La acidificación, principal causa de enfermedad

Ferran Rodríguez
3 May 2018 lectura de 6 minutos
La acidificación, principal causa de enfermedad

El concepto de PH (Potencial de Hidrógeno) se refiere a la cantidad de iones de hidronio (H3O+) que posee una determinada sustancia. Se mide en una escala que va de 1 como acidez máxima (máxima concentración de hidronio), a 14 que sería la alcalinidad más alta, siendo 7 el PH neutro.

Gran parte de nuestro organismo tiende hacia la alcalinidad, la sangre tiene un PH que se sitúa entre 7,35 y 7,40, aunque todas nuestras funciones fisiológicas tienden a producir acidez. Todas las células de nuestro cuerpo, como seres vivos que son, se alimentan y producen desechos, estos desechos pasan al líquido intersticial donde deben ser retirados por el sistema sanguíneo y el sistema linfático para poder ser eliminados por los órganos correspondientes. Si estos residuos se acumulan, porque los "servicios de limpieza" no funcionan correctamente o se ven desbordados por la gran cantidad de "basura" producida, los tejidos se acidifican.

Equilibrio ácido-base

El equilibrio entre la acidez y alcalinidad es muy importante, ya que muchas reacciones químicas del cuerpo requieren de un determinado PH, con un estrecho margen, para producirse con normalidad. Un pequeño cambio en el PH del cuerpo puede tener un profundo efecto en las funciones del organismo. Por ejemplo, la capacidad de contracción de los músculos disminuye y la producción de adrenalina aumenta cuando el torrente sanguíneo se vuelve ligeramente más ácido.

Uno de los mecanismos de que dispone el organismo para regular el nivel de PH de la sangre cuando éste se vuelve ácido, es el de retirar minerales de los tejidos para alcalinizarla, principalmente calcio de los huesos. Por ejemplo los lácteos, que acidifican la sangre como todas las proteínas de origen animal, no solo no nos ayudan a mantener los huesos fuertes, como afirma la publicidad, si no que con el tiempo se convierten en una causa de osteoporosis.

La dieta alcalina

Buscando información sobre la dieta alcalina encontré un vídeo de una compañera de la escuela de acupuntura, Gogo Bela (el vídeo esta en YouTube, "Cómo iniciarte en la Dieta Alcalina" por Gogo Bela MacQuillan). En él, Gogo emplea una bonita metáfora para explicar el proceso de acidificación, compara nuestro organismo con una pecera.

Si en nuestra pecera el sistema de ventilación (los pulmones) funciona mal, los filtros del agua (los riñones, los pulmones y el hígado) están saturados y echamos comida de mala calidad en una cantidad mayor de la que se pueden comer los peces, dejando que los restos se pudran en el fondo, inevitablemente la calidad del agua se irá deteriorando progresivamente.

En estas condiciones de insalubridad, los peces (nuestros tejidos y órganos) carísimos y muy delicados, enfermaran. Ante esta situación tenemos dos opciones:

  1. Medicamos a los peces de por vida, con la esperanza de que se curen algún día, y dejamos que sigan viviendo en pésimas condiciones.
  2. Limpiamos el agua, los filtros, arreglamos el sistema de ventilación y les damos a los peces una comida más adecuada, en su justa cantidad.

¿Es necesario preguntar cuál es la respuesta más adecuada?

Gogo, como ejemplo de la importancia de la dieta, también hace referencia en su ponencia al estudio "crudo por 30 días" que realizó el doctor Gabriel Cousens, en el que reunió a un grupo de voluntarios con diabetes, tipo I y tipo II, y los trató en su centro durante 30 días exclusivamente con una dieta basada en la ingesta de frutas y verduras crudas o cocinadas a menos de 48º C (dieta crudivegana de efecto alcalinizante), sin ningún tipo de limitación de calorías o cantidad ya que la comida era tipo buffet.

En los controles que se realizan a diario durante todo el estudio se confirma que la salud de los voluntarios mejora a todos los niveles (hay un documental del estudio, en inglés subtitulado en castellano, de 1,31 horas en YouTube titulado "Simplemente Crudo Revirtiendo la diabetes en 30 días").

El experimento es muy interesante, no sólo por los sorprendentes resultados que se producen al final de él, además es curiosa la diferente forma que tiene de vivir el proceso cada participante, así como el cambio de mentalidad que se produce respecto a la forma de comer al final de los 30 días.

Uno de los participantes en el estudio, tras perder 13 kg, normalizar su glucemia y su tensión arterial y dejar de tomar la insulina y las 17 pastillas diarias con las que se medicaba, abandona el proyecto a los 15 días de iniciarlo ante lo que parece ser una crisis de desintoxicación. Cuando lo viene a recoger su primo y ante el comentario "te ves terrible" de éste, contesta "Me están matando de hambre" ¿Lo dice en broma? ¿O no...? Quizás en su caso hubiese sido más adecuada una transición progresiva desde la comida basura hasta los alimentos biológicos.

Otro de los voluntarios, con diabetes de tipo I, llega con la firme creencia, grabada a fuego por años de visitas médicas desde que era niño, de que la diabetes es incurable, y llega a auto sabotearse durante el proceso tomando glucosa y bebiendo alcohol, ¿el poder del pensamiento? ¿La profecía auto cumplida? Bien, esto ya sería otra historia.

La acidificación del organismo producida por años de malos hábitos alimentarios, algunos de ellos sostenidos por creencias firmemente enraizadas en nuestra cultura (todavía quedan profesionales sanitarios convencidos de la imperiosa necesidad de incluir lácteos y proteínas de origen animal en nuestra dieta para garantizar nuestra salud) y otros promovidos por intereses comerciales, es el origen de múltiples disfunciones orgánicas y nos convierte en un apetecible caldo de cultivo para todo tipo de patógenos.

El doctor Otto Warburg llegó a afirmar en una tesis, a mediados del siglo pasado, que el cáncer en realidad era un mecanismo de adaptación de las células ante la acidificación de su entorno (aunque no le concedieron el Premio Nobel en 1931 por esa tesis, como afirma un famoso artículo que circula por la red, si no por su descubrimiento de la naturaleza y el modo de acción de la enzima respiratoria). Según afirmaba en su trabajo, las células que no pueden vivir sin oxígeno, deben mutar para poder sobrevivir en un entorno ácido cargado de toxinas, convirtiéndose en células anaeróbicas potencialmente cancerígenas. Esta teoría, que sigue teniendo múltiples defensores hoy en día, aunque de una lógica aplastante, no está plenamente demostrada.

La solución al problema de la acidificación corporal es muy sencilla, bastan unos sencillos ajustes en nuestros hábitos dietéticos para evitarnos múltiples problemas. Nunca es demasiado tarde para comenzar, basta con la voluntad de querer hacerlo.