la NAMT, un tratamiento debe finalizar cuando el paciente:

  • Ha conseguido los objetivos propuestos.
  • Cuando ya no se beneficie del tratamiento.
  • Cuando no pueda asistir por cuestiones de horario.
  • Por ser dado de alta en el hospital u otro centro.

Desde esta perspectiva, la musicoterapia no puede entenderse como la mera asistencia por parte del paciente o usuario a sesiones aisladas de musicoterapia, pues de esta forma carecería de la variable temporal necesaria en cualquier tipo de terapia, del tipo que sea. Además, en ningún caso se podrían causalizar los cambios en el paciente con las intervenciones del musicoterapeuta.

Las técnicas

En cuanto a las técnicas utilizadas en musicoterapia: Éstas suelen ser, de manera generalizada, de dos tipos (aunque los métodos y técnicas dependan directamente del paciente y el trastorno):

  • Técnicas receptivas: Las técnicas receptivas se basan en la audición, por parte del usuario, de música, ya sea grabada o en vivo. Los objetivos primordiales que se pretenden son la modificación del estado de ánimo o emocional , el conocimiento profundo interno de la persona, facilitar la expresión verbal de los sentimientos, la toma de conciencia por parte del usuario de sus propios sentimientos entre otros y el trabajo de aspectos emocionales, intelectuales y espirituales en mayor medida. Normalmente, este tipo de técnicas se utilizan con personas que poseen la capacidad de atención y recepción necesarias. Sus principales versiones son las de: Escucha contingente, escucha meditativa, reminiscencia de canciones o música de un recuerdo lejano, regresión a través de canciones o música, recuerdo inducido por canciones o música, escucha perceptual o perceptiva, escucha musical activa, escucha eurítmica, escucha estimulante, relajación con música, comunicación a través de las canciones, escucha imaginativa, escucha proyectiva, discusión con letras de canciones y construcción de letras y la autoescucha.
  • Técnicas expresivas: Las técnicas expresivas, por otra parte, se basan en actividades activas por parte del usuario en el proceso musical. Entre las técnicas más utilizadas están las de: Canto grupal, canto vincular, diálogo sonoro, psicodrama musical, improvisación clínica, asociación libre cantada, collage musical y el trabajo con canciones. Los objetivos a conseguir, entre otros, serán los de fomentar la libertad interior del sujeto, aumentar su creatividad y el conocimiento de sí mismo, aumentar la autoestima y el conocimiento del entorno entre otros.

Los métodos

En cuanto a los métodos, y aunque ya se dijo anteriormente que son muy diversos (en función de la patología y el paciente), se puede indicar que actualmente existen varios que son considerados como oficiales por la Asociación Mundial de Musicoterapia. Éstos son:

  • Método GIM: Basándose en las teorías de Freud y Jung, el método GIM es eminentemente receptivo y se utiliza en gran medida para el crecimiento personal en personas sanas mentalmente y con otro tipo de pacientes cuyo problema está vinculado de una manera especial con aspectos psicológicos.
  • Método Benenzon: Parte de las teorías desarrolladas por el psiquiatra y musicoterapeuta argentino Rolando Benenzon. Se trata de un método eminentemente expresivo (musicalmente hablando) y centrado en la apertura de canales de comunicación en el usuario. Se encuentra dentro de las terapias no verbales.
  • Método psicoanalítico: Basado en los conocimientos y saber hacer de Mary Piestley, éste método utiliza técnicas expresivas a nivel instrumental y verbal como un medio de autoexploración. Se utiliza en campos de actuación de diferente índole como el médico, educativo y geriatría y a nivel físico, emocional, cognitivo y conductual.
  • Método Nordoff-Robbins: Parte de la terapia humanista de Maslow y se centra en el tratamiento de trastornos tales como el autismo, el retraso mental, problemas neurológicos y físicos, sensoriomotrices y emocionales con niños. Se desarrolla bajo la idea del niño musical que todos tenemos dentro y a través del cual podemos comunicarnos.
  • Método conductista: Basado como su propio nombre indica en la corriente psicológica del conductismo, buscan descubrir el por qué de la ocurrencia de los acontecimientos. Su precursor fue Cliford Madsen, y los primeros estudios estuvieron a cargo, entre otros, de Steele, Jorgenson y Parnell y Walker.

La figura del musicoterapeuta

De nuevo, si nos ceñimos por la Asociación Mundial de Musicoterapia, que en principio es la que rige esta disciplina a nivel profesional, la figura del musicoterapeuta acreditado se conseguiría mediante los siguientes requisitos:

  • Experiencia profesional de un año como musicoterapeuta a tiempo completo, o equivalente.
  • Mínimo de 60 horas de supervisión de práctica clínica.
  • Mínimo de 20 horas de cursos de formación post-formación inicial y de asistencia a congresos, jornadas u otras actividades académicas regladas, que estén en relación directa con la Musicoterapia.
  • Mínimo de 60 horas de proceso formativo didáctico y terapéutico personal (self-experience).
  • Estar asociado a una Asociación Profesional de Musicoterapia del ámbito territorial donde se ejerza la profesión y que sea miembro asociado del EMTC.

El musicoterapeuta desempeña un papel importante

El musicoterapeuta es una de las partes más importantes del proceso, puesto que su saber hacer así como la relación entre éste y el paciente también sirven de elemento terapéutico. Por otra parte, Egan indica otras características que debe tener éste para considerarse un buen profesional:

  • Buena salud y vitalidad.
  • Estabilidad emocional.
  • Comprensión y aceptación de uno mismo.
  • Deseo de ayudar a los demás.
  • Paciencia.
  • Tacto.
  • Saludable sentido del humor.
  • Habilidad para el trabajo en equipo.

Ámbitos de aplicación

Por último, si nos centramos en las diferentes aplicaciones que hoy en día tiene la musicoterapia, podríamos indicar, entre otras muchas, el área hospitalaria, comunitaria, tercera edad, educativa y clínica.

Últimas conclusiones

Después de todo lo anterior, el lector se podrá hacer la idea de que la musicoterapia es una disciplina centrada en el método (el uso de la música como medio terapéutico) y no en la patología en si (hemos visto que las patologías a tratar mediante la musicoterapia son muchas y muy variadas).

Es por esto mismo que sea tan importante que, cuando nos decidamos por probar los beneficios de la musicoterapia (que no son los mismos que la música), lo hagamos a manos de una persona debidamente formada y experimentada y no a manos de una persona con baja cualificación que proponga métodos tales como la compra de CD´s específicamente compuestos para tal o cual patología o estado anímico y cosas similares (de estas práctica está llena la red).

Posiblemente podamos hablar de una terapia alternativa, pero que con mucho esfuerzo de la comunidad científica va desarrollando su propio constructor teórico y práctico. Esto último únicamente puede suceder desde la profesionalidad, tanto a nivel teórico como práctico, de los responsables de su aplicación.