Depresión, una enfermedad moderna

Diego José Valdez Melfi
7 Ago 2018 lectura de 3 minutos
Depresión, una enfermedad moderna

En confidencia alguien le dice,”¿quieres que te diga algo? Estoy super-deprimido”. Si usted escucha esto lo más seguro es que esa persona no esté deprimida pues generalmente el depresivo no sabe que lo está. Al verdadero depresivo los familiares y amigos intentan explicarle que el cuadro que presenta sería importante que lo vea un médico, lo que es desmentido inmediatamente por el mismo, simplemente porque no se da cuenta, lo achaca a un poco de estrés, un poco de dolor de cabeza que considera muy puntual, en fin, que hasta que el depresivo toma conciencia, su entorno tiene un trabajo diario, duro y de muchísimo amor.

Esta es una enfermedad clínicamente grave pues, a diferencia de lo que la gente piensa, no es solo tristeza, es pérdida de interés en lo que hace, en el mundo que le rodea, la familia, los amigos...

Uno de los síntomas típicos son los fuertes dolores de cabeza “que no se calman con una aspirina ni con algo más fuerte”, y es que éstos vienen de más allá de lo físico... Y para completarla, los dolores articulares suelen ser el pan de cada día en los que la sufren.

Los perjudicados suelen comer desaforadamente, como herramienta para escapar de la depresión y que, por supuesto, no obtiene los resultados deseados, aunque también están los que, en menor medida, dejan de comer, empeorando así su estado de bienestar.

Esto más los nervios que produce esta enfermedad acaban normalmente en acidez estomacal, mala digestión, etc. Dado que los nervios afectan el llamado “cerebro intestinal” que es “donde se cuecen” las emociones, de allí el típico “tengo un nudo en el estómago”.

La consecuencia directa más negativa de la depresión es la pérdida de serotonina (la hormona de la felicidad) que produce el cerebro y, en contrapartida, el aumento en la producción del cortisol que es el que genera stress. En ese estado, se reconoce que se está demasiado cansado y que ello nos induce a cometer continuos errores que “no entiendo porqué, ¿qué me pasa?”. Sienten que la cabeza no los guía como corresponde, desvarían, se sienten flotar, son incapaces de realizar dos pensamientos claros y precisos seguidos, a veces ni uno...

El sexo también deja de interesar y de noche no se duerme las horas necesarias o se interrumpe y no se puede volver a dormir. En otros casos se pasa a dormir, dormir y dormir...

Repito: esta es una enfermedad que suele detectarla quien convive con el paciente, ó amigos que detectan todos los cambios citados más arriba y generalmente, cuesta convencer al afectado para que se realice un estudio que lo determine. Existen también causas patógenas que inician ó agravan la situación y que deben tenerse en cuenta.

Y ¿de qué modo enfrentamos esta desgastante enfermedad? Si se recurre al apoyo de la Bioenergía Avanzada, el primer paso es eliminar todos los patógenos que pudieran estar aprovechándose de su situación donde, generalmente, el sistema inmunológico es una puerta abierta a todos ellos. Una vez que dejamos el cuerpo limpio de ellos, tratamos de identificar qué tipo de depresión es la que lo asola para finalmente ubicar las causas emocionales ó mentales que están detrás de ella. El giro en la conducta del afectado suele ser sorprendente y su estado de bienestar se reconducirá positivamente.