A principios de los años 60 el Dr. George Goodheart descubrió que ante una situación de estrés los músculos reaccionaban tensándose o debilitándose. Este fue uno de los primeros estudios sobre la interacción de los músculos con los órganos y los meridianos de acupuntura.
Tras años de estudio, se llegó a la conclusión de que tratando los músculos y los puntos de acupuntura, se empezaban a equilibrar los órganos relacionados con esos músculos. Para cada órgano o sistema, hay un músculo asociado.
La kinesiología, en sus orígenes, actuaba sobre el sistema nervioso para que este mandara información a los sistemas circulatorio, linfático, motor, digestivo, vestibular, respiratorio, etc. Con ella se tratan conflictos en el organismo desde un punto de vista global.
En esencia, la labor del kinesiólogo es la de encontrar la causa o causas que provocan un desequilibrio en la persona. El método que se utiliza es el llamado test kinesiológico. Gracias a la realización de dichos test podremos saber si la causa que produce desequilibrio es física, mental, química, emocional, etc.
El Dr. Edward Bach, estableció que su obra basada en los 38 principios florales que estudiaba, buscaba un equilibrio del individuo partiendo del reconocimiento de los conflictos internos a los que ese individuo estaba siendo sometido. En resumen, esta terapia floral buscaba solventar de forma natural los conflictos internos propios de la evolución del ser humano a lo largo de su trayectoria vital.
La etapa en la que empezamos a mirar cara a cara a esos conflictos en la adolescencia.
En este artículo partimos de la premisa que es el propio paciente el que debe actuar y equilibrar esos conflictos y que lo único que harán las Flores de Bach será abrir un posible camino que facilite la solución y equilibrio de ese conflicto.
Deberemos trabajar con un niño que ha dejado de ser niño para mostrar signos de rebeldía ante el hecho de abandonar esa niñez y enfrentarse a una nueva etapa, pero controlado todavía por padres, profesores, sociedad, etc. Nos encontramos ante un individuo que empieza a desarrollar sus propias ideas y que no consiente la imposición de las ideas o valores de los demás aunque sean para su propio beneficio.
La Medicina Tradicional China (MTCh) considera al cuerpo humano un "Tao", un conjunto íntegro de materia y energía, de psique y soma. En este contexto, se considera que existe una relación directa entre las funciones físicas y las funciones psíquicas, clave para comprender los comportamientos, las emociones y las manifestaciones del alma.
Para la bioenergética, las actividades mentales, como las otras actividades vitales, son producto de las actividades funcionales de las vísceras (Fu) y de los órganos (Zang).
Pero vayamos por el principio. Los rasgos esenciales de la personalidad vienen determinados por una energía básica, ancestral, heredada de nuestros padres y a través de éstos de nuestros antepasados. A esta energía se le denomina "Zhong Qi" (energía hereditaria o genética), que también determina nuestras tendencias físicas y la predisposición a padecer enfermedades.
Esta energía se materializa en las glándulas suprarrenales y es irreemplazable, es decir, venimos a la vida con una “batería” energética totalmente individual, intransferible e “irrellenable”.
En el mundo en el que vivimos un gran número de personas adultas viven o han vivido una depresión clínica. Es un trastorno que podríamos considerar como relativamente frecuente en el mundo moderno, que puede venir determinado por varias causas y conocido. Pero, ¿qué pasa cuando la depresión la presenta un niño o adolescente?
Para saber más, primero debemos definir qué es la depresión infantil.
Se trata de un trastorno del estado de ánimo. Por lo tanto, afecta a la manera en que nos sentimos hacia nosotros mismos y el mundo que nos rodea, durante un período de tiempo prolongado. Asimismo, dependiendo del grado, resulta altamente incapacitante y lleva asociado un gran malestar, al igual que en el caso de los adultos.
Puede aparecer en niños de diferentes edades y en adolescentes manifestando y expresando una sintomatología que dependerá tanto de las características personales del niño como del nivel de desarrollo, entorno social, familiar y escolar, relaciones con los iguales, etc.