La Forma 1 es la relación entre la actividad metabólica (sentimiento, instinto, deseo, impulso) y la acción. La Forma corporal es la contención de sentimiento, metabolismo celular (dentro) y acción (fuera).
Stanley Keleman 2
La máxima del pensamiento cartesiano establece que existo porque pienso. Cógito ergo sum. Sin embargo, Stanley Keleman, prestigioso escritor y terapeuta norteamericano, padre de la Anatomía Emocional, se aleja totalmente de esta idea, y viene a decir, creando un paralelismo de construcción literaria con el de la máxima de Descartes, que existo porque tengo Forma.
Y es que este autor contemporáneo, que acepta que las emociones y los sentimientos rigen nuestro Comportamiento, tiene una visión del cuerpo muy alejada del sentir general de la población. Vivimos, posiblemente, en el momento más mental de toda la historia. Todo es tecnología. Vivimos literalmente enchufados al teléfono (observa cómo tienes la cabeza hundida en el dichoso aparatito todo el santo día… y observa cómo ves el mundo el día que, afortunadamente, se te olvida en casa... todo parece diferente, parece que la ciudad ha cambiado desde la última vez que la miraste, ¿verdad?). Nos comunicamos con quien está a 1.000 km de distancia, pero no nos comunicamos con quien tenemos enfrente... Vivimos en una desconexión total con nuestro cuerpo y con los demás. Y así nos va... normalmente...
Stanley Keleman establece que “la Acción y el Comportamiento, entendido éste como el conjunto de Acciones, generan la Forma”. Es decir, al hacer, al moverme, creo mi propio patrón corporal. Y no está hablando precisamente de hacer pesas para definir y tonificar estos o aquellos músculos. No. Está hablando de que todo lo que hago, no sólo afecta a mi psique, sino que afecta a mi Forma, a mi patrón corporal y mis emociones. Y avala, también, que mi Forma afecta a lo que hago y cómo y por qué lo hago.
Veamos primero qué 3 formas básicas puede tener el Ser Humano, y luego cómo se pueden distorsionar por efecto de lo que nos ocurre en nuestra infancia.
Son muchas y variadas las experiencias que, cómo Practitioner Bach, he podido disfrutar con el uso de estas maravillas de la naturaleza. Pero, en primer lugar voy a presentarme. Me llamo Pedro Cebrián y soy Practitioner Bach.
Pero os preguntareis: ¿qué significa eso de Practitioner, que tanto repite este pesado? Un Practitioner Bach o B.F.R.P. (Bach Foundation Registered Practitioner) es como se nos conoce a los terapeutas florales que utilizamos las Flores de Bach para lograr nuestro propio bienestar y el de los demás, y que a su vez, estamos debidamente formados y registrados para tal fin en el Centro Bach en Inglaterra. Para que se nos reconozca como tal, estamos autorizados a utilizar las siglas B.F.R.P detrás de nuestro nombre y el logotipo del centro Bach en todos nuestros escritos.
Tengo compañeros Practitioners repartidos por todo el mundo haciendo un trabajo estupendo divulgando sus conocimientos sobre las Flores de Bach. De esta manera, es rara la población que no tenga cerca un Practitioner Bach dispuesto a escucharte y asesorarte sobre el uso de las Flores de Bach e indicarte las más adecuadas para tu caso y tu momento actual.
Si, no me he confundido, he dicho “momento” pues el momento es para nosotros tan importante como la lluvia para un campo sembrado y reseco por el estío. Es el “momento” ese espacio de tiempo donde todo comienza y se termina. Hay un momento para nacer y un momento para morir, un momento para las alegrías y un momento para las penas.
Nuestra vida transcurre en una sucesión de momentos, concatenados y correlativos entre sí, al menos eso es lo normal, pero a veces, un fatídico “momento” se fija en nuestra mente consciente e inconscientemente, alterando el normal fluir de situaciones y trastocando nuestra alma hasta afectar a nuestro cuerpo consciente, es decir, terminamos somatizando aquellas situaciones que hemos vivido traumáticamente, y ello conlleva, irremediablemente la alteración de nuestra salud. Es aquí donde las Flores de Bach ejercen su mano correctora, ayudando a quien las utiliza a volver a encarrilar ese tren de momentos para que vuelva a circular de manera ordenada y continuada.
El duelo es un proceso normal que sigue a una pérdida significativa, ya sea la muerte de un ser querido, la pérdida de salud, de un trabajo o un estatus social o económico, de una relación afectiva o de amistad, una mascota, etc.
Este proceso se caracteriza por emociones intensas de dolor emocional: tristeza, rabia, desconcierto... acompañadas de ansiedad, insomnio (o exceso de somnolencia), cansancio, falta de ilusión, sensación de ahogo e incluso deseo de morir.
El duelo no tiene una duración definida, pues cada persona pasa por su proceso personal, en función de su personalidad, gravedad de la pérdida y los cambios que supone la nueva situación, ya que normalmente aquella implica también diversas pérdidas colaterales. No obstante, se considera que la duración mínima del duelo suele ser de un año.
Si bien el duelo es un proceso normal, debido a diferentes factores puede complicarse hasta convertirse en un duelo patológico. Entre estos factores se encuentran la negación de la realidad, una relación ambivalente con la persona fallecida o la dificultad para expresar las emociones de dolor asociadas a este proceso, ya sea por cuestiones personales o por las condiciones que plantea el entorno.
Se considera complicado o patológico aquel duelo que no se resuelve - es decir que ha quedado congelado y no puede seguir su curso - pasado ya, y como mínimo, un año; y no permite a la persona volver a recuperar el sentido de su vida y darle nuevos significados adaptados a su nueva situación vital. Dicho de otro modo, no le permite pasar de sobrevivir a vivir significativamente de nuevo.
Lo cierto es que el duelo es tan inevitable como intransferible, y que una buena red de apoyo puede facilitar las tareas del duelo.
El dejar de fumar es un reto al que se enfrentan muchas personas. Hay quien dice que, el dejar el hábito al tabaco es solo una cuestión de voluntad. Sí, eso es cierto, hay personas que tan pronto se lo proponen, tan pronto lo consiguen. Si bien, hay muchas otras personas que además de su voluntad necesitan apoyo, debido a que el tabaco les ha creado una mayor dependencia psíquica, física o ambas; lo que dificulta seriamente el proceso de deshabituación. Y en estos casos, no basta con la voluntad, por férrea que ésta sea.
Fumar es una causa importante de morbimortalidad. De todos es conocido que los fumadores tienen mayor probabilidad de sufrir accidentes cerebrovasculares, de contraer enfermedades cardíacas, EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) y determinados cánceres que los no fumadores.