Biodanza es un sistema de desarrollo personal que promueve el bienestar físico, emocional y mental a través del movimiento, la música y la interacción con el grupo. Para ello creamos un espacio de confianza y respeto donde poder expresar a través de nuestro cuerpo las tensiones físicas y emocionales, y facilitar el desarrollo de nuestros potenciales o características genéticas (vitalidad, afectividad, creatividad, sexualidad y trascendencia). Todo esto lo desarrollamos de una forma progresiva y con la finalidad de reforzar nuestra identidad, aquella que nos hace seres únicos.
Entre los numerosísimos ejercicios que pone a nuestra disposición el elenco oficial de Biodanza, contamos con los ejercicios lúdicos y los juegos de vitalidad.
Lúdico proviene del latín “Ludus”, que significa diversión, entretenimiento, juego.
El juego es anterior a la cultura. Los animales ya nacen jugando y aprenden con los juegos. Por lo tanto, jugar es una necesidad vital de aprendizaje, como el respirar o el comer. Necesitamos jugar para crear.
Los trastornos de ansiedad se han hecho tan habituales en nuestra sociedad que, sin querer, les solemos restar importancia. Sin embargo, se están convirtiendo en la mayor epidemia de nuestro siglo, sin visos de reducirse, y con un impacto humano y un coste económico brutales. Un dato: España es el país europeo con mayor consumo de ansiolíticos. La dimensión y gravedad del problema es evidente, razón por la cual hoy amplío el artículo que publiqué anteriormente "Qué es la ansiedad y por qué hay que estar en alerta".
Existen distintos trastornos de ansiedad, como la fobia específica, agorafobia, trastorno de ansiedad social, trastorno de angustia, trastorno de ansiedad inducido por sustancias, medicamentos o debido a otras enfermedades..., pero el de mayor prevalencia es el trastorno de ansiedad generalizada, popularmente conocido como ansiedad.
Sabemos que el mecanismo de la ansiedad es, en realidad, un recurso de alerta que tiene nuestro organismo para su propia supervivencia. Un mecanismo útil y necesario para adaptarnos al entorno o para afrontar un peligro. Por consiguiente, debe considerarse normal sentir de forma ocasional, y durante un breve espacio de tiempo, una activación física y mental al reaccionar ante una circunstancia imprevista o en situaciones que conlleven cierto grado de evaluación personal, superación, enfrentamiento, desafío, intimidación, riesgo, estrés, descontrol... Incluso podría ser una ansiedad con sentido romántico, ilusionante, como la que cantaba Nat King Cole, "Ansiedad de tenerte en mis brazos, musitando palabras de amor...".
Nuevamente estamos inmersos en elecciones, elecciones para elegir a los políticos que saquean nuestros bolsillos, que nos desposeen de nuestros derechos, que nos manipulan y que nos mienten una y otra vez. Políticos que nunca han solucionado las necesidades sociales del pueblo, políticos que nos obligan a la austeridad mientras aumenta la pérdida de empleo.
Cuando, debido a ello, el entorno familiar se ve en peligro, son varios los problemas que empiezan a aparecer, los más comunes son estrés y depresión. Los efectos pueden ser problemas gástricos, colon irritable, hipertensión, dolores de cabeza, entre otros. Si este estado continúa, se puede caer en cuadros de depresión. Esta afección es un gran factor contribuyente con la carga mundial de enfermedades, incluso puede llevar al suicidio.
Según la Organización Mundial de la Salud, el trabajo es beneficioso para la salud mental. Sin embargo, un entorno laboral negativo es nocivo llegando a causar problemas físicos y psíquicos.
El miedo a la pérdida del puesto de trabajo supone un problema que, sin duda alguna, puede tener considerables efectos negativos en la salud mental, como he dicho anteriormente, la ansiedad que desemboca en depresión, lo que afecta, no solo al trabajador en su salud mental, también repercute económicamente en la empresa por la pérdida de productividad.
La mayoría de las personas mayores de 50 años de edad presentan niveles insuficientes de vitamina D que se adquiere con los rayos solares y con la alimentación. El 90% de la vitamina D la fabrica nuestra piel a través de la acción de los rayos solares y el restante 10% procede de los alimentos que consumimos.
La vitamina D afecta a 229 genes del genoma humano y su deficiencia puede ser origen de múltiples enfermedades. Una buena tasa de vitamina D entre 50 y 75 ng/ml:
Un estudio del American British Journal demostró que los niveles insuficientes de vitamina D aumentan el riesgo de muerte por cualquier causa. En España, el 83% de la población mayor de 65 años de edad presenta niveles insuficientes de vitamina D3 y que, más grave aún, con menos de 15 ng/ml en el 32% de los casos.