José ya no padece fibromialgia

Javier Mañogil Sarabia
12 Sep 2017 lectura de 13 minutos
José ya no padece fibromialgia

Por esas casualidades inexistentes, José (así lo llamaré), se cruzó en mi camino justo en el momento en el que estaba inmerso en las últimas correcciones y añadidos de mi primer libro, la Magia del Corazón, como tener salud y no morir en el intento. Y tras la segunda sesión tuve claro que tenía que incluirlo en el libro, así que le pedí permiso, y él aceptó encantado. ¿Por qué lo tuve tan claro? Porque su caso, incluso para mí, fue muy especial, y aún hoy lo sigue siendo.

Fue la primera persona a la que traté con el síndrome de fibromialgia diagnosticado, un síndrome o enfermedad para el que no existe un tratamiento con el que se logre su curación, al menos no con los medios tradicionales, y muchos que lo padecen saben muy bien de que estoy hablando, y José no era una excepción pues prácticamente durante toda su vida, de forma intermitente, había padecido dolores en varias partes de su cuerpo, y había experimentado la incomprensión y el rechazo de los medios tradicionales, e incluso de la misma sociedad; y la impotencia de que nadie, hasta ese momento, había podido ayudarle a terminar con ese continuo sufrimiento...

Y durante años había acumulado mucho rencor, incomprensión, rabia hacia todos y todo, porque hasta ese momento nadie le había explicado que él, y solo él era el único responsable de sus dolores...

Había creído, como la mayoría, que la causa estaba fuera, y que la mala suerte se había cebado con él, cuando este concepto está muy alejado de la realidad, esa realidad que te dice que tú eres el responsable, el causante de una forma inconsciente.

Recuerdo muy bien que en nuestra primera sesión, en la conversación anterior al masaje, cuando le preguntaba que partes de su cuerpo le dolían para hacerme una idea, él siempre me daba una explicación muy razonada de que ese dolor era un síntoma clásico de los que padecían su enfermedad, de la cual conocía todo lo que había que conocer; sin embargo, a su tercera o cuarta explicación le dije que se olvidara de todo lo que conocía, de todo lo que había aprendido de sus dolencias, pues no le iban a servir para nada pues partían de un concepto totalmente equivocado, la de que sus dolores eran parte de una enfermedad., y lo que yo pretendía transmitirle era que él no estaba enfermo.

Eso no quería decir que no sintiera dolor, pero sus dolencias nada tenían que ver con el hecho de sentirse como un enfermo, sino con el de estar totalmente confundido en cuanto al origen del dolor, y por qué él lo había creado.

Entonces le expliqué los mecanismos por los que su subconsciente creaba esos dolores (los explico ampliamente en mi anterior artículo), y le dije que teníamos que buscar que situación o conflicto emocional los había causado. Le pregunté cuando comenzó a sentir dolor y se remontó a su niñez, a cuando tenía seis o siete años en los que al montar en bicicleta comenzó a sentirlos en sus piernas. Pero hubo una frase que llamó mi atención ya que me dijo que el montar en bicicleta le hacía sentirse libre. ¿Libre? ¿De qué huía?

Cuando le pregunté de que estaba huyendo, por un momento se quedó pensando, para abrirse y confesarme que nunca fue un niño querido por su madre. Y así, habiendo dado el paso más difícil, siguió explicándome como su madre le decía abiertamente que era un niño no deseado, y como le echaba la culpa de lo mal que lo pasó en su embarazo, lo que habitualmente le recordaba. Así que, sí, huía de su hogar, de un hogar en el que no era querido. Y ahí estaba la causa de sus dolores.

Comencé con el masaje al tiempo que seguíamos indagando en esa niñez, en esos años en los que se sintió rechazado por su madre, y le dije que recordará cómo se sentía ese niño. Su rabia entonces se desplazó hacia su madre, sin embargo ahí tampoco iba a encontrar la sanación pues su madre no era la causante, sino él. Sí, su madre fue la que le hizo sentirse un niño no deseado; pero él eligió a sus padres por un motivo y razón determinado, la de aprender de esa experiencia. El doctor Brian Weiss en la página 3 del libro el mensaje de los sabios, lo explica así:

