¿Funcionan los castigos?

Maria Docavo Alberti
11 Ene 2017 lectura de 4 minutos
¿Funcionan los castigos?

Muchas veces nos encontramos a padres y educadores que ya no saben qué hacer con los chico/as, han probado castigándoles de todas las maneras posibles, muchas veces hasta perder el control, llegando a los gritos o a los azotes.

Con la consiguiente frustración por ambas partes, la del chico y la del adulto. Esto nos lleva a preguntarnos si realmente los castigos son un método educativo, si estos castigos positivos y negativos que eran muy útiles en el condicionamiento de ratas, son igualmente útiles en la educación-condicionamiento de niños para que realicen las conductas que el adulto desea.

Las consecuencias del castigo

Muchos psicólogos afirman que este método es muy poco educativo y es que las consecuencias pueden ser desastrosas si se utiliza el castigo como algo habitual: falta de confianza en el niño, el miedo a no saber si hace las cosas bien o mal, tensión, ansiedad...

Cada experiencia se guarda en la memoria asociada a una emoción, de tal forma que se registrará como bueno para la supervivencia o peligroso. Es un mecanismo que se activa en el sistema límbico, encargado de las registrar las emociones y que está estrechamente ligado al hipocampo encargado de la memoria.

Podemos imaginar lo que puede suceder en el cerebro de un niño cuando se le castiga de una forma humillante y repetitiva. El cerebro lo registrará como peligroso. Y actuará con sus mecanismos de defensa innatos, atacará, huirá o se quedará paralizado. El niño puede ser sumiso o rebelde ante la situación.

Si pensamos que la conducta cambiará, es muy probable que nos equivoquemos y lo que se produzca es un mecanismo compensatorio, como es la mentira o la violencia y rabia controlada que se destapará más adelante en situaciones inesperadas.

La huella de las emociones

La e-moción es energía en movimiento, toda emoción controlada es una pequeña bomba. Las emociones aparecen se desarrollan y se van, como todo en la vida. El problema es que no se permite tenerlas, se reprimen y se guardan, no se actualizan y quedan en pequeños saquitos asociadas a la  experiencia.positiva o negativa.

Muchos nos acordamos de los castigos que recibíamos de niños y muchos de los castigos recibidos injustamente, experiencias que pueden repercutir en toda tu vida, bloqueando decisiones o acciones que son importantes luego para tu desarrollo personal.

¿Por qué el castigo?

El adulto encargado de la educación del niño tiene que ser consciente de las consecuencias del castigo y de por qué lo hace, si es por qué él mismo está enfadado, tiene miedo de que el niño se le vaya de las manos o que el niño no llegue a ser nadie, o por qué el chico/a  pueda convertirse en un delincuente.

Hay que observar los pensamientos que nos llevan a castigar y nuestros miedos.

El principio de la pedagogía práctica no es ver lo que le falta al niño o qué no hace, sino ver sus talentos y habilidades, potenciarlos y estimular la falta de desarrollo madurativo en sus diferentes aspectos, en el hacer, sentir y pensar. 

  • Los chicos/as que no hacen - Puede ser falta de desarrollo estructural, reflejos primitivos activos, intolerancias alimentarias, problemas de visión o audición que no se perciben....,No quieren hacer, se cansan, se aburren, se distraen, buscan excusas siempre, se olvidan......
  • Los chicos/as que no sienten - no pueden ponerse en el lugar de los demás, se pelean, se rebelan atacan o huyen de los conflictos, solo piensan en ellos ...
  • Los chicos/as que no piensan - no se enteran de nada,  repiten los mismos fallos, no calculan las consecuencias de sus actos......

Todo ello suele ser por falta de conexiones entre el sistema reptiliano encargado de la defensa y el sistema límbico emocional y el neocórtex capaz de planificar e imaginar el futuro.

Buscar la causa

En definitiva todo comportamiento tiene una causa, hay que buscar la causa  y ayudarle a desarrollar sus capacidades. Todo ser humano cuando viene al mundo quiere y necesita aprender, desarrollarse y crecer. Si no lo hace es porque algo le está pasando.

Hagámonos esta pregunta antes de castigar: ¿Que le está pasando?