La vida contemporánea llena de prisas, acciones y contra acciones, posibilidades y elecciones, cancelaciones y prioridades, los cambios repentinos, y las variedades dentro de la misma sociedad, la poca solidez de muchos argumentos y normativas sociales, nos llevan a estados elevados de estrés.
Ya he hablado de lo desastroso que es el estrés, para el equilibrio, la serenidad y la buena consciencia, la calma, la serenidad en las decisiones y caminos que tomamos en la vida.
Hoy en día parece jugar todo en contra a esta serenidad, y el estrés toma las calles, las empresas, las familias y las relaciones.
Es un gran reto exponer en un artículo, como se nos muestra la depresión, un trastorno tan grave que nos lleva al derrumbe absoluto de nuestra integridad emocional, psicológica y física.
Es muy difícil empatizar con una persona en estados depresivos si no se ha sufrido de estados parecidos. Una persona sana, optimista, positiva y alegre le va a ser dificultoso entender porque su hijo, hija, padre, madre, marido o esposo, etc., están como están, en este estado tan pesimista, derrotista y negativo, en definitiva, que niegan cualquier acción de alegría y de vida.
En este articulo intentaré exponer cómo se sienten, qué piensan, qué les pasa por la cabeza, y entonces quizás, sin ser terapeutas, podremos generar la comprensión de qué es lo que les está sucediendo.
En las relaciones humanas entre adultos o entre padres e hijos, es habitual entrar en etapas de incomunicación, silencio e incomprensión. Cuando preguntas al hijo, hija el porqué de ello y cómo empezó, siempre son las mismas respuestas:
Os sentís reflejados en estas palabras, que pueden ser perfectamente las de vuestros hijos, hijas o quizás a la de vuestra pareja, esposa o marido, la de vuestros padres, abuelos o quizás las del trabajo o vecindario, algún jefe o compañero de trabajo o vecino, quizás algún amigo.
Todos ellos configuran las relaciones humanas, y esto que parece obvio deja de serlo cuando entramos en conflicto.
Libérate de las cargas emocionales del pasado que aun cargas:
Rencor, Ira, Culpa, Celos, Desconfianza, Desvaloración, Humillación, Miedo, Dolor emocional, Incomprensión, Desprotección, Injusticia, Abuso, etc.,
Estas cargas del pasado son tan fuertes que nos condicionan el presente y nos impiden alcanzar los objetivos que deseamos hoy en día.