La generación ansiosa

La foto hace referencia a toda esa adolescencia que, a los quince años, sus papás les compran el primer móvil, celular o iPhone.
La primera generación fue en el 2010 cuando las grandes marcas lanzan sus teléfonos con conexiones a internet. El que tengamos una conectividad con nuestros hijos, y que ellos dispongan de un dispositivo para comunicarse, es de primeras una ventaja yasí lo fue desde 1990, cuando se comercializaron los primeros dispositivos o teléfonos móviles. Podías hablar y comunicarte con tus hijos y ellos contigo y con sus amistades, fue una gran ventaja .estar siempre localizados daba una gran sensación de seguridad y comunicación.
En 2010 todo cambió, la disponibilidad de la conexión a internet durante las veinticuatro horas, en esos dispositivos, y la nueva moda de regalar a tus hijos, por su cumpleaños número quince, un dispositivo con conexión a internet se convirtió en un ritual de paso.
- Ya no soy un niño, niña.
- Ya puedo escoger y ver lo que me apetezca, y puedo decidir qué ver.
Esta conectividad y disponibilidad durante las veinticuatro horas, en una edad, la adolescencia, con esa mente inquieta, con ansias de nuevas experiencias, de descubrir el mundo, de saber más y más sobre todo lo que les rodea y les afecta.
Internet trajo las llamadas redes sociales, las apps, de citas, contactos, entretenimiento, juegos, todo un abanico de plataformas, YouTube, Instagram, Facebook, TikTok, Twitter, WhatsApp, Telegram, Messenger, Tinder, OkCupid, etc., todo un sinfín de las denominadas redes sociales, donde nuestros hijos, los adolescentes caen de lleno, en un mundo que nosotros, los padres y adultos, desconocemos por completo, y ellos viven con ansiedad, ese nuevo mundo que se les abre a los quince años, con su primer móvil, celular o iPhone, con conexión permanente a internet.
La era de la ansiedad
Esta conectividad afecta de forma distinta a los niños que a las niñas, los niños tienen un sentido de competitividad y de liderazgo que conseguir, ser valorados para ellos, pasa por ser el mejor, el ganador, el "soy capaz", el "puedo" y "como puedo, me respetan", "soy alguien de valor".
La primera red en la que cayeron los niños fue en los videojuegos en la década de los 90, aún hoy estamos sufriendo esas consecuencias. Una generación de jóvenes de 30 años encerrados en sus habitaciones conectados y compitiendo con los videojuegos. Perdieron sus estudios, sus formaciones laborales, nunca se reincorporaron en el mundo laboral, perdieron a sus amistades, nunca llegaron a establecer relaciones sentimentales o noviazgos y hoy con 30 años siguen viviendo en casa de sus papás.
Nota: Te animo a leer mi artículo: Deprimido social, que hacer...
En el 2010 nuestros quinceañeros sufrieron otra encerrona por parte de las grandes multinacionales del sector multimedia que domina las redes sociales, estos chicos quedaron atrapados mediante sus dispositivos conectados veinticuatro horas a internet, no solo a las redes, sino también a la pornografía, que es vista, como publican las estadísticas actuales por muchos menores.
Si la generación anterior fue adicta a la competición y al videojuego, esta segunda generación es víctima de la adicción a la pornografía.
Ellos
Ven constantemente esos videos, y se comparan, y quieren experimentar, lo que sus mentes, aún en formación, no comprenden. No comprenden que más que realidad, es una ficción, en esos videos de pornografía, son actores, mayores de edad y la duración del metraje, el tiempo está modificado por un montaje, así como las imágenes en ángulos, tamaños y proporciones, todo sigue un guion planificado, para excitar la libido y la erotización del observador.
El resultado es que estos chicos, aún en formación y desarrollo, mental y psicológico, no disponen de la capacidad cognitiva de afrontación y superación de muchas de las situaciones vivenciales que se encuentran al consumir, a esas edades, todo ese material pornográfico. Son adictos a esa pornografía que les ha llevado a prácticas de masturbación compulsiva, generándoles en ellos, un aislamiento, a volverse a encerrar en su habitación y a ir perdiendo amistades.
Si todo empezó a los quince años con su primer dispositivo con conexión libre a internet, con videojuegos, pornografía y redes sociales altamente competitivas y excluyentes con rituales de admisión.
Hoy pasados unos años nos volvemos a encontrar, chicos encerrados en sus habitaciones, con una baja autoestima, una gran inseguridad y sin relaciones ni noviazgos a sus 17, 19, o 20 años.
Todo aquello que los padres, vivimos, la primera pareja de noviazgos a los quince años o a los dice seis. Hoy parece imposible para nuestros quinceañeros, con la cabeza llena de imágenes pornográficas en las que ellos sienten que nunca van a dar la talla, compitiendo, comparándose y sintiéndose incapaces de establecer una mínima conversación con amistades del otro sexo.
Si todo ello parece inverosímil o increíble, salvo que tengas hijos entre los 15 y los 18 años.
Ellas
En caso de las niñas, las chicas, la cosa aún pinta peor, ellas parecen ser más adictas a las redes sociales, a los chismorreos, a lo que piensan o pensaran de mí, si saben qué... o no saben qué…
Todas esas dudas e incógnitas llenan la mente de nuestras hijas quinceañeras, que no solo se comparan y quieren ser las mejores, sino que ellas se sienten también excluidas por no formar parte de este grupo de excelencia al cual aspiran.
Se comparan con todos esos modelos de belleza exuberantes y perfectas, vestidas de formas sexualizadas en parajes y sitios idílicos.
Ellas se miran como en un espejo para subir sus fotos, videos, eslogans, pero, al igual que los chicos, su mente aún en desarrollo no entiende, que es un mercado ejecutado meticulosamente por profesionales con grandes beneficios por las ventass de las marcas patrocinadoras.
Y que un algoritmo la irá conduciendo por el laberinto de la red, mostrándole más y más imágenes, el algoritmo empezará por modelos de belleza, seguirá por dietas restrictivas y terminara mostrando cuerpos super delgados y desnutridos como modelos de belleza y seducción a alcanzar.
El resultado es un gran estado de ansiedad y angustia, si a los chicos les producía adicción al porno, a las chicas les produce trastornos de aceptación de su propia imagen.
Y este trastorno irá incluyendo dietas milagrosas, restrictivas, hasta conducirlas a un verdadero trastorno alimentario, de anorexia, bulimia nerviosa y vómito inducido.
Los grandes índices de suicidio en menores, el bajo rendimiento y fracaso escolar, el aumento de trastornos alimentarios y las adicciones, han llevado a este especialista en psicología infantil a escribir este ensayo que os recomiendo: La generación ansiosa: Por qué las redes sociales están causando una epidemia de enfermedades mentales entre nuestros jóvenes de Jonathan Haidt.
Si padres ya nos hemos empezado a dar cuenta que, en esta nueva sociedad de la digitalización, no todo son beneficios, y empezamos con mucho esfuerzo a poner límites a redes sociales, internet, y conectividades fuera del entorno familiar y escolar. Administraciones públicas, como el “Departament d’ensenyament de la Generalitat de Catalunya”. Lo va a empezar a hacer, prohibiendo los móvil, celular, iPhone y dispositivos con conexión a internet, en los centros educativos.
Esto ha llevado a reestructurar de nuevo todo el sistema educativo dentro y fuera de las aulas. Para el bien de un alumnado, que cada vez más perdía el interés y la capacidad cognitiva de atención y comprensión de conocimientos. Todo esto que parece paradójico, queda perfectamente expuesto, demostrado y aclarado en el ensayo del Psicólogo Jonathan Haidt, libro que recomiendo a todo padre, maestro o profesor.
Como siempre digo, que este sea un granito más de arena, en este mar de confusión que estamos viviendo.