La Forma 1 es la relación entre la actividad metabólica (sentimiento, instinto, deseo, impulso) y la acción. La Forma corporal es la contención de sentimiento, metabolismo celular (dentro) y acción (fuera).
Stanley Keleman 2
La máxima del pensamiento cartesiano establece que existo porque pienso. Cógito ergo sum. Sin embargo, Stanley Keleman, prestigioso escritor y terapeuta norteamericano, padre de la Anatomía Emocional, se aleja totalmente de esta idea, y viene a decir, creando un paralelismo de construcción literaria con el de la máxima de Descartes, que existo porque tengo Forma.
Y es que este autor contemporáneo, que acepta que las emociones y los sentimientos rigen nuestro Comportamiento, tiene una visión del cuerpo muy alejada del sentir general de la población. Vivimos, posiblemente, en el momento más mental de toda la historia. Todo es tecnología. Vivimos literalmente enchufados al teléfono (observa cómo tienes la cabeza hundida en el dichoso aparatito todo el santo día… y observa cómo ves el mundo el día que, afortunadamente, se te olvida en casa... todo parece diferente, parece que la ciudad ha cambiado desde la última vez que la miraste, ¿verdad?). Nos comunicamos con quien está a 1.000 km de distancia, pero no nos comunicamos con quien tenemos enfrente... Vivimos en una desconexión total con nuestro cuerpo y con los demás. Y así nos va... normalmente...
Stanley Keleman establece que “la Acción y el Comportamiento, entendido éste como el conjunto de Acciones, generan la Forma”. Es decir, al hacer, al moverme, creo mi propio patrón corporal. Y no está hablando precisamente de hacer pesas para definir y tonificar estos o aquellos músculos. No. Está hablando de que todo lo que hago, no sólo afecta a mi psique, sino que afecta a mi Forma, a mi patrón corporal y mis emociones. Y avala, también, que mi Forma afecta a lo que hago y cómo y por qué lo hago.
Veamos primero qué 3 formas básicas puede tener el Ser Humano, y luego cómo se pueden distorsionar por efecto de lo que nos ocurre en nuestra infancia.
William Sheldon, considerado el padre de la tipología constitucional, desarrolló en la 2ª mitad del siglo XIX la Teoría de los Somatotipos. Es una teoría con muchos detractores, atacada principalmente por ser considerada genérica y poco científica. Sin embargo, hay una serie de pautas genéricas que recoge que pueden ayudar mucho a conocerse a sí mismo, y entender por qué se reacciona de unas maneras tan concretas ante determinados acontecimientos.
En cualquier caso, no existen personas que sean 100% de una morfología. Y a pesar de su falta de rigor científico indicada anteriormente, como Terapeuta de Polaridad e Integración Somato-Energética, le saco partido en consulta para ayudar a las personas que vienen a mí. En mi experiencia, suele haber un porcentaje aproximado del 60% de la constitución dominante, 30% de otra y 10% de la tercera.
A continuación, expongo brevemente algunas de las características diferenciales de cada somatotipo, para ver si te ayudan a identificarte, así como las consecuencias que se derivan de cada una de las constituciones.
Personas de constitución normalmente delgada, de cuello y dedos largos, con poca tendencia a almacenar grasa y masa muscular.
En las personas pertenecientes a este grupo constitucional, destaca la presencia del sistema nervioso; son personas muy mentales. Que en su grado máximo de disfunción, se dice que “viven desconectadas del cuerpo”. Es por ello que su máximo anhelo es encarnarse. Tampoco les gusta en exceso socializar, prefiriendo estar solos y tranquilos, “a su bola”.
Como indicaba anteriormente, viven en la cabeza, y son los estrategas por excelencia. Muy premiados por el actual sistema educativo, que exige respuestas correctas y rápidas.
Piensa en Arnold Schwarzenegger. Ya estás visualizando una persona de constitución mesomórfica. Es decir, son personas con una constitución ósea potente, y también con mucho músculo, y gran presencia en la zona del pecho y hombros.
Son personas de acción. No son estrategas; lo suyo es hacer. Diles lo que tienen que hacer, porque si no, harán algo, ya que no saben estar quietos. Son los más activos y aventureros de la triada constitucional, y su forma de mostrar el amor es mediante los hechos (traerte flores, llevarte a un spa, arreglarte el coche, etc.).
