Fibromialgia: ciencia y holismo

Yolanda Ndongo
18 Jun 2025 lectura de 11 minutos
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Fibromialgia: Más que un diagnóstico

La fibromialgia sigue siendo una de las enfermedades más incomprendidas, no solo por la medicina, sino también por la sociedad en general. Quienes la padecen suelen enfrentarse a diagnósticos tardíos, dudas sobre la legitimidad de su dolor e incluso la sensación de que su malestar no es completamente reconocido. Pero la fibromialgia no es una cuestión de imaginación ni de exageración: su origen está profundamente ligado al funcionamiento del sistema nervioso central, que juega un papel clave en cómo el cuerpo percibe el dolor.

Sin embargo, para entender la fibromialgia en toda su dimensión, es necesario mirar más allá de los síntomas físicos y observar la conexión entre el cuerpo, la mente y la historia de vida de cada paciente. En este artículo exploraremos cómo el dolor crónico se relaciona con el sistema nervioso y cómo experiencias emocionales, estrés y otros factores pueden influir en su desarrollo.

El sistema nervioso como epicentro del dolor

El sistema nervioso central es el regulador de todas las señales de dolor en el cuerpo. En condiciones normales, el cerebro y la médula espinal procesan estas señales de forma equilibrada, activando mecanismos para aliviar el malestar y permitir que el cuerpo se recupere. Sin embargo, en personas con fibromialgia, este sistema se vuelve hiperactivo, haciendo que estímulos que normalmente no serían dolorosos se perciban como intensamente molestos.

Investigaciones han demostrado que los pacientes con fibromialgia presentan alteraciones en neurotransmisores como la serotonina y la sustancia P, que desempeñan un papel clave en la modulación del dolor.

Serotonina: Este neurotransmisor es fundamental en la regulación del estado de ánimo, el sueño y la percepción del dolor. Se produce a partir del triptófano, un aminoácido presente en ciertos alimentos. En personas con fibromialgia, los niveles de serotonina suelen estar más bajos, lo que puede contribuir a una mayor sensibilidad al dolor y a síntomas como fatiga y alteraciones del sueño.
Sustancia P: Es otro neurotransmisor que participa en la transmisión de las señales de dolor al cerebro. En pacientes con fibromialgia, se ha observado que los niveles de sustancia P están elevados, lo que podría explicar por qué sienten el dolor de manera más intensa y generalizada.
Además de estos cambios en los neurotransmisores, ciertas áreas del cerebro encargadas de procesar las señales dolorosas muestran una mayor actividad, lo que genera una hipersensibilidad generalizada. Esto significa que el cuerpo percibe el dolor de manera más pronunciada, incluso ante estímulos leves.

El papel de la historia personal en la fibromialgia

Cada persona tiene una historia única, y esa historia influye en su salud de maneras profundas. Los estudios han demostrado que factores como el estrés crónico, traumas emocionales y dificultades prolongadas pueden desencadenar cambios en el sistema nervioso, volviéndolo más reactivo.

Por ejemplo, una persona que ha vivido años de estrés laboral intenso o que ha pasado por una experiencia emocional difícil puede notar que, con el tiempo, aparecen dolores persistentes sin una causa aparente. Esto ocurre porque el sistema nervioso ha estado bajo una carga prolongada de tensión y ha desarrollado una mayor sensibilidad al dolor.

Además, investigaciones en neurociencia del trauma han revelado que experiencias difíciles pueden quedar "registradas" en el cuerpo, afectando la manera en que el cerebro procesa las señales de malestar. En el caso de la fibromialgia, muchos pacientes reportan que sus síntomas comenzaron después de una etapa complicada en sus vidas, lo que refuerza la idea de que la enfermedad es el resultado de una interacción entre factores biológicos y emocionales.

La memoria del dolor y el sistema nervioso

El sistema nervioso no solo reacciona al dolor en el momento, sino que también almacena patrones de respuesta a estímulos. Esto significa que si una persona ha pasado por períodos prolongados de estrés, traumas o dolor físico, su sistema nervioso puede quedar "sensibilizado", reaccionando de manera exagerada ante nuevas molestias.