"No nacemos en nuestra familia por accidente ni por casualidad. Elegimos las circunstancias y preparamos un plan para nuestra vida antes incluso de ser concebidos [...]. Existen pruebas importantes de que vemos los principales acontecimientos de la vida que tenemos por delante, los puntos de destino, en la etapa de preparación que precede a nuestro nacimiento.  Se trata de pruebas clínicas, recopiladas por mí y por otros terapeutas a partir de los pacientes que han experimentado recuerdos previos al nacimiento mientras estaban hipnotizados o medicados, o de forma espontánea. Ya está programado quiénes serán las personas más importantes que conoceremos, cuáles los reencuentros con almas gemelas y compañeros del alma, incluso los lugares en los que sucederán esos hechos. Algunos casos de déjà vu, esa sensación de haber estado antes en un sitio o de haber vivido un momento, pueden explicarse como un vago recuerdo de esa anticipación de la vida que está cristalizando en la vida física que vivimos. Lo mismo sucede en el caso de la gente. Las personas adoptadas suelen preguntarse si el plan de su vida se ha visto alterado de algún modo. La respuesta es negativa. Los padres adoptivos se eligen, lo mismo que los naturales. Todo tiene su razón, y en el curso del destino no existen casualidades."

Pero, veamos dos de los muchos casos sobre los que se fundamenta la anterior afirmación:

Caso 1: Mujer embarazada

Al término de una conferencia sobre fenómenos paranormales que pronuncié, un estudiante de postgrado de psicología me contó un sueño que había tenido cuando su mujer estaba embarazada de cuatro meses. Por aquel entonces aún no sabían el sexo de la criatura.

Una noche se le apareció su hija, aún por nacer, en un sueño muy real y le anunció su nombre, le relató su vida inmediatamente anterior y le contó porqué había elegido ser hija de aquella pareja joven, cuáles eran sus objetivos y sus planes kármicos. El hombre se despertó con aquel sueño fascinante grabado firmemente en la cabeza. Miró a su mujer y le dijo:

- Acabo de tener un sueño increíble...

- ¡Yo también! -le interrumpió ella-. He soñado que se me aparecía nuestra hija...

El mismo nombre, la misma vida anterior, los mismos planes, los mismos detalles... Habían tenido el mismo sueño. Se quedaron impresionados. El hecho de que tanto la madre como el padre hubieran recibido el mismo mensaje durante sueños simultáneos daba validez a la información y les convencía más aún. Cinco meses más tarde tuvieron una hija preciosa.

Caso 2: Superar el dolor tras la pérdida de un ser querido

Vanesa es una joven de origen hispano que hasta ahora ha llevado una vida sumamente difícil. Quedó viuda después de que su marido falleciera de una enfermedad repentina y le costaba mucho superar el dolor.

La conocí en uno de mis talleres con gran número de asistentes, donde la elegí al azar de entre el público para hacer una demostración de una regresión individual (regresión es el término que se usa al conjunto de técnicas hipnóticas y de relajación, que te inducen a un estado en el que puedes recordar tus vidas pasadas).

Mientras quinientas personas la observaban con expectación y su padre asistía a la escena con nerviosismo, entró en un trance profundo. 

Lo más importante de la regresión de Vanesa sucedió en el vientre de su madre, antes de nacer. Hallándose en un estado profundo de concentración relajada describió la luz hermosa y apacible que impregnaba tanto a ella como al útero y que aportaba un alimento espiritual que complementaba el del cuerpo de su madre. Sentía el amor de sus padres, cómo la esperaban. En aquel momento cambió la expresión de Vanesa, y de un estado de felicidad absoluta pasó a otro de sorpresa y sobrecogimiento. 

Me doy cuenta de todo -anunció-, tanto dentro como fuera del útero. Sé tantas cosas... ¡Lo veo y lo siento todo!

Vanesa parecía aturdida por lo profunda que era su conciencia desde dentro del vientre de su madre. Mientras permanecía en silencio, sus párpados, cerrados, palpitaban. Más tarde me contó que en aquel momento estaba observando muchas cosas. Después su padre confirmaría detalles de escenas que ella había vislumbrado antes de nacer.

-Veo lo que va a pasar... Veo cosas de mi vida que aún no han sucedido... Tienen un sentido; no son accidentes, como creía -afirmó con seguridad, desde una perspectiva superior.

Mientras experimentaba aquella luz, la sensación de conciencia elevada y el reconocimiento del plan y el destino de su vida, el dolor que había llevado dentro empezó a desaparecer. Su vida actual se había transformado gracias a recuerdos y experiencias anclados en su experiencia prenatal.


