Cuando preguntamos a cualquier persona que sufre de dolor osteoarticular, en la mayoría de los casos afirmará que su estado empeora en invierno, con el frío, la humedad o el viento, y mejora en verano con el calor.
Para la Medicina Tradicional China (MTC) el invierno es la estación del elemento Agua. Pero no del agua en movimiento, que fluye suavemente en los arroyos, sino del agua helada, endurecida e inmóvil. El frío hace que todo vaya más lento, hasta congelarse.
En los seres vivos ralentiza el metabolismo y retarda la circulación. El frío no solo se refiere al clima exterior, también puede tener un origen interno, porque falta calor orgánico debido por ejemplo a un exceso de comidas y bebidas frías, o por consumir medicinas consideradas como frías (como los antibióticos, las aspirinas y los antiinflamatorios en general).
Según la Organización Mundial de la Salud, en menos de 20 años la depresión será la primera causa de discapacidad en todo el mundo. Sin embargo, en la práctica clínica se constata la existencia de un trastorno aún más frecuente que la depresión: la ansiedad. Y teniendo en cuenta que ésta puede ser la antesala de depresiones, obsesiones, fobias, trastornos alimenticios, metabólicos y otras enfermedades aún más complejas y graves, podemos deducir y afirmar sin riesgo a equivocarnos, que la ansiedad es una de las mayores amenazas presentes y futuras para la salud de millones de personas.
La razón por la que a la ansiedad no se le reconozca su importancia epidemiológica real es que, desde un punto de vista patológico, mantiene un rol sociosanitario inferior a la depresión, lo que propicia que se encuentre infradiagnosticada e insuficientemente tratada y, en consecuencia, no se contabilicen tantos casos, ni tan graves, como en la depresión, lo que comporta que la ansiedad no se encuentre en lo más alto de ese ranking oficial de morbilidades, aunque en ocasiones se la mencione solapadamente con la depresión.
Desde 1980, cuando nació el primer bebé probeta, comenzaron una serie de controversias acerca de los efectos que podía tener en el bebé que la fecundación fuera artificial.
Sin embargo, solo ahora, después de 30 años y de los avances en diagnóstico ecográfico, se ha podido documentar lo que es un verdadero riesgo para los niños concebidos por FIV (Fertilización in Vitro, por sus siglas en español), sea cual sea la técnica utilizada.
Se había observado que los bebés por FIV tenían la tensión más alta que los bebés nacidos por métodos naturales, por lo que se tomaron 100 bebés de FIV y se siguieron en su desarrollo fetal y se compararon con 100 bebés concebidos de forma normal.
En 2012 envié un articulo titulado "Medicina más de 100 años de mentiras", creía sinceramente que aquellas mentiras, en las que aún hoy se basa la medicina, fue debido a los acontecimientos de la época.
Hoy tras haber realizado varios cursos sobre Neuropsicología y trastorno de déficit de atención e hiperactividad, e interesarme por el entorno de estas pseudociencia me encuentro con mas mentiras y atrocidades médicas.
Hechos dañinos realizados por psiquiatría de los cuales deberíamos estar informados para protegernos nosotros mismos con la verdad y averiguar lo que la psiquiatría no quiere que sepamos.
En primer lugar destacar que los trastornos psiquiátricos no son enfermedades médicas. No hay exámenes de laboratorio, escáneres del cerebro, rayos X o pruebas de desequilibrio químico que puedan comprobar que cualquier trastorno mental es una condición física. La psiquiatría todavía tiene que demostrar convincentemente la causa genética o biológica de por lo menos una sola enfermedad mental.
Lo que es algo normal en las personas, depresión, emocional o mental, la psiquiatría ha reenvasado estas emociones y comportamientos como “enfermedad” y desgraciadamente todo para vender los fármacos.