Este proceso se conoce como "sensibilización central", y es clave para entender la fibromialgia. Es como si el sistema nervioso hubiese aprendido a estar en modo de alerta constante, generando respuestas amplificadas al dolor. Por eso, situaciones emocionalmente intensas pueden reactivar o empeorar los síntomas en algunos pacientes, incluso si el evento sucedió años atrás.

Además, podemos hablar sobre el papel del sistema límbico, la parte del cerebro que regula las emociones y el estrés. En personas con fibromialgia, se ha observado una hiperactividad en esta región, lo que sugiere que el estado emocional y la percepción del dolor están fuertemente conectados.

Holismo, la conexión entre el sistema nervioso y las emociones

La conexión entre el sistema nervioso y las emociones.

El sistema nervioso y las emociones están estrechamente vinculados, formando un circuito bidireccional donde los estados emocionales pueden influir en el cuerpo, y las respuestas físicas pueden afectar el bienestar psicológico. En personas con fibromialgia, esta conexión es aún más evidente, ya que el sistema nervioso no solo regula la percepción del dolor, sino que también responde a experiencias emocionales pasadas y presentes.

Cuando una persona atraviesa situaciones de estrés prolongado, ansiedad o emociones difíciles, su sistema nervioso puede entrar en un estado de hiperactivación. Este estado provoca que el cuerpo esté constantemente alerta, afectando funciones clave como la regulación del sueño, la digestión y la percepción del dolor. Con el tiempo, este mecanismo de defensa puede volverse crónico, lo que hace que el paciente experimente dolor persistente incluso en ausencia de estímulos externos.

El sistema límbico: emociones y dolor

El sistema límbico es una región del cerebro encargada de gestionar las emociones y la respuesta al estrés. En personas con fibromialgia, investigaciones han demostrado que este sistema puede estar hiperactivo, lo que significa que el cuerpo procesa el dolor de manera más intensa y que ciertos estímulos emocionales pueden desencadenar o aumentar los síntomas físicos.

Esto explica por qué situaciones estresantes o experiencias emocionales no resueltas pueden provocar brotes de dolor en pacientes con fibromialgia. Por ejemplo, una persona que ha pasado por una pérdida emocional significativa o una etapa de alta presión laboral puede notar que sus síntomas empeoran, aunque no haya cambios físicos aparentes en su cuerpo. Esto ocurre porque el sistema nervioso interpreta el estrés como una amenaza y activa respuestas inflamatorias y amplifica la percepción del dolor.

Las emociones no procesadas y su impacto en el cuerpo

Cuando una emoción intensa no se expresa ni se gestiona adecuadamente, no desaparece, sino que se almacena en el sistema nervioso, afectando la regulación del organismo. Esto puede ocurrir a lo largo de los años, contribuyendo al desarrollo de condiciones como la fibromialgia.

Muchos pacientes con fibromialgia reportan que sus síntomas aparecieron después de una etapa emocionalmente desafiante, lo que refuerza la idea de que el cuerpo “recuerda” lo que la mente no ha procesado. En este sentido, la enfermedad puede verse como una respuesta biológica a una sobrecarga emocional acumulada.

Por eso, abordar la fibromialgia desde un enfoque holístico es clave. No se trata solo de tratar los síntomas físicos, sino también de ayudar al paciente a explorar su historia emocional, reconocer sus bloqueos y aprender estrategias para regular su sistema nervioso.

Fibromialgia y Holismo para comprender mejor el dolor

La fibromialgia es una condición compleja que no puede entenderse únicamente desde la biología o la neurociencia. Su impacto en la vida de los pacientes es profundo porque involucra factores físicos, emocionales y ambientales. Si bien la ciencia ha demostrado que el sistema nervioso juega un papel clave en la percepción del dolor, también es cierto que el estado mental, el entorno y la historia de vida influyen en su desarrollo y evolución.

Para abordar la fibromialgia de manera integral, es fundamental reconocer que el cuerpo y la mente no funcionan por separado, sino en constante interacción. El dolor no es solo una respuesta biológica, sino también una manifestación de lo que hemos vivido y de cómo hemos procesado nuestras experiencias. En este apartado, exploraremos cómo la conexión entre cuerpo, mente y emociones, así como la historia personal y el entorno, afectan la manera en que se desarrolla y se percibe la enfermedad.