Los recuerdos del período anterior al nacimiento son importantes por muchos motivos. Fomentan las mejorías clínicas en pacientes cuyos síntomas derivan de traumas y relaciones de la primera infancia. Además, esos recuerdos demuestran que incluso antes de nacer ya existe una conciencia activa, que el feto y el recién nacido son conscientes de muchas más cosas de las que creíamos. Perciben e integran una gran cantidad de información.

Una vez tenemos ese conocimiento, deberíamos replantearnos cómo nos relacionamos con esos seres diminutos. Están profundamente sintonizados con las expresiones de amor que les comunicamos, a través de palabras, pensamientos y sensaciones.

Durante el segundo día de talleres sucedió uno de esos acontecimientos vitales extrañamente simultáneos. Volví a sacar a un voluntario para hacer una demostración de una regresión individual, pero esa vez utilicé un tipo de inducción hipnótica más rápida. Ana, la paciente voluntaria, se había perdido la sesión del día anterior por estar enferma. Nadie le había hablado de la regresión de Vanesa.

Tras meterse de forma rápida y profunda en el estado de trance, Ana regresó también al período en el que estaba en el útero. Empezó a describir la hermosa luz entre dorada y blanca, su conciencia de lo que sucedía tanto dentro como fuera del cuerpo de su madre y del suyo propio, los motivos por los que había elegido a aquellos padres para su próxima vida y cómo iba a estructurarse para alcanzar de la mejor forma posible los objetivos de su alma.

Me quedé pasmado. Aunque en ocasiones me encuentro en mi trabajo con situaciones simultáneas o sincrónicas como ésas, siguen sorprendiéndome siempre por lo improbables que son desde el punto de vista estadístico. Todos los asistentes estaban aturdidos. Ana era la única que no sabía que lo que nos llegaba era una repetición casi exacta de la regresión de Vanesa del día anterior.

Esto nos lleva al mismo principio, que nosotros somos los responsables de la mayoría de acontecimientos o sucesos que nos ocurren en nuestras vidas, y que los mismos tienen un propósito y fin determinados, y que no están causados por los designios del azar, la buena o mala suerte, o la casualidad. ¿Y por qué es tan importante el conocerlo y aceptarlo? Porque le dan un sentido y una lógica a nuestra vida; y eso fue lo que le ocurrió a José, que por fin entendió que él era el responsable, el causante, y con solo ese conocimiento su rabia hacia los demás, hacia el mundo, hacia si mismo desapareció, y aceptó que él eligió a sus padres, a su familia, y que tuvo que pasar por esos duros sucesos de su niñez para aprender, que solo era eso, una enseñanza, y que sus dolores los creó su subconsciente como un medio de protección ante lo que consideró un daño emocional...

Fue un viaje hacia el interior, hacia esos recuerdos, esas memorias emocionales... Un viaje en el que tras cuatro sesiones ya sabía que buscar, que perdonar y que comprender... Y no digo que sea fácil pues enfrentarse con esos conflictos emocionales es duro, pero con el conocimiento de que sucedieron porque uno mismo lo eligió por un fin y motivo determinado, hacen que ese duro trance sea más llevadero.

Y esto es lo que os ofrezco, conocimiento, pero no ese conocimiento tan ambiguo que os dice que busquéis en vuestro interior, que ahí encontraréis la solución, el nirvana, la iluminación... Yo no os ofrezco nada de eso, y no digo que no lo haya, pero sé que no es ese mi cometido. Yo os ofrezco un conocimiento que os ayudará a saber que tenéis que buscar, de cómo tenéis que buscar y, lo principal, de por qué tenéis que buscar para mejorar vuestras vidas tanto emocional como físicamente.

A José le fue bien pues desde aquella última sesión ya no ha vuelto a sentir ningún dolor. Hace unos días me encontré con él y le pregunté como estaba, y me contestó que muy bien, y me dijo que había estado de vacaciones en una finca que tiene, y que había disfrutado como hacía muchos años que no lo hacía, trabajando en el campo, labrando, podando (el es jardinero), en fin sintiéndose dueño de su cuerpo y de su vida. Y yo me alegro por él.

Yo te puedo guiar hasta el umbral de la puerta, pero solo tú puedes cruzar al otro lado.
El autor