Completa la triada de constituciones morfológicas esta tipología de personas en las que destaca una gran presencia en la zona de la pelvis; tienen forma de pera, tendiendo a la acumulación de grasa en esta zona media del cuerpo. Son aglutinadores de comida, bebida, sexo y relaciones personales.
Arquetípicamente sería la "mamma" italiana, con todos los poyuelos revoloteando a su alrededor, a su cuidado. Es decir, son los cuidadores por naturaleza. Son los más sociables de la triada, y en estado disfuncional serán muy absorbentes e invasivos en sus relaciones, alternando entre la depresión y la euforia. Son más bien lentos, excepto para el ámbito emocional, en el que se desenvuelven rápidamente.
Dicho esto, la duda es, ¿estamos entonces 100% condicionados por nuestra constitución? La respuesta es no. Sin embargo, dice Keleman 3 que “la morfología es una herencia que no cambia; el cambio se produce en el cómo se organiza y se Forma.”
Y a esta idea añadimos los datos que aporta Mario Alonso Puig en una de sus conferencias. Le escuché decir que hay estudios científicos que demuestran que el 40% de nuestro comportamiento depende de la genética y el otro 60% no. Sin embargo, ahora hay una ciencia muy asentada, llamada Epigenética, que demuestra que las emociones pueden hacer que unas células se activen o se desactiven, de manera que ese 40%, puede bajar.
Tanto Keleman como el Dr. Stone (creador de la Terapia de Polaridad) son firmes defensores de que el cuerpo, los músculos, los órganos... todo lo que no es cerebro, también está en constante evolución como respuesta a lo que nos ocurre, a nuestras emociones, a cómo respondemos al mundo. De hecho, Keleman, en su libro “Amor, una visión somática”, recoge que:
La Teoría Formativa establece que somos concebidos como adultos, pero nacemos niños. El adulto en proyecto siempre está presente como principio organizativo básico.
Keleman 4
Es decir, desde pequeños, el cuerpo siempre está formando algo; avanza imparable hacia ese potencial con el que viene programado de serie (el adulto en proyecto).
Pero en ese crecimiento hacia su máximo potencial, el propio Keleman señala que en ocasiones, debido a “las diferentes respuestas de los padres durante la inmadurez corporal de su hijo, facilitan o distorsionan su crecimiento” 5. Concretamente, en su estado más puro (que, como toda teoría, raramente encontraremos), establece 4 patrones distorsionados: estructura débil (también llamada porosa o colapsada), hinchada, rígida o densa.
Estas 4 estructuras corporales, como indicaba en el párrafo anterior, no son aleatorias. Son patrones que el cuerpo adopta como respuesta a lo que ocurre fuera. Y lo hace según los recursos de los que dispone, y también según cómo ha respondido a todo lo que le ha pasado hasta el momento. Y, lo más importante para los Terapeutas; sobre esa Forma el Cliente construirá las respuestas a los retos que se planteen en el futuro.
Por lo tanto, como terapeutas, resulta fundamental saber qué constitución y qué estructura distorsionada tiene el cliente para tener claro qué le puede ayudar y qué no, o qué tipo de bloqueos le han podido llevar a donde está actualmente.
En su libro “El Amor, una visión somática”, Stanley Keleman ofrece una gran cantidad de pistas sobre cómo se han formado estos patrones somáticos, qué tipo de vivencias, normalmente de infancia, son las que tienen más probabilidad de habernos llevado a adoptar una Forma y no otra. También explica cómo se reflejan en el cuerpo, y lo más importante, cómo ayudar a quienes están encorsetados en estas Formas a salir de ellas, a otras más saludables y eficientes para nuestro día a día. Y lo más curioso del caso, es que según el propio Keleman, estas distorsiones se producen por las alteraciones relativas al amor que se han producido en las primeras 4 etapas de la vida: criar, cuidar, compartir e intimar:
Por lo tanto, en resumen, podemos concluir que por un lado somos como indica nuestra constitución corporal, nuestra genética. Y a esto se suma la respuesta que hemos dado a lo que nos ha acontecido. Fruto de ello, y en constante evolución, moldearemos la Forma con la que nos enfrentaremos al mundo. Y con cada nueva respuesta que demos a lo que nos ocurre, seguiremos evolucionando la Forma con la que nos desenvolvemos.
Obviamente, si esta Forma es disfuncional, o al menos no todo lo funcional que nos gustaría, con un trabajo personal, como por ejemplo con el acompañamiento de un terapeuta de Integración Somato-Energética, se puede modificar.
Notas: