Terapia Regresiva: la terapia del Alma

María Luzdivina Vidal Corbi
3 Sep 2018 lectura de 4 minutos
Terapia Regresiva: la terapia del Alma

Hay muchos mitos y recelos en cuanto a lo que se refiere a la Terapia Regresiva. Cuando hablo con amigos y conocidos, a la mayoría les parece muy interesante saber qué y quienes fueron en otras posibles vidas (si es que las hay…). Pero someterse a una regresión es para el que realmente quiere saber y entender más de sí mismo, con todo lo que eso conlleva (es que da mucho "yuyu”).

¿Pero qué es eso que da tanto “yuyu”? ¿A qué nos enfrentamos cuando nos decidimos hacer una regresión? ¿Y con qué herramientas contamos?

Cabe aclarar ante todo que no hay dos regresiones iguales. Muchas veces supone abrir la caja de Pandora. Nadie sabe realmente qué temas se van a tocar ni de qué manera se van a desarrollar. ¿Nadie? Bueno, digamos que hay una entidad, por así decirlo, que sí lo sabe, es el Alma del paciente.

Pero, ¿qué o quién es el Alma?

Yo la describiría como la condensación de nuestro Ser, esa parte de nosotros de conciencia, que nunca muere, que conoce toda nuestra trayectoria de experiencias desde que existimos; la parte nuestra que sabe lo que nos pasa y cómo se originó y que también sabe qué tenemos que hacer para que no nos siga ocurriendo, para sanar.

El Alma es infinitamente sabia y en una regresión nos llevará a las situaciones y experiencias que necesitamos revivir. Nunca nos obligará a vivir algo para lo que no estamos preparados. Lo que hay que tener muy claro es que no sale lo que nuestra mente o nuestro ego quiere que salga, quizás para satisfacer la curiosidad, sino lo que es importante trabajar para el momento en el que nos encontramos en nuestra vida actual y la problemática a la que nos enfrentamos. Y eso puede ser cuanto menos, curioso e incluso sorprendente ("pues yo pensaba que el tema de ese aborto al que me sometí ya lo tenía más que trabajado y superado").

La dificultad que se puede presentar en este trabajo tan estrecho con el Alma es el problema de comunicación, por así decirlo. El Alma no ve con los ojos físicos. Su lenguaje no suele ser racional y lógico como nosotros lo conocemos sino que tiene su propio lenguaje. El Alma habla a través de imágenes, sensaciones físicas y psíquicas, emociones, incluso olores, etc. Y por ello también la gran importancia de permitirse vivir la experiencia sin tratar de analizar ni juzgar paralelamente. No porque exista prohibición alguna, sino porque nos privamos de la esencia de la experiencia regresiva, que es el sentir en todos sus aspectos.

Conectar con el Alma

Si el paciente logra sortear la dificultad de dejar la mente aparcada por un rato para adentrarse en su Ser más profundo y auténtico, será ese mismo Ser, el Alma, el que dirigirá la sesión, el que lo guíe. Si se permite contactar con su Alma, a través de ese estado expandido de conciencia, será ella la que lo llevará a la experiencia que necesite trabajar en ese preciso momento de su vida actual. ¿Y cómo contactamos con el Alma? Nos permitimos confiar y soltar el control, diciendo lo primero que nos llegue a la conciencia, que es lo que sale del inconsciente, sin haber pasado el filtro de la mente. Sin importar lo que sea, bien una palabra, una imagen, una sensación, una emoción, sin importar lo inverosímil y disparatado que nos parezca.

Habrá tiempo de analizar y de interpretar si así se desea, cuando la experiencia haya terminado. El paciente tiene la posibilidad de escuchar su regresión, ya que la sesión se graba en audio. Aunque la persona que se somete a una regresión es totalmente consciente del aquí y ahora, el estado expandido o alterado de conciencia le permite abrirse a otras realidades sin estar sujetos al espacio y el tiempo. Pero sí es posible que no se recuerde todo o que no se recuerde con exactitud.

La grabación puede ayudar a hacerse consciente de todo lo que se habló y se trabajó durante la sesión. Aunque se aconseja que se deje pasar un cierto tiempo antes de escucharla para dejar que madure, por así decirlo, la experiencia. También es cierto que hay personas que no sienten la necesidad de volver a escuchar su regresión.