La conexión entre cuerpo, mente y emociones

El ser humano es una unidad donde todo está interconectado, y la fibromialgia es una prueba de cómo los aspectos físicos y emocionales están profundamente ligados.

El sistema nervioso, encargado de regular el dolor, es extremadamente sensible a factores externos e internos. Cuando hay estrés crónico, ansiedad o experiencias emocionales difíciles, el sistema nervioso se sobrecarga, activando mecanismos de alerta y amplificando la percepción del malestar físico. Este proceso, conocido como sensibilización central, hace que el cuerpo reaccione de manera exagerada ante estímulos normales, generando dolor persistente.

Pero no solo las emociones influyen en la percepción del dolor. También aspectos como el sueño y la alimentación juegan un papel fundamental. La falta de descanso profundo impide que el sistema nervioso se recupere, mientras que una alimentación rica en alimentos inflamatorios (como azúcares y procesados) puede aumentar la sensibilidad al dolor.

Aquí es donde entra la importancia de la conciencia sobre el propio cuerpo. Cuando el paciente aprende a escuchar sus síntomas, reconocer sus desencadenantes y responder con estrategias saludables, puede comenzar a reeducar su sistema nervioso y mejorar su bienestar.

La influencia del entorno y la historia personal

Nuestra vida no ocurre en un vacío: estamos constantemente en interacción con el entorno y nuestras experiencias pasadas. Factores como el ritmo de vida acelerado, el estrés laboral, la falta de apoyo emocional o las expectativas sociales pueden hacer que el sistema nervioso esté en un estado de alerta constante.

Pero más allá de lo que sucede en el presente, nuestra historia personal también influye en cómo nuestro cuerpo procesa el dolor. Todo aquello que hemos vivido y no hemos procesado adecuadamente queda registrado en nuestra psique y en el sistema nervioso, afectando la percepción del malestar físico.

Cuando una persona experimenta traumas, pérdidas o situaciones de alta exigencia emocional, su sistema nervioso puede quedar condicionado a responder de manera hiperactiva. Es decir, si en algún momento de su vida aprendió a estar en un estado de alerta, es posible que, con el tiempo, su cuerpo continúe interpretando ciertos estímulos como peligrosos, incluso cuando ya no lo son.

Por eso, muchas personas con fibromialgia desarrollan la enfermedad después de periodos difíciles en sus vidas. Su sistema nervioso "recuerda" el estrés y la tensión acumulada, lo que se traduce en respuestas exageradas al dolor. Entender esta conexión es clave para que el paciente reconozca la influencia de su historia en su enfermedad y pueda trabajar en estrategias de regulación que ayuden a recuperar el equilibrio.

Conclusión: Comprender la Fibromialgia más allá del diagnóstico

La fibromialgia es mucho más que una enfermedad que causa dolor físico. Es una condición compleja que involucra el sistema nervioso, la historia personal, el entorno y la respuesta del cuerpo al estrés y las emociones. A lo largo de este artículo, hemos explorado cómo el dolor crónico no surge únicamente de una disfunción biológica, sino de una interacción profunda entre el cuerpo y la mente.

El sistema nervioso, encargado de regular la percepción del dolor, puede volverse hiperactivo debido a experiencias no gestionadas, traumas emocionales o estrés prolongado. Este estado de alerta constante amplifica la sensibilidad al dolor y hace que estímulos normales sean percibidos como dolorosos. Comprender este mecanismo es clave para que los pacientes reconozcan su propia historia dentro de la enfermedad, en lugar de sentirse desconectados de su proceso de salud.

Pero más allá de la ciencia, es fundamental que cada persona con fibromialgia entienda que su dolor es real, válido y merece ser abordado de manera integral. El diagnóstico no debe ser un punto final, sino un punto de partida para explorar estrategias que ayuden a reeducar el sistema nervioso y mejorar la calidad de vida.

La fibromialgia no define a quien la padece, pero entender su naturaleza y aprender a navegar sus desafíos puede devolverle al paciente el control sobre su vida.