En el interior de todo organismo animal conviven en armonía bacterias, hongos, virus y parásitos. Sin ellos las células no sobrevivirían. El problema viene cuando se rompe dicha armonía por excesos, contaminación o malas prácticas de vida.
El ser humano es uno más de los animales que viven sobre la Tierra; como tal le ocurre lo mismo que al resto de los animales. La mayoría de los animales tienen sus maneras de armonizarse; por ejemplo, los perros comen ciertas hierbas para regurgitar y limpiar sus tripas.
Mucho se ha hablado sobre la Psicología, y en los últimos años, está empezando a escucharse el termino Holístico, de la mano de la Psicología. Culturalmente en Occidente, la sanación ha estado enfocada en el cuerpo, la mente y las emociones. En Oriente, en cambio, se le ha dado mayor preponderancia al espíritu, a la conciencia, y al estado de la energía de la persona.
La Psicología Holística es la fusión de esas dos miradas, considera al Ser Humano como un Todo, permitiendo un abordaje sobre todos los aspectos del Ser que pueden verse afectados, desajustados o bloqueados: cuerpo, mente, emociones y espíritu - energía, y como consecuencia, generan distintos tipos de desequilibrios en la salud de la persona.
Muchos de los problemas de la humanidad están ahí porque entre todos, no hemos hecho lo suficiente para evitarlos. No hemos aprendido de la historia. No hemos tomado consciencia de las consecuencias de dejarnos llevar por actitudes inconscientes, cómodas, superficiales, egocéntricas o ambiciosas. O por líderes nefastos. Luego nos quejamos, nos indignamos o nos frustramos, y aparece el desencanto, la rabia, la impotencia..., dando siempre la culpa a otros y entrando en un círculo vicioso del que cuesta mucho salir, tanto a nivel individual como colectivo.
Una de las consecuencias más evidentes es que cada vez tenemos más problemas a nivel emocional. Cada vez hay más gente empastillada. Recordemos que España es el país europeo con mayor consumo de ansiolíticos. Y la Covid-19 lo ha empeorado y lo sigue empeorando todo hasta niveles insospechados.
En una época donde la tendencia es la inmediatez, saber esperar se hace complicado. Resulta que hoy todo tiene que ser ya. Vivimos en los tiempos de la rapidez absoluta y la consecuente tolerancia cero a la frustración. Vivimos en la época de la satisfacción, la recompensa y el placer automáticos. La prisa se impone con mano dura y cruel.
La sociedad se ha tornado en un enjambre de quehaceres continuos que no dejan lugar a la propia existencia. La presión de cumplir y de obtener apenas dejan aire. Sí. La presión se palpa en el ambiente, “cultura de la inmediatez” la han bautizado. A mí sin embargo, me suena más a cultura de la imposición, a cultura de la coacción. No obstante, tengo buen perder y reconozco cuando estoy delante de todo un apuesto eufemismo.