¿Cómo de distingue a una persona estresada? ¿Una cara larga y una postura encorvada le distingue de los demás? Seguramente, con los hombros cerrados y brazos inclinándose adelante y abajo.
Por el contrarío, la gente tranquila anda con cara ancha y postura bien recta, hombros abiertos y brazos libremente posicionándose a los lados del cuerpo.
Para un terapeuta manual esta postura encorvada habla por sí misma - si la causa no es una enfermedad reumatológica (como espondilitis anquilosante), muchas veces ella está en los pectorales contraídos tirando los hombros hacia el esternón. Evidentemente el estrés influye en la postura corporal y, más concreto, en los pectorales.
Las reinas de egipto eran muy conocidas por la importancia que les daba a la belleza femenina. Cada una tenía sus secretos, composiciones y elixires para resaltar y cuidar de la piel y del cuerpo. Algunos se volvieron famosos como los baños de leche de burra de Cleopatra. Otros contenían polvo de alabastro, sal del Bajo Egipto y miel. También se utilizaba muy a menudo mascarillas de arcillas para limpiar y purificar la piel. Ya hace 3000 años sabían de las propiedades y virtudes de la arcilla.
La piel del rostro es el órgano que más agresión sufre durante el día, porque está siempre al descubierto. Sufre las variaciones de temperaturas, el viento y los cambios entre aire seco y húmedo (sin hablar de la agresión de los productos de maquillaje…). Además recibe toda la contaminación que está en el aire, sobre todo la gente que vive en ciudades. Por esta razón, la cara necesita un cuidado natural, no agresivo y respetuoso con el metabolismo. La arcilla puede jugar un papel importante en nuestra higiene cutánea facial.
A menudo nos sentimos insatisfechos, angustiados, irritables y no sabemos muy bien qué es lo que nos sucede, simplemente nos sentimos mal y pensamos que no tenemos suerte en la vida o que estamos pasando por una mala época.
Cuando experimentamos emociones negativas o sentimientos de frustración, no tenemos que mirar para otro lado y esperar a que vengan tiempos mejores o culpar a otros de lo que nos está sucediendo.
Es el momento de tomar las riendas de nuestra vida y hacernos conscientes de nuestro diálogo interior: ¿Qué nos estamos diciendo para sentirnos así? ¿Cómo nos sentimos ante un fracaso? ¿Pensamos que no nos hemos esforzado lo suficiente y nos sentimos culpables? ¿Cuando alguien nos critica o nos hace algún comentario negativo sobre nuestro aspecto o nuestra manera de ser nos ponemos a la defensiva?
¿Cuál es el motivo de que dos personas, ante una misma situación, puedan reaccionar de manera totalmente opuesta? Quizás, una lo ve como una desgracia y el otro como una oportunidad para superarse, para aprender cosas nuevas, para cambiar,...
A principios de los años 60 el Dr. George Goodheart descubrió que ante una situación de estrés los músculos reaccionaban tensándose o debilitándose. Este fue uno de los primeros estudios sobre la interacción de los músculos con los órganos y los meridianos de acupuntura.
Tras años de estudio, se llegó a la conclusión de que tratando los músculos y los puntos de acupuntura, se empezaban a equilibrar los órganos relacionados con esos músculos. Para cada órgano o sistema, hay un músculo asociado.
La kinesiología, en sus orígenes, actuaba sobre el sistema nervioso para que este mandara información a los sistemas circulatorio, linfático, motor, digestivo, vestibular, respiratorio, etc. Con ella se tratan conflictos en el organismo desde un punto de vista global.
En esencia, la labor del kinesiólogo es la de encontrar la causa o causas que provocan un desequilibrio en la persona. El método que se utiliza es el llamado test kinesiológico. Gracias a la realización de dichos test podremos saber si la causa que produce desequilibrio es física, mental, química, emocional, etc.