Mi primera experiencia como animal communicator

Esther Coll
4 May 2018 lectura de 4 minutos
Mi primera experiencia como animal communicator

Después de la experiencia que me ha acontecido, he entendido que ser Animal Communicator, es mucho más de lo que yo a priori podía imaginar… realmente es una enorme responsabilidad. Es cuando un ser vivo te abre su corazón y te cuenta cómo se siente, sus miedos, sus incertidumbres,… y tú eres su enlace con el mundo. Es un peso que oprime el corazón y que te causa mucho dolor y angustia, porque estás sintiendo al animal en ese estado. Te utiliza como espejo, y para ello se tiene que estar extremadamente preparado.

Ser Animal Communicator, no es algo meramente anecdótico, no es algo banal, no es algo insignificante, hasta el momento es aquello que más me ha impactado. Normalmente cuando trabajas con personas asumes, que ellas toman sus propias decisiones y las aceptas. Pero en el caso de los animales, ¿cuántas veces ellos por si mismos son capaces de tomar y ejecutar sus propias decisiones?

Mi primera experiencia en este campo ha sido con Boris mi boxer. Hace un tiempo cayó enfermo. Tenía Leishmania y le había afectado al riñón provocando una insuficiencia renal. La primera semana fue un ir y venir de ingresos para ponerle suero, medicación,… un tiempo de locura. Un día mientras le daba reiki, sentí como me decía estoy sufriendo mucho y quiero morir ya… mi corazón se encogió y mi mente me decía: estás somatizando tus propios pensamientos… a pesar de eso le di permiso para que pudiera seguir su camino sin preocuparse por nosotros. Evidentemente un rato después llamé a Olga (mi profesora de Animal Communicator) para contárselo y que me confirmara que no me estaba volviendo loca. Ella por desgracia me confirmó la comunicación, pero rectificó una creencia errónea mía. Yo pensaba que me estaba pidiendo que lo sacrificara y Olga me dijo: “No, no quiere que lo sacrifiques, está sufriendo y es como cuando las personas dicen que quieren acabar ya, pero realmente no quieren morir…”.

El resto de las dos semanas fueron una lucha titánica por intentar superar la enfermedad, con días mejores donde se atisbaba una luz de esperanza y días donde veías que se estaba apagando poco a poco. Yo en este tiempo, me he sentido muy desorientada, extraña,… incluso somatizando dolores de estómago, de rodilla en la pierna izquierda (él tenía esa misma trasera que le fallaba)… por momentos he creído que la cabeza se me iba de verdad. El último día amanecí con el ojo derecho inflamado… quizás no quería ver lo que era ya imposible de negar.

Finalmente le tuvimos que dormir para siempre. De todo el proceso, quizás fue lo más dulce, aunque parezca extraño. Poder hablar con él, explicarle que ya no iba a sufrir más, que volvería a estar con Hércules, que yo estaría con él hasta el final y no le dejaría. El hecho de comunicarme me reconfortó. Fueron momentos muy duros, donde eres consciente que ya todo se acaba y que estás jugando tu última mano y esta vez no tienes un as en la manga. Pero a pesar de esto, esa compañía activa donde puedes ayudarle a partir fue como un abrazo cálido. Murió en casa, rodeado de mi marido y de mí, cogiéndole la patita y diciéndole cuanto lo queríamos. Cuando se lo llevó el veterinario una parte de mi sentía como se rompía en pedazos. Sentía vació, cansancio y porque no decirlo rabia, rabia por haber luchado tanto, para nada…

Poco después de su marcha se comunicó conmigo, me dio las gracias por todo, y en ese momento sentí paz. Estaba triste por su marcha, pero tranquila.

Durante esas semanas tengo que reconocer que he maldecido haber hecho el curso. He pensado, que sentido tiene aprender a comunicarse para sentir esto… he pensando que realmente no sirvo para ser Animal Communicator. La preparación para serlo no es académica (donde yo soy buena), es del corazón. Tienes que tenerlo preparado para aquello que vendrá, para poder gestionarlo. Ha sido mi primera experiencia, como simple persona que ha hecho el curso de Animal Communicator, ahora mismo no estoy en condiciones de poderla evaluar...

Quiero dar las gracias de forma expresa a Olga, por estar acompañándonos desde el primer momento hasta el último. Gracias de corazón de mi parte y por supuesto de Boris.

Boris ya es un ser de luz. En el firmamento de los perros una nueva estrella ha nacido. Gracias por tanto y perdón por tan